El 21% de los europeos tienen más de 65 años. Sólo en los Países Bajos, casi 3,5 de sus 17,5 millones de habitantes han rebasado esa edad. Por eso es crucial analizar cómo nos adaptamos a una sociedad cada vez más envejecida. Muchas veces se priorizan políticas de cuidado que fomentan la “dependencia” en lugar de implementar medidas que preserven lo contrario, su “independencia”. Un cambio de perspectiva que en lo que respecta a la movilidad tenemos que afrontar.
El problema
En su libro Curbing traffic, Melissa Bruntlett destaca cómo las personas, ya tengan capacidades plenas o no, no son entidades fijas. El envejecimiento o alguna enfermedad o accidente, de manera súbita o progresiva, pueden restarnos habilidades. En cualquiera de los casos, mantener la independencia es crucial. Desde acudir a una cita médica o, por supuesto, ir al cine o a comer con amigos, no tener que depender de que nadie te lleve es primordial.
Karel Dollekens, técnico en accesibilidad del Ayuntamiento de Breda, al sur del país, lo tiene claro: “Las personas no son discapacitadas, el entorno las incapacita”. Un enfoque que ha conseguido que cada vez más gente se desplace mejor pese a sus dificultades, algo que por desgracia sigue siendo imposible para otros muchos.
La solución
La citada Melissa Bruntlett, por ejemplo, tiene que apoyarse en unas muletas para andar, pero se desplaza perfectamente en una bicicleta de carga. “Tener una cargobike”, explica, “significó poder ir a trabajar, estar conectada con mis compañeros y disfrutar del aire libre. Elementos fundamentales para mantener cierta salud mental en un momento en el que, precisamente, me sentía muy aislada y totalmente dependiente”.
En los Países Bajos, basta comprobarlo por la calle, la bici es muy importante para los mayores de 65 años. La cifra es llamativa: ¡el 30% de sus viajes los realizan pedaleando, lo que significa que es el porcentaje más alto entre los adultos! Gracias a las e-bikes, su radio de acción ha aumentado notablemente (con una media de 10 a 14 kilómetros), algo que se refleja en que las personas mayores de 75 años recorren sobre sus eléctricas distancias un 33% más largas. En otras palabras: su mundo, su horizonte de posibilidades, se ha multiplicado.
Pacificación y diseño
Aunque se cree que el transporte público se adapta a los más mayores, son muchos las que lo ven estresante, incómodo o poco apropiado para sus horarios y necesidades. Por otra parte, existe la idea generalizada de que las personas con discapacidades terminan inevitablemente dependiendo de un coche, algo que debe corregirse tanto por los altos costes que implica (comprar y mantener el coche o la necesidad de adaptarlo) como porque en muchos casos, ahí sí, es sinónimo de dependencia.
La bici es aquí muy importante para los mayores de 65 años. ¡El 30% de sus viajes los realizan pedaleando,
lo que significa que es el porcentaje más alto entre los adultos!
Que las personas mayores o con discapacidad puedan seguir disfrutando de su independencia a través de la bici es, también, gracias a una infraestructura correcta. En los Países Bajos esta es una cuestión básica, ya que las redes ciclistas no sólo inundan el país sino que están concebidas para este tipo de usuarios. La insalvable barrera que, por ejemplo, puede suponer un simple bordillo es inexistente aquí, gracias al diseño de las aceras o incluso la supresión de las mismas en espacios como las calles woonerf (ver despiece superior).
La industria
Van Raam es la empresa de producción de bicis adaptadas más grande de Países Bajos. Aunque empezaron a fabricar bicicletas hace más de un siglo, fue en 1983 cuando su dueño, Poet Boezel, puso en marcha la producción de vehículos especiales, tras pedírselo un amigo que había dejado de caminar con normalidad. Su primera criatura fue un triciclo que, partiendo del concepto clásico de omafiets, “la bici de la abuela”, añadió un brazo oscilante para adaptarse a muchas más necesidades.
“Las bicis ayudan realmente a las personas con alguna enfermedad limitante”, dice Stefan Heunsinkveld, consejero técnico de Van Raam, “porque les da muchísima más libertad y aumenta su calidad de vida e independencia”. Además de fabricar bicicletas, desde la marca asesoran a muchos de sus potenciales clientes porque, como explica Heunsinkveld, “ni siquiera muchas personas con la misma enfermedad tienen las mismas necesidades. Por ejemplo, alguien puede tener problemas de equilibrio y beneficiarse de un triciclo con dos ruedas traseras, pero… ¿Y si tiene dificultades para calcular la anchura? En ese caso, un triciclo con las dos ruedas delante resulta ser una bendición”. En resumen: con la bici de por medio, casi cualquier solución es posible, porque desde el propio fabricante pueden adaptarse las máquinas (eso sí, a veces los precios llegan a los 9.000 euros).
Trabajo de campo
Pero no son sólo instituciones o empresas: también el Fietserbond (algo parecido a un Sindicato o Unión de ciclistas) tiene en marcha proyectos como la Escuela de Ciclismo para Mayores o el Cycling Club, donde organizan rutas para hacer que más personas mayores sigan pedaleando. ¿Cómo? Impartiendo clases con consejos. Editando un boletín con información práctica y jornadas donde probar bicis adaptadas. Luchando, en definitiva, por hacer más visible la bici entre las personas mayores.
En una era, la actual, en la que la toma de decisiones se hace siempre en base al Big Data, las estadísticas y los porcentajes, es tan humano como conveniente poner cara, nombre y apellido a los desafíos que tenemos como sociedad. Conocer de primera mano las experiencias de estas personas nos lleva a apreciar las sutiles (a veces no tanto) diferencias entre crear entornos que los limitan o que los habilitan. Es importante, también, visibilizar los viajes que por desgracia estos ciudadanos están dejando de realizar. Cuantificar y reflexionar sobre cómo la vida de muchas personas con problemas de movilidad, padres, madres, abuelos de nuestro entorno, mejoraría. La receta no es tan difícil: una bicicleta adaptada y contar con una infraestructura que asegure una velocidad reducida, donde pueden moverse todo tipo de vehículos y, por encima de todo, personas, son los ingredientes básicos. El resultado, una mayor independencia, felicidad y libertad de mayores y personas con distintas capacidades, y por lo tanto una sociedad mucho más sólida y solidaria, humana, generosa y avanzada.
Adaptadas e infantiles
A la hora de crear una bici para niños con capacidades distintas, se valora exactamente cuáles son sus necesidades concretas. Problemas de equilibrio, visuales, trastornos de crecimiento, baja movilidad en piernas o brazos… Una vez sabido, la marca adapta alguno de sus modelos.
¿Qué son las calles woonerf?
La traducción literal sería “patio viviente” y es una idea tan sencilla como efectiva: vegetación, bancos, adoquinado… Un diseño de ciudad nacido en Delft en los años 70, donde el coche tiene unas fortísimas restricciones de velocidad y aparcamiento y, claro, la zona se llena de niños jugando, peatones y ciclistas.