“Social, público, político, cultural, horizontal y polivalente”. Así se define, entre otras muchas cosas, el espacio abierto autogestionado conocido como Patio Maravillas. Ubicado en la madrileña calle Pez, 21 (tras dejar el local de la calle Acuerdo, 28), este centro de reunión y colaboración ciudadana no deja de ganar adeptos.
Actividad y bullicio
En su interior, el movimiento no cesa. Talleres de castellano, teatro, baile o música constituyen algunas de las actividades que oferta el centro. Y en una gran sala, comunicada con otras tres más pequeñas, está el taller de reparación de bicicletas, que llama merecidamente la atención. En ésta se articula el centro de operaciones, donde los usuarios dejan la bici para lanzarse a la acción. En la primera sala pequeña, cajones y muebles de todo tipo albergan multitud de herramientas y piezas; en la segunda, esqueletos de bicicleta esperan a su nuevo dueño. Finalmente, en el último espacio, se acumulan las plateadas llantas y las cubiertas.
“No hay jefe o responsable del taller, todos aprendemos de todos”
Los usuarios campan libremente de uno a otro lugar. Dado su carácter horizontal, los colaboradores del taller (unos 20) van rotando cada lunes de forma libre. “No hay jefe o responsable del taller, todos aprendemos de todos”, dice uno. Entre los usuarios de hoy, dos erasmus que han venido a arreglar el plato de su bici, una madrileña que quiere incorporar un transportín y una pareja que pregunta si es muy difícil hacerse su propia bici. “Muchos te preguntan dudas o si tenemos esta u otra pieza, pero siempre aconsejamos que vengan aquí con su bicicleta para que sea más fácil y el material no entre y salga. No es una tienda gratis, es un taller de apoyo y trabajo en común”.
Creatividad social
La iniciativa, “donde cada cual se mancha con su propia grasa y no hay dinero de por medio”, comenzó hace seis años entre algunos amantes de las bicicletas que reparaban e intercambiaban material. Su idea no era otra que ofrecer los medios y el apoyo necesarios para que los ciclistas pudieran arreglar piezas rotas, así como reinventar algún aspecto de su bici o montarse una nueva con piezas sueltas.
Todo un mundo de herramientas, piezas recicladas y amantes de la mecánica. Poco a poco, Ciclococina se ha hecho toda una referencia en Madrid para aquellos que deseen reparar (auto BiciReparación), recuperar o pedir prestada una bici (Préstamo de bicis donadas), reciclar (reutilizar materiales con otra función) o crear su bici ideal (Bici Engendros).
Cada cual se mancha con su propia grasa y no hay dinero de por medio
El material se obtiene a través de la colaboración de usuarios y tiendas especializadas, que rechazan material por defectuoso u obsoleto. “Recogemos bicis y piezas que o bien se reparan o bien se despiezan para trasplantar a otras bicicletas”, pero “también se compra a veces en caso de que sea necesario y en función de las necesidades que surjan. Intentamos cubrir la demanda y tener de todo, aunque no siempre es posible”.
La bicicleta contribuye definitivamente a la empresa que tiene el Patio Maravillas, y que no es otra que crear una “fábrica de compañerismo, colaboración, generosidad y trabajo en equipo, es un área de descanso, un oasis en el desierto humano de Madrid”. Un centro de de trabajo en el que muchas colectividades luchan por defender sus causas *cocinando *nuevos proyectos que nutren las carencias de justicia y libertad de los habitantes de Madrid.
EL “CICLIÁTRICO”
Hace unas semanas, Ciclococina recibió refuerzos. Las chicas del colectivo Cicliátrico (procedentes del CSOA Casablanca) y que se definen como «un colectivo de bolleras, feministas, trans, queers… a las que les une la pasión y la locura por las bicicletas», ha engrosado la lista del material añadiendo sus herramientas, pintorescamente pintadas de “rosa”. Una iniciativa con la que pretenden luchar contra la idea de ese «escenario típico en un taller en el que todo un equipo de mecánicos hombres tiende a tratar a las mujeres de manera paternalista, presuponiendo lo que necesitan y dando mucha más ayuda de la que darían a un hombre». Su apuesta se centra, por tanto, en generar un espacio horizontal de aprendizaje “exento de paternalismo, actitudes machistas y tránsfobas”.
El espacio será compartido, así, tanto por Ciclococina (todos los lunes de 20:00 a 23:00 horas) como por Cicliátrico (los jueves a partir de las 19:00 horas). Más información, en patiomaravillas.net