Según la alta sociedad, los más adinerados de Bogotá, nos movemos en bicicleta por falta de dinero. No es cierto: mi bici cuesta lo mismo que una moto. Aseguran que nos movemos por Bogotá en bicicleta por carecer de dinero para el sistema público de transporte, pero es una gran mentira.
Habló por mí, y creo que por más de un ciclista bogotano. Nos aburrimos de ir en un bus, transmilenio o sistema integrado de transporte público, que no te brinda el mejor servicio de movilidad. Además, las vías principales que nos llevan al norte, sur, centro, occidente, oriente y noroccidente de Bogotá son un verdadero caos en la hora pico (en la hora pico, las personas que nos movilizamos en bicicleta vamos un 10% más rápido, incluso, que un taxi).
No sólo eso: además de que las rutas en hora pico se quedan en los trancones, debemos hacer transbordos, lo que implica una pérdida de tiempo añadida: esperando el alimentador, luego el transmilenio, además de caminar en el portal y las estaciones… Nosotros los ciclistas lo comprendimos, y por eso vamos en bicicleta.
Rodar en Bogotá
A veces es complicado, pues hablamos de una ciudad totalmente diseñada para los vehículos a motor. Sin embargo, durante el gobierno del alcalde Gustavo Petro se han mejorado las condiciones: los kilómetros de ciclorutas van en aumento, al igual que los de bicicarriles y bicisendas.
En realidad, el problema para los ciclistas es que los actores de movilidad motorizados no nos dan importancia. El afán por llegar a su destino es tal que se olvidan de los otros actores viales no motorizados, dejándonos a un lado, olvidándose de si van a salir de una curva o si van a interrumpir nuestro paso.
Pese a todo, el crecimiento de los ciclistas urbanos en Bogotá vive un ascenso impresionante. Día a día las personas que se movilizan en el transporte público están más inconformes con el servicio, y la ciudad se está adaptando a nosotros.