Una maestra y un fotógrafo. Elena Milà y David Vilanova. Profesiones normales, nombres comunes, que esconden una extraordinaria gesta: recorrer 12.000 kilómetros en bicicleta para sumar toda la ayuda posible con la que construir un futuro en Kibera. “Es uno de los suburbios más grandes del mundo”, nos comentan desde Malawi, a punto de cruzar a Tanzania. “Un laberinto de chabolas de hojalata en el que viven más de un millón de personas”. Uno de esos lugares en los que “futuro” es un concepto extraño, donde las condiciones de vida son un desafío y el foco está en el presente, en el día a día. “En este contexto de escasez y una muy elevada tasa de mortalidad”, resume David, “muchos niños se ven arrojados a la vida en la calle, limitándoles cualquier opción”.
“Es indispensable tener una buena respuesta cuando tu mente te pregunta por qué estás haciendo esto, por qué estás en medio de la nada en condiciones tan duras” (David Vilanova, Karaban)
La esperanza
Pero allí el optimismo tiene un nombre: Kings and Queens of Kibera. Una ONG que, desde 2011, se deja la piel para crear oportunidades para esos jóvenes del suburbio. “Cuando conoces de primera mano el trabajo de Kings and Queens of Kibera, se activa algo en ti”, comentan en Karaban, “y es muy esperanzador ver que un pequeño proyecto es capaz de generar cambios tan grandes en un contexto tan difícil.
Por eso, hace tres años empezamos a pensar en cómo colaborar con ellos, y decidimos que lo haríamos creando una caravana ciclista con un objetivo: llegar todos juntos, participantes y patrocinadores, a Kibera”.
El objetivo es llegar, claro, pero recaudando 50.000 euros que permitirían mantener a 22 niños acogidos en el centro durante dos años. “Ya hemos superado los 30.000 y seguimos trabajando”, dicen desde Karaban, por lo que son optimistas. Esos alumnos, gracias a sus buenos resultados académicos, serán admitidos en residencias de escuelas importantes.
Se hará un seguimiento de todos ellos. Y, partiendo de premisas a priori básicas como “hogar y educación”, el trabajo se prolongará hasta la universidad o futuros microcréditos para apoyar a aquellos que decidan iniciar sus propios proyectos profesionales. “Las primeras generaciones que formaron parte de Kings and Queens of Kibera siguen muy implicadas en el proyecto”, explican Elena y David, “cerrando un círculo en el que aquellos que recibieron una oportunidad se involucran para aportar oportunidades a otros”.
El objetivo es llegar y recaudar 50.000 euros que permitirían mantener a 22 niños acogidos en el centro durante dos años.
Sacar fuerzas
Pedalear puede ser maravilloso, pero es obvio que llegar a Nairobi desde Andorra no es un camino de rosas, y ellos pueden confirmarlo. “Namibia ha sido uno de nuestros grandes desafíos”, explican, “porque es el país con la segunda densidad de población más baja del mundo y tuvimos que cruzar el desierto de Namib, el más antiguo de la Tierra, con temperaturas que rozaban los 45 grados.
Tres meses de interminables distancias por carreteras áridas y arenosas, que cruzan centenares de kilómetros sin indicios de población o lugares donde abastecerte de agua o comida. Una dura prueba para nuestra mente, nuestro físico y nuestras bicis”. Kilómetros, eso sí, que también suman anécdotas y recuerdos para toda una vida. “El encuentro con un osezno en un bosque, encontrar un escorpión en las alforjas, los aullidos de los chacales al atardecer, admirar una manada de elefantes al caer el día… Pero, también, ser acogidos en granjas, pajares, iglesias, escuelas o hasta en un monasterio para pasar la noche”.
¿La clave? Sin duda, el optimismo y la positividad. “Es indispensable tener una buena respuesta cuando tu mente te pregunta por qué estás haciendo esto, por qué estás en medio de la nada en condiciones tan duras”, aseguran en Karaban. “Por eso es esencial creer, saber, que cada kilómetro pedaleado nos acerca a nuestra meta, dando sentido a lo que hacemos y fuerzas para seguir y superar el reto propuesto”.
En principio, llegarán a Kibera el seis de octubre. “Formaremos un gran pelotón en los últimos kilómetros, con los niños y niñas de Kibera junto a los Karaban bikers”. ¿Qué pasará después? “Seguiremos apoyando la causa, y buscando nuevas formas de recaudar fondos destinados a generar pequeños y grandes cambios. Mientras rodamos, a veces nos imaginamos nuevos desafíos… ¡Pero eso es todo lo que podemos compartir por ahora!”