No, no es nada fácil lograr hablar con Jacob Stead. Y, desde luego, no es por falta de ganas: desde que descubrimos su trabajo a través de las redes sociales no dejamos de parar en su colorido estilo, en la eterna vigencia de sus ilustraciones con un toque retro. Es complicado cuadrar agendas, Stead tiene un proyecto con fecha de vencimiento próxima y no puede fallar, pero… finalmente consigue sacar un rato para hablar con nosotros de una de las cosas que más le gustan: las bicis.
Celeridad digital
Sus ilustraciones llaman la atención. Coloridas y dueñas de un ambiente de modernidad, que perfectamente podrían formar parte de un innovador videojuego o de una fascinante película, Stread explica que su forma de trabajar es “completamente digital, usando Adobe Photoshop en una tableta de 22 pulgadas que me permite sacar todo mi trabajo adelante”. Sin embargo, no siempre fue así, porque también confiesa ser “un enamorado de la tinta. Durante años usé témperas, pero tiendo a manejarme en plazos muy cortos y la opción de digitalizar mi arte me ha ayudado a acelerar los procesos”.
Aunque la temática de sus obras sea muy dispar, es indudable que maneja una paleta cromática recurrente que caracteriza su estilo. Stead puede dibujar una oficina, el cartel de un largometraje de ciencia ficción o una escena familiar cotidiana, y reconoce que es generalmente el propio cliente el que selecciona la temática. Sin embargo, cuando da rienda a su imaginación, son “el folclore, el esoterismo y la rareza paranormal lo que más influencia mis obras. Me gusta explorar ideas en los límites de la cultura actual… De hecho, adoro el folclore por eso, por su exploración de aspectos desconocidos y misteriosos”.
La música, el cine y la literatura están muy presentes en la obra de Jacob Stead
La música, el cine y la lectura también suelen estar presentes en sus ilustraciones, algo lógico al reconocernos que, muchas veces, “escucho canciones que me generan ideas y terminan plasmadas en un dibujo”. En piezas recientes encontramos referencias a bandas de música como Psychic TV, la serie Raised by Wolves o el juego Dungeons & Dragons, pero una constante en su trayectoria es la presencia de bicicletas. “No”, asegura, “la verdad es que… ¡no era consciente del gran número de obras en las que aparece la bicicleta hasta que me lo habéis mencionado!”
No debe ser casualidad porque Stead ya solía pasear por su ciudad natal, la británica Bradford, en bicicleta. Reconoce que le encantaba pedalear y hacer gamberradas con ella, actividades normales en un niño que apenas podía estarse quieto. “Cuando tenía seis años”, dice, “recuerdo bajar a toda velocidad en mi bici por un camino muy empinado junto a mi casa. No medí bien las distancias, choqué con la acera y me caí encima de un arbusto. Las heridas me dolieron unos cuantos días, pero eso no era suficiente como para dejar de montar”. Otro de sus momentos ciclistas épicos de la niñez fue ese en el que, a toda velocidad, “daba vueltas alrededor de un árbol en mi bici mientras dos perros bastante enfadados me perseguían”.
Los placeres de Bristol
Como a tantos otros, el llegar a la adolescencia hizo que Stead colgara la bicicleta, pero volvió a retomarla cuando se mudó a Bristol. Ahora se considera “un enamorado de mi bicicleta y del ciclismo en general, aunque reconozco que estos últimos meses, desde que comenzó la pandemia, apenas he podido usarla”. Una pena, porque no hace mucho tiempo “iba todos los días pedaleando hasta el centro de Bristol, donde tengo mi estudio, para después regresar relajado y disfrutando del camino. Tengo la suerte de vivir en una ciudad con buenos carriles bici, y te diría que es mucho más fácil y rápido cruzarla en bici que en coche o transporte público”.
Si alguna vez te lo cruzas por la calle, verás que Jacob no necesita del último modelo para disfrutar de esta forma transporte. De hecho, desde que se instaló en Bristol, utiliza una que perteneció durante años a su familia: primero fue de su tío, más tarde de su padrastro y ahora le ha tocado a él el turno. “Llevo con ella desde hace una década”, asegura, “es una Roberts de estilo muy vintage, creada en los años ochenta, y no pasa inadvertida: es raro el día que alguien no me dice lo hermosa que es”. Y, si Stead no está usándola ni dibujando, es probable que esté haciendo yoga, otra de sus pasiones. “Dedico casi todo mi tiempo libre a practicar yoga y meditación, o a estudiar sobre ello”. ¿Su sueño? “Crear un libro infantil en torno al folclore y temas tradicionales. Cuando era un niño mis libros favoritos eran los que me daban un poco de miedo, y me encantaría ser capaz de hacer algo así”.