Decir Cap Problema es decir experiencia, buen hacer y amor por la bicicleta plegable más famosa del planeta: la británica Brompton. Ubicada en el número 3 de la Plaça dels Traginers, en pleno Barrio Gótico, lleva desde 2001 contribuyendo de manera decisiva a llenar Barcelona de bicicletas. Entrevistamos a su dueño y fundador, Dani Milian que opina, entre otras cosas, de la situación del ciclismo urbano en Barcelona, un asunto especialmente candente tras las recientes declaraciones de la alcaldesa, Ada Colau, y su intención de empezar a multar a quienes pedaleen por las aceras.
¿Qué tal va el año? ¿Cómo ha arrancado el verano?
Ahí vamos… La realidad es que este año el mercado está extraño. Tengo la sensación de que la tendencia es un poco a la baja. Incluso de que en el mundo Brompton estamos tocado techo. Creo que seguir creciendo en una ciudad como Barcelona empieza a ser complicado.
De hecho, Barcelona es una de las ciudades donde más Brompton se ven por las calles. ¿A qué crees que se debe el éxito de la plegable inglesa en la capital catalana?
Así es: sin ir más lejos, es la ciudad del mundo con más Brompton por número de habitantes. Hay entre 23.000 y 24.000 rodando por las calles. Existen varios motivos para ello. Las infraestructuras de la ciudad crecieron a partir del Velocity del 98, y lo hicieron de manera exponencial. Desde el Ayuntamiento se empezó a apostar con fuerza por las infraestructuras. Sólo tres años después, en 2001, ya teníamos parkings y un montón de carriles, lo que comparado con otras ciudades era inédito. Barcelona se imbuyó de cierto espíritu europeo, y la bici jugó un papel esencial en ello. Cuando venía un extranjero a estudiar lo primero que buscaba era un piso y, después, una bicicleta. Koos Kroon empezó a importar las Brompton a Barcelona y en el mes de abril de aquel año 2001 se inauguró Cap Problema: son casi 20 años de trabajo que han surtido efecto. Tras nosotros llegaron otras tiendas, e incluso ahora hay una tienda oficial de Brompton Junction en Barcelona. Por si todo ello fuera poco, en esta ciudad hay muchos pisos altos sin ascensor: un terreno perfecto para una plegable como esta.
“Hay entre 23.000 y 24.000 Brompton rodando por las calles de Barcelona”
Hoy por hoy, ¿Qué tipo de ciclista compra y utiliza una Brompton?
Creo que se ha convertido, quizá por desgracia, en un tema aspiracional. Hay determinada gente que ve a otra gente a la que considera guay pedaleando en una Brompton y la quieren, a veces sin conocerla demasiado. Pero debo decir que el perfil más extendido, y también el más bonito, es el del padre o madre de familia de 40 años para arriba. Gente que se ha hecho mayor, que ya ha criado a sus hijos o incluso que ya ha pagado la hipoteca, y que quiere empezar a respirar, a disfrutar de su tiempo libre y a cuidarse. Personas que quieren cambiar de vida y deciden hacerlo sobre una bicicleta. Diría incluso que ellos copan el 70% del mercado. Más allá de eso hay gente joven, ejecutivos agresivos, un grupo importante del colectivo de gays y lesbianas a los que les gusta mucho la Brompton… De todo un poco.
“En Barcelona, el número de bicis aumenta cada año de forma exponencial”
Hace poco nos contabas que, en los últimos tiempos, recibes muchas bicicletas accidentadas. ¿A qué crees que se debe este repunte?
Yo no diría que es un repunte, sino por desgracia una progresión natural por una cuestión de cantidad: el número de bicis aumenta cada año de forma exponencial. La ciudad sigue siendo igual de grande que hace 20 años, pero ahora hay gente en coche, en moto, en bici, en bici eléctrica, en patinete, en transporte público… A veces siento en Barcelona algo parecido a lo que sentía cuando iba a Amsterdam hace 20 años a por piezas o componentes para bicicletas: ¡no sabe uno ni a dónde mirar! Barcelona es una jungla.
Y en esa jungla, no todos respetan las normas…
Así es. Existe un colectivo minoritario de ciclistas que están ensuciando el buen nombre del colectivo. Turistas que invaden las aceras, ciclistas que, en lugar de aminorar la velocidad o bajarse de la bici, que es lo que hay que hacer, tocan el timbre para que los peatones se aparten. Hay que decir que la mayoría lo hace bien. Ocurre como con los políticos: pensamos que son todos corruptos porque es lo que se ve. Pero es esa minoría la que más daño hace. Hace muchos años, cuando era joven, trabajaba en un taller de motos en el que recibía muchas que habían sufrido un accidente. Ahora empiezo a ver algo parecido con las bicicletas. Creo que debemos hacer una llamada de atención a los ciclistas: tenemos los mismos derechos, pero también las mismas obligaciones.
“Debemos recordar que los ciclistas tenemos los mismos derechos, pero también las mismas obligaciones”
En ese sentido, y más allá de los peatones, ¿cómo es la convivencia de la bici con el resto de vehículos?
Vivimos un momento delicado. Hay calles de cuatro carriles que ahora sólo tienen un carril para coches. Están literalmente desterrando el vehículo a motor de la ciudad por temas de contaminación y por otros temas que se han demostrado importantes, fundamentales para mejorar la calidad de vida de todos. Pero muchos de los que van en coche o moto no lo entienden y que no están concienciados sólo ven que cada vez le quitan más carriles y se lo dan a los ciclistas. Hay un colectivo de profesionales del volante que ve que se está poniendo en peligro su modo de vida. Conozco a algunos que incluso empiezan a respetar menos a los ciclistas, a no respetar su espacio e incluso a cerrarles de manera intencionada. Vivimos un momento de crispación que deberíamos analizar con calma. Es un poco como lo que está pasando entre algunos catalanes y algunos españoles: por culpa de la falta de entendimiento político hay quien se lo toma por lo personal, cuando es algo que no tiene nada que ver con ser buena persona y respetar a los demás.
Así que se trata de concienciar a todas las partes.
Exacto. El ciclista que lo está haciendo mal tiene que recapacitar. Y el conductor que ve que está perdiendo espacio en la calzada tiene que entender que no es que se lo estén dando al ciclista, sino a toda la ciudad y en beneficio de todos. Es un momento de cambio. Y la gente ha de entender que la bici es buena para todos, no sólo para los que nos movemos en ella.
“La gente ha de entender que la bici es buena para todos, no sólo para los que nos movemos en ella”
Más allá de estos problemas, que esperamos que decrezcan, ¿cuáles crees que son las principales necesidades y puntos a abordar por parte del Ayuntamiento y los propios ciclistas a corto y medio plazo?
Lo tengo muy claro: tienen que seguir ampliando las infraestructuras. Hay que reducir no sólo la velocidad, sino el número de vehículos. Y, sobre todo, se ha de poner en marcha una campaña de control contra el mal uso de la bici y penalizarlo de forma estricta. Yo con 14 años iba con ciclomotor. Y cada día le metíamos a las motos nuevos tubos de escape para que corrieran más e hicieran más ruido. Eso sí: cuando te ponían una multa de 10.000 pelas se te quitaban las ganas de volver a hacerlo (risas). Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad de cara a hacer una ciudad mejor.