¿Cómo fue tu primer contacto con Cycling without Age?
Vi una foto que mostraba a gente mayor en un triciclo y con una cara de felicidad increíble. Al poco tiempo me llamó el presidente de Kalapié para decirme que también se había cruzado con el proyecto, y vimos que entre todos podíamos ponerlo en marcha en San Sebastián. Cycling without Age enamora a primera vista, y es difícil encontrar a alguien que le ponga peros.
¿En qué situación está Cycling without Age en España?
De momento funciona en San Sebastián y Barcelona. Nosotros no somos quienes lo extienden en más ciudades, sino que es la propia ciudad, o entidad local, la que sugiere o solicita ponerlo en marcha y entonces se articula el proceso. Nosotros, eso sí, somos quienes ponemos las herramientas iniciales para que funcione.
“Lo más complicado es conseguir los 5.500 euros que, aproximadamente, cuesta cada triciclo”
¿Que es lo mas complicado del proceso?
La financiación. Cada triciclo cuesta unos 5.500 euros, y conseguir el dinero para tener tres o cuatro en marcha no es moco de pavo. Tampoco hay el recorrido suficiente en España como para hablar de un perfil de proyectos: en nuestro caso, se pudo poner en marcha por el apoyo de Donosti 2016 y el presupuesto ofrecido por la capitalidad europea de la ciudad. Además, al ser un proyecto tan transversal (mezcla movilidad, asuntos sociales…) es fácil que determinadas instituciones “escurran el bulto” y la pasen la pelota a otros.
¿Cuántos triciclos de Cycling without Age hay rodando ahora en España?
En Donosti hay cuatro y viene el quinto. En Barcelona, uno. Para San Sebastián, cinco son suficientes, pero para Barcelona uno es demasiado poco. También hay interés en Pamplona, Valencia, Vitoria, Madrid o Valladolid, pero no se ha completado la financiación. No es fácil: encontrar el dinero, coordinar y formar a los voluntarios…
El premio de AMBE, imagino, ayudará…
Facilita el poder presentar Cycling without Age a otras entidades. En ciudades donde aun no está el servicio en marcha van a poder disponer de uno para presentarlo, y eso es clave: no es lo mismo contar el proyecto con fotos a hacerlo en persona, a poder rodar con él. El premio nos dará la posibilidad de tener un triciclo disponible para que se vaya moviendo por aquellas ciudades que muestren interés.
El premio es un ejemplo más de lo mucho que gusta vuestro proyecto.
Sí, y se lo agradecemos profundamente a AMBE. Es un proyecto muy visual, al que se le ven enseguida las virtudes. Además, como te decía antes, es muy transversal, al reunir asuntos sociales con entidades relacionadas con la movilidad, la sostenibilidad o la promoción de la bicicleta. Cycling without Age ejerce un efecto contagioso: cuando ves un triciclo te das cuenta de que las ruedas y los pedales van mucho más allá que una bicicleta, y llama mucho la atención.
Cycling without Age nació en Dinamarca. ¿Cómo han reaccionado allí al premio?
Están muy agradecidos a AMBE, y también ilusionados: lo que vamos a hacer con el premio es lo mismo que hicieron en Suecia o en su país, Dinamarca, y los resultados fueron muy buenos. Tener un triciclo en movimiento implica plantar semillas, facilitar que las entidades lo vean, financien más triciclos y se genere una raíz. Si se da el clima apropiado, la financiación local, y surgen los voluntarios, la sangre del proyecto, todo germina y se convierte en un proyecto que ha llegado para quedarse.
¿Qué futuro le espera a Cycling without Age?
Esta semana se celebra en Copenhague un encuentro anual, el Summit International CWA, donde se seguirán desarrollando planes. Creo que empieza a demostrarse que las iniciativas con un buen fondo van a más: no tienen efectos secundarios negativos, no son negocios, por lo que pueden permanecer y asentarse mejor. Cycling without Age es algo muy social, muy positivo, y espero que en dos años esté en marcha en, al menos, diez ciudades españolas. Si en Europa ya hay unas 220, y en 2013 sólo había una… ¿Por qué no?