Ante la ley, un coche puede ser considerado un arma en manos de una persona agresiva. Es como un cuchillo, que bien utilizado sirve para cortar pero mal utilizado puede hacer mucho, mucho daño. El comportamiento que las personas tienen al conducir un coche o cualquier otro vehículo, incluso una bici, también puede ser criminal, y no sólo como un término coloquial sino también desde un punto de vista legal.
Por eso existe el concepto de Criminología Vial, un ámbito que abarca “el estudio del delincuente y de la víctima del delito enfocados a la seguridad vial”. “Cuando conducimos, circulamos en bici o, simplemente, caminamos, formamos parte de un entorno vial”, nos cuenta José María González, profesor, agente de policía y director del Observatorio de Criminología Vial.
“La criminología vial analiza estos roles y esa relación, que yo llamo socialización vial, fomentando un estudio que permite prevenir siniestros y, después, desarrollar programas para evitar conductas de riesgo”. Vulnerables y, a veces, infractores Laura Durán es responsable de Formación del Observatorio de Criminología Vial, y nos introduce a otro concepto interesante: el de la victimología vial. “Estudia a las víctimas de los siniestros, especialmente aquellas que, como los ciclistas, consideramos más vulnerables”, asegura, “y diferenciamos entre víctimas reales inocentes, imprudentes, provocadoras o las que simulan su victimización para obtener beneficios. Un análisis que nos permite entender mejor la interacción entre los distintos actores de la vía y trabajar en estrategias preventivas”.
Los ciclistas, como los peatones, somos muy vulnerables a la hora de compartir la vía, y la interacción con los conductores puede ser conflictiva. En su libro La mente del delincuente vial José María González identifica tres perfiles principales de criminales viales: el agresivo vial (que manifiesta conductas hostiles en la conducción), el delincuente vial (que lleva su agresividad a un nivel peligroso, incurriendo en actos como el acoso vial) y, directamente, el terrorista vial (que utiliza un vehículo con la intención de causar daño deliberado).
“Cada uno de estos perfiles tiene características específicas”, explica, “pero lo importante es identificar estas conductas para abordarlas desde la criminología y la educación vial”. Eso sí, este experto tampoco rehúye hablar de ciclistas que tampoco juegan limpio. “Son una minoría”, reconoce, “pero también hay ciclistas que frenan intencionadamente a los vehículos generando tensiones innecesarias, o los que yo llamo Cuñaos, que no respetan las normas y se saltan semáforos, invaden aceras o, en general, fomentan una percepción negativa del colectivo”.
Ante el acoso, contención
Pasamos a un tema fundamental: ¿Qué hacer si un conductor te acosa? “Lo mejor es mantener la calma y evitar confrontaciones”, explica García, “porque un ciclista siempre tiene las de perder frente a un vehículo de motor. Nunca debemos responder con agresión ya que esto podría agravar la situación y poner en riesgo nuestra seguridad. Ante el acoso, siempre, contención”. Y añade Laura Durán: “Identificar en el acto el acoso vial es crucial porque así podemos actuar de manera preventiva. La clave está en no participar en la escalada del conflicto, priorizando así nuestra seguridad”.
Desde la perspectiva de la criminología vial, “el vehículo puede ser considerado un arma; y el siniestro una escena del crimen”, resume Durán. “Por eso la investigación debe realizarse con un rigor que permita entender las responsabilidades y prevenir futuras tragedias”. Ambos están de acuerdo en que la clave para mejorar la convivencia en las vías públicas está en la educación y la socialización, y que más allá de las normas o de quién pueda o no tener razón es nuestra actitud la que define cómo convivimos en las calles. “La criminología vial no sólo busca comprender estos comportamientos”, resumen. “sino también promover una cultura de respeto y prevención”.