Mascarillas

Contaminación en las ciudades: el peligro está en el aire

La repetida exposición a partículas contaminantes es un riesgo para la salud. Cada vez son más lo ciclistas que toman medidas para no respirar el humo tóxico que se desprende del tráfico rodado, como el dióxido de carbono o las partículas en suspensión.

Los riesgos son evidentes. La contaminación del aire en las grandes ciudades de Europa reduce nuestra esperanza de vida, ya que la emisión de partículas tóxicas -procedentes, en su mayoría, del tráfico motorizado y las calefacciones- supera con creces los niveles máximos de partículas contaminantes fijados por la OMS. Esa fue la conclusión que publicó la revista The Lancet, que recopiló el año pasado 22 estudios sobre la contaminación del aire y su impacto en más de 360.000 personas que habían vivido en ciudades europeas los últimos 10 años.

Entre las sustancias más peligrosas -que según se estima, causan la muerte prematura de unas 370.000 personas en la UE-: las partículas diésel y el dióxido de nitrógeno. Una contaminación invisible pero con importantes riegos para la salud: problemas respiratorios, cardiovasculares o cáncer. Si bien se ha endurecido las política comunitaria europea sobre la calidad del aire, la realidad es que casi ninguno de los Estados miembros -y España no es una excepción- respeta los límites.

Medidas preventivas

El uso de mascarillas es un método preventido bastante extendido en ciudades como Pekín, donde la concentración de partículas contaminantes alcanza niveles alarmantes. Son muchos los expertos que  apuntan que el uso de la mascarilla podría reducir el impacto de las partículas tóxicas, pero todavía existen algunas dudas sobre su efectividad.

“El uso de una mascarilla puede ser una forma efectiva de reducir la exposición, sin embargo, depende de que las máscaras se ajusten correctamente y se utilicen de acuerdo con las instrucciones del fabricante”, afirmó Gowers Alison, de Salud Pública de Inglaterra (PHE) para BBC Mundo. El problema, sin embargo -y a falta de una investigación mayor-, es que todavía no existe una máscara que filtre gases como el ozono, por ejemplo, un problema serio para aquellas personas con afecciones respiratorias como el asma.

Rutas alternativas, mascarillas… ¿La mejor solución? Reducir la contaminación

Otra posible solución es pedalear por rutas donde la densidad del tráfico sea menor y la contaminación se reduzca considerablemente. Para algunos, circular separado del tráfico puede ser una buena opción siempre que la infraestructura urbana lo permita. Según Vivienne Nathanson, doctora y jefa de la ciencia y ética de la Asociación Médica Británica, “es necesario algún tipo de separación”, no sólo para reducir la exposición a humos tóxicos, sino también por seguridad, aseguró para la BBC.

Pero la raíz del problema no es éste, sino el de reducir de manera eficaz la emisión de partículas contaminantes en las grandes urbes. Problema del que, progresivamente, se van concienciando numerosas ciudades al promover nuevas alternativas de movilidad sostenible. Entre ellas, y no hay duda, está la bicicleta: herramienta esencial para el cambio. Mientras tanto, las ventajas de pedalear son tan evidentes que abandonar la bicicleta para evitar una exposición mayor no puede ser, en ningún caso, una opción. Justamente lo contrario: ir en bicicleta y animar a la gente a que lo haga podría ser la solución.