Deliveroo, Glovo, Ubereats… Cada día es más frecuente cruzarnos con jóvenes que transportan, sobre su bicicleta, una voluminosa mochila con el logotipo de una de estas empresas. ¿Quiénes son? ¿De qué viven? ¿Por qué está en auge el negocio del reparto de comida en bicicleta?
“Cada vez son más las personas que quieren recibir productos, con la máxima celeridad, en su casa o trabajo. El tiempo es oro, y el on demand está a la orden del día”. Eso explican a Ciclosfera los responsables de Glovo, empresa nacida en 2015 cuando su CEO, Óscar Pierre, estudiaba ingeniería aeroespacial en EEUU y hacía prácticas en Airbus. “Los marketplaces colaborativos y las apps estaban allí en plena expansión”, cuentan, “y eso le llevó a pensar en trasladar el sistema a España. En febrero vio la luz la versión beta, que hoy tiene unos 200.000 usuarios y más de 300 partners”.
“Cada vez son más las personas que quieren recibir productos, con la máxima celeridad, en su casa o trabajo”
El funcionamiento de Glovo es sencillo: la plataforma conecta al consumidor con una tienda, comercio o restaurante de su ciudad para hacer el pedido, y después con uno de los llamados glovers, mensajeros independientes que se encargan de hacer el recado de forma personalizada y flexible. “Cobramos un fee o cuota de servicio, más una comisión a nuestros partners sobre el coste del producto o artículo”, apuntan desde la empresa.
De todos los repartidores con los que cuenta actualmente Glovo, el 40% se desplaza en bicicleta. “Todos los glovers están dados de alta en la seguridad social y trabajan como autónomos”, nos explican. “Ellos escogen qué días y horas quieren trabajar, de manera que pueden compatibilizarlo con otras actividades profesionales o de estudios. Lo único necesario es un medio de transporte, sea bicicleta o moto, un móvil y la mochila Glover”, afirman.
Crecimiento exponencial
Deliveroo, otro de los grandes del sector, tiene acuerdos con más de 1800 restaurantes de Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza. A nivel global funciona en 130 ciudades de doce países, empleando a 1.000 personas y colaborando con más de 30.000 riders. “El crecimiento y las aperturas en España evolucionan mejor de lo previsto”, dicen desde la empresa, donde entienden que ocupan “un espacio hasta ahora no explorado en ese segmento”. Las cifras son esperanzadoras: según la compañía, el número de pedidos de comida al mediodía se multiplicó por 13 en 2016, contribuyendo a incrementar en un 30% los ingresos de los restaurantes colaboradores.
“El crecimiento y las aperturas en España evolucionan mejor de lo previsto”
Según sus responsables, Deliveroo presta especial atención a la movilidad sostenible. “Trabajamos el concepto de proximidad y muchos de los pedidos de comida a domicilio que recibimos pueden gestionarse en bicicleta. Intentamos que la sostenibilidad y los hábitos saludables que conlleva el uso de la bici se combinen con la calidad del servicio -garantía de cuándo y cómo llega el pedido al cliente- y la comodidad del rider”.
Pese a las buenas vibraciones que sugieren este tipo de negocios, no faltan las voces que ponen en entredicho sus buenas prácticas. “El modelo de negocio de estas empresas se basa en lo que los ingleses llaman ‘gig economy’, basado en financiar proyectos a través de fondos de inversión que demandan un crecimiento exponencial de la empresa en poco tiempo”, explica María Echevarría, de la app de mensajería Cleta, cooperativa que surgió precisamente como contrapartida a este tipo de prácticas. “Eso se traduce en que la empresa abarata el servicio por debajo de los costes gracias a que no tiene gastos laborales: los propios mensajeros se pagan autónomos, no tienen derecho a vacaciones o bajas, etc. En el Reino Unido el Parlamento ha creado una comisión de investigación para las empresas que trabajan así, y entre ellas están Deliveroo, Uber o Glovo”.
Carlos, que ha trabajado para varias de estas empresas, se muestra especialmente crítico con sus prácticas. “Desde luego, es un modelo muy interesante para las empresas: descargan toda responsabilidad ante la seguridad social en sus trabajadores, a los cuales niegan incluso la misma condición de trabajadores. El falso autónomo pasa de ser una forma de fraude a una forma de contratación. El siglo XXI llega también a la bicicleta, para redefinir la explotación”.
Por amor a la bici
¿Cuánto cobran estos repartidores? “El promedio es de 3 a 7 euros por pedido, dependiendo de las condiciones climáticas y el día”, apunta Jefferson, que ha trabajado en varias de estas empresas. Algunas de ellas, como Deliveroo, pagan actualmente un fijo de 8,5 la hora. Otras, como Stuart, cuentan con un mínimo garantizado de 6 euros la hora, para lo cual hay que cumplir condiciones como estar conectado el 90% del tiempo del turno, coger más del 90% de los pedidos que entren y estar en la zona asignada. Desde Glovo señalan que sus mensajeros “pueden llegar a cobrar hasta 10€ la hora”.
“Es muy difícil vivir de esto: pagando la cuota de autónomos tendrías que trabajar más de 10 horas diarias para tener beneficios”
“Ganamos lo que trabajamos”, apunta David, otro mensajero que también ha pasado por varias de estas empresas. “Cada uno de esos chicos que ves con mochila lleva ocho horas ahí sentados. Sorteando coches, peatones zombies que miran sólo al teléfono mientras caminan, buscando y haciendo envíos constantemente. Si le pones ganas puedes superar los 1000 euros al mes con facilidad, así que la pregunta que haría es… ¿Pero tú cuántas hora pedaleas al día?”
“Si eres ciclista”, denuncia Jefferson, “es muy difícil vivir de esto, aunque sólo sea porque pagando la cuota de autónomos de 270 euros tendrías que trabajar más de 10 horas diarias para tener beneficios”. Una realidad que, al final, se da de bruces con la sostenibilidad proclamada. “Muchos ciclistas acaban pensando que es mejor comprarse una moto”, explica Jefferson, “porque la bici no te genera tantos ingresos. Creo que la gente que vive de la bici lo hace, ante todo, por amor al ciclismo”.
Preguntados por este asunto, desde Deliveroo aseguran estar creando “oportunidades para que los riders complementen sus ingresos de forma flexible”. Respecto a las condiciones, “además de las que considera la normativa, trabajamos con profesionales orientados y comprometidos con un servicio de calidad. Solo así el pedido de calidad que sale de los restaurantes con los que colaboramos puede llegar a los domicilios en condiciones óptimas”.
El colapso de Take Eat Easy
Muchos recuerdan aún el caso de Take Eat Easy, una de las empresas que irrumpió con fuerza en el mercado del reparto de comida a dominio. “La gestión de Take Eat Easy fue un auténtico caos desde el minuto uno”, recuerda Nacho Tapia, uno de los ciclistas urbanos que trabajó con ellos. “El jefe de operaciones nos llegó a enviar su nómina por error: cobraba más de 3000 euros, cuando la gente estaba dándose de alta en autónomos y casi perdiendo dinero”, recuerda con indignación. La empresa acabó desapareciendo de forma súbita, pasando todos sus clientes a la competencia, Deliveroo.