1. Viajas a otro ritmo. Cuando te desplazas en bicicleta disfrutas el camino de otra manera: con el aire golpeando en tu cara te empapas del paisaje. Lo tocas, lo hueles y lo disfrutas al máximo. Puedes detenerte en el momento que te parezca para hacer una foto o simplemente descansar un rato. La bici te otorga la velocidad perfecta: más rápido que a pie, más despacio que en coche. Libertad total.
2. Gastas poco. Muy poco. De hecho, el cicloturismo es una de las maneras más baratas de viajar que existen. Es fácil encontrar albergues, y si viajas con tienda de campaña podrás acampar casi en cualquier parte. Y te entrará la risa floja cada vez que pases delante de una gasolinera y compruebes lo caro que resulta llenar el depósito. Para el resto, claro.
3. Haces amigos. Todos los que pedaleamos lo sabemos muy bien: la bici une. Por eso, si decides embarcarte en una pequeña aventura cicloturista te darás cuenta de que es muy fácil hacer amigos. Con ellos compartirás una experiencia absolutamente inolvidable.
4. Descubres rutas insospechadas. Viajar en bicicleta te lleva a conocer lugares únicos que difícilmente descubrirías si optaras por otro medio de transporte. Porque hay caminos y sendas sólo aptas para ser recorridas en bici o a pie. Del mismo modo, accederás a los pueblos o ciudades por sitios poco convencionales.
5. Tú eres tu propia energía. Llegar a un lugar gracias a tus propias piernas otorga al cicloturista una sensación difícilmente explicable para aquel que nunca la haya experimentado. Una satisfacción única y una sensación de independencia y libertad incomparables a cualquier otra manera de viajar.