A FAVOR
Somos vehículos pero, por encima de todo, somos personas. Que se desplazan sin emitir ruido y humo. Que no tienen por qué circular a velocidades de vértigo. Personas a las que exigir civismo, respeto y sentido común, pero que bastante arrinconadas y amenazadas están ya como para ser también expulsadas de las zonas peatonales. Que políticos y medios de comunicación sean claros: el enemigo del peatón no es la bici, sino el coche. Es a él a quien hay que expulsar. El espacio peatonal no debe ser una reserva de humanos, un oasis en la jungla urbana, sino moneda común en una ciudad llena de espacios humanos surcados por bicicletas y gente.
EN CONTRA
Hay ciclistas que necesitan que se les recuerde que van en un vehículo, y que su presencia en las zonas peatonales ha de estar prohibida por lógica: una bici a toda velocidad allí es un serio peligro para los transeúntes, más aún cuando éstos caminan despistados mirando la pantalla del móvil. Si imperase el sentido común, si los ciclistas aminorasen su velocidad conscientes de que han de compartir ese espacio con otros más vulnerables, sobrarían las medidas, pero no es así. El incivismo es moneda común y, tal y como está el patio, lo último que nos conviene es seguir granjeándonos enemistades y recelos entre los que deberían ser los reyes de la jerarquía urbana, los peatones.
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