Una bicicleta nos acompañará durante muchos años y será amortizada en no demasiado tiempo. ¿Vale la pena, entonces, ahorrar cuando adquiramos una, o es mejor realizar una buena inversión para tener la mejor máquina posible? Hay opiniones para todos los gustos: unos abogan porque la calidad y la fiabilidad se pagan, mientras otros votan por mirar la economía y gastar, cuanto menos, mejor. Hablemos de bicicletas baratas.
A FAVOR
Es lo peor que podemos hacerle al ciclismo: convertirlo en una moda para minorías o un artículo de lujo. No hay bicicletas caras o baratas ni bicicletas buenas o malas: todas tienen un uso y un propietario perfectos y, desde luego, siempre serán preferibles a cualquier otro vehículo. Ninguna bicicleta es eterna ni imposible de robar, así que mejor optar por una barata o, incluso, apostar por el reciclaje: ¿hay algo más bonito y sostenible que revivir una bici aparcada? Conceptos como humildad, coherencia o universalidad son los que convierten a una bici en una joya, y no su precio.
EN CONTRA
Cuando toca rascarse el bolsillo no conviene escatimar: una bici buena no es barata, y una bici barata no es buena. Hablamos de un vehículo que amortizaremos muy rápido y que, aunque nos parezca caro, acabará saliendo barato. La diferencia de calidad de una mala a una de gama media o alta es abismal, y se evitará el usar y tirar tan propio de la sociedad moderna porque una bicicleta buena es para toda la vida. Miles de ciclistas se arrepienten de haber intentado ahorrar y, en el fondo, haber comprado problemas: invierte en una buena máquina y lo agradecerás, pedalada tras pedalada, durante toda la vida.