El Consistorio ha elegido quitar espacio al coche -añadiendo un ciclocarril anexo al del tráfico motorizado-, frente a la opción que implicaba la instalación de un carril exclusivo para bicicletas. La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha apuntado que se trata de “reducir el espacio de calzada para el vehículo privado a motor” para “desincentivar esta opción de movilidad”. Una decisión que muchos ciclistas ven como peligrosa en las principales zonas de confluencia -sobre todo en aquellas con pendientes pronunciadas como Marqués de Urquijo o Génova- y para las que reclamaban un espacio exclusivo para bicis.
La instalación de este anillo, ya en ejecución, y para el que se pintarán señales, así como se habilitarán carteles verticales, cubrirá una distancia de 10,3 km. Los ciclistas convivirán con los coches en el mismo carril a una velocidad limitad de 30 km/h entre otros dos carriles: el habilitado para bus y taxi, y el que utilizará el resto del tráfico a motor, con la limitación habitual en zonas urbanas de 50 km/h. Una decisión que, el líneas generales ha tenido una acogida buena. Como afirma Juan Merallo, portavoz de Pedalibre: “De inicio, nos parece bien porque es una manera de integrar la bici en el tráfico urbano y visibilizarla”, aunque queda la duda de si habrá conflictividad en algunos puntos negros del trazado como Bailén, Gran Vía de San Francisco y Génova. “Puede ser un peligro cuando un ciclista se encuentre con algún conductor que le considere un estorbo”, apunta.
Además, el Ayuntamiento se ha reafirmado en su interés por implantar un servicio público de alquiler de bicicletas para 2014 -proyecto previsto para 2012 dentro del Plan de Calidad del Aire, pero que que se ha retrasado por falta de presupuesto- y que contaría, inicialmente, con 120 puntos de anclaje y 1.560 bicis.