Cultura ciclista

Bicicletas sin Fronteras y Ciclosfera quieren conseguir 20 bicis para mejorar el futuro de Senegal

Tú puedes construir su FUTURO. Tres sílabas fáciles de pronunciar, pero que implican un horizonte muchas veces incierto. Para muchos niños senegaleses ir al colegio implica recorrer muchos kilómetros: Bicicletas sin Fronteras (BSF) y Ciclosfera intentan darles una bici que, literalmente, les cambia la vida.

En este enlace puedes aportar tu grano de arena

Desde que, en 2015, Bicicletas sin Fronteras se puso en marcha, ha entregado más de 2.300 bicis. Los resultados no se han hecho esperar: esas máquinas han reducido en un 71% las dificultades de acceso a la escuela, mejorando el rendimiento académico de los alumnos que van pedaleando al colegio. Solo en 2023 BsF entregó 412 nuevas máquinas, que además de facilitar el acceso a la educación permitieron generar empleo y fortalecer comunidades enteras. Bajaron el absentismo escolar, aumentaron las tasas de acceso a la universidad y fueron el eje sobre el que se crearon hangares, talleres de reparación o se formaron mecánicos, todo gestionado a nivel local.

Bicicletas sin Fronteras estará muy presente en Ciclosferia, podrás conocerles físicamente y aportar tu granito de arena al proyecto.

Ahora tu propio grano de arena

Por eso, y por muchos motivos más, en Ciclosfera hemos puesto en marcha un reto. Nos hemos propuesto donar 20 baobikes para Senegal de la mano de BsF.

En este enlace puedes aportar tu grano de arena

Puedes aportar mucho o poco, o simplemente reenviar el enlace a quien consideres que puede aportar. Todo suma. Todo es bienvenido. Aquí tienes el enlace para que nos eches un cable, para que les eches un cable.

Una locura real

“El proyecto es una locura que se ha convertido en realidad”, nos dice Romà Boulé, responsable de BsF. “No sólo creo que hemos logrado lo que imaginábamos, sino que incluso lo estamos superando: un implicado equipo de miembros locales, puestos de trabajo creados en Senegal, una metodología de funcionamiento con protocolos claros y eficaces e, incluso, algo que no deja de sorprenderme: la transformación del paisaje. Algo que compruebo cada vez que veo pedalear a centenares de alumnos en sus baobikes”.

“Lo más difícil”, reflexiona, “ha sido comprender que aquí las cosas funcionan de otra forma. La cultura, el clima o los códigos son distintos, y adaptarse a ellos, dejando a un lado las verdades del hombre blanco, supone un profundo y complicado trabajo que, a la postre, diría que es la clave del éxito”.

Con el prestigio ganado en estos años, no es de extrañar que les lleguen peticiones de todo tipo y de varias parte del mundo, “Las valoramos”, dice Romà, “pero tenemos claro que la expansión tiene que ser de la mano de entidades que conozcan el terreno y tengan la capacidad técnica y económica suficientes para implementar el proyecto. Nosotros podemos acompañarlos y asesorarlos, acompañar la locura de otros porque ahora somos más viejos y más cuerdos”, sentencia.

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