Es una de esas historias que conmueven a uno. David Keys, un neozelandés de 52 años de edad, paseaba en bicicleta hacia el campo de rugby de Waihi con su perro cuando, sin percatarse, cayó en una dolina (un hundimiento natural de la tierrra). El impacto rompió su cuello al caer boca abajo, dejándole absolutamente paralizado y sin poder hablar, según recoge el diario The New Zealand Herald.
Por suerte, su perra Bailey ladró sin descanso durante toda la noche. Siete largas horas en las que no se separó de su dueño en ningún momento. Al fín, un vecino acudió a la llamada de Bailey y descubrió a Keys, tendido en el suelo. “Había gente allí, podía ver cómo entrenaban, pero no podía casi hablar ni pedir ayuda. Cuando lo intentaba, apenas se me oía”, le confesó Keys a su hermano ya en el hospital de Otahuhu al que fue trasladado en helicóptero en estado crítico.
“Es un peligro que debería haber sido identificado y señalizado”
Tras tres horas de operación, este ciclista australiano pudo salvar su vida aunque, desgraciadamente, el accidente lo ha dejado tetrapléjico. Hecho que ha llevado a la familia a denunciar a las autoridades el estado del parque donde se encontraba el socavón: “Es un peligro que debería haber sido identificado y señalizado”, explicó su hermano Ian Keys.
Las Autoridades, que han calificado la situación de “trágico accidente”, han acordonado la zona, y han confesado el escaso cuidado que recibía la zona, donde sólo se cortaba el cesped cada dos o tres semanas.
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