Presente en más de 30 países del mundo, el grupo Tragsa tiene en marcha proyectos de todo tipo, casi siempre relacionados con infraestructuras, medio ambiente, arquitectura, agua o producción agropecuaria, pesca o alimentación. Pero la historia que nos ocupa se produjo en la sede de la compañía en Madrid, más en concreto en el barrio de Ciudad Lineal.
Es allí donde, cada día, se reúnen unos 1000 empleados de Tragsatec para sus quehaceres diarios. Uno de ellos es Ignacio Prieto, aficionado al ciclismo y que, hace unos cuatro años, empezó a ir cada día pedaleando al trabajo. “No era el único”, nos cuenta, “y pronto nos juntamos unos cuantos más. Las dejábamos atadas a la entrada, un poco de cualquier manera, hasta que conseguimos a través del sindicato que nos pusieran cuatro plazas de aparcamiento que se llenaban cada día”.
Un primer paso que pronto vivió la primera sorpresa desagradable: el robo de una de las bicicletas. “Eso provocó que creáramos un grupo de correo entre los ciclistas de la empresa, para recabar más información sobre lo ocurrido y cómo evitarlo. Nos pusimos en contacto otra vez con el sindicato, organizamos un desayuno al mes, empezaron a salir nuevas ideas y pedimos un aparcamiento más grande y mejor vigilado. La empresa atendió nuestra demanda, y las cuatro plazas se transformaron en 8, después en 16 y, ahora, en 40, de las que más de la mitad se ocupan todos los días”.
De atar cuatro bicicletas en la entrada a un aparcamiento para 40 monturas. De una actividad individual a un grupo de compañeros compartiendo trayectos y comidas
No fue lo único: Prieto cuenta que, por ejemplo, recopilaron las rutas diarias de cada uno de los ciclistas, haciendo un mapa que pusieron bien a la vista en la entrada a la oficina. De esa manera, los compañeros que estaban interesados en cambiar su forma de transporte buscaban a algún ciclista cercano, podían hacer el camino con ellos “para probar”… y terminaban subiéndose al carro, haciendo que el número de “bicicleteros” aumentara exponencialmente.
“Ahora reclamamos vestuarios y taquillas”, cuenta Ignacio. “Creemos que mucha gente no viene en bici por no haber un sitio para ducharse y cambiarse, o por lo menos esa es una de las excusas que nos suelen poner. También pedimos más vigilancia, porque muchos tienen bicicletas caras y cada vez más personas están interesadas en venir en una bici eléctrica. ¿Otras peticiones? Nos gustaría que la empresa publicitara más el uso de la bicicleta a la entrada del edificio o que desde salud y prevención, por ejemplo en las revisiones médicas anuales, se aconsejase venir en bici. También, y eso es muy importante, que los trabajadores tengan más información sobre robos o accidentes: los robos, por ejemplo, los cubre el seguro de la empresa si es en sus instalaciones, y también los daños a terceros que se produzcan en el desplazamiento al trabajo”.
“Igual que tickets restaurante o cheques guardería, se deberían dar bonus a los que van a trabajar en bicicleta”, dice Prieto
Lo que piden en Tragsatec no es nada descabellado, y parece que la dirección es permeable a sus demandas (y más todavía después del premio del Ayuntamiento de Madrid). Pero Prieto sabe que todavía estamos en el principio del camino: “En una liga superior hablaríamos, claro, de incentivos económicos. En una ciudad como Madrid se debería dar algún tipo de bonus a los trabajadores ciclistas, igual que en las empresas se dan tickets restaurante o cheques guardería: no ocupamos plazas de aparcamiento y aliviamos los posibles atascos que pueden sufrir otros compañeros”.