¿Desde cuándo te gustan las bicis?
Desde siempre. De pequeño organizaba carreras de BH en el barrio, heredé las de mis hermanos y, por fin, en mi décimo cumpleaños, me cayó una BH California. La dejé en el patio… ¡Y a la hora ya me la habían robado!
¿Cuándo te hiciste ciclista urbano?
En 2005 me instalé en Frankfurt, vi que mucha gente lo hacía y me encantó. La libertad y la autonomía que ya conocía se extendían a toda la ciudad, así que lo primero que hice al volver a Madrid fue comprar una plegable.
¿Qué bicicletas tienes ahora?
La Leader que heredé de un compañero de piso, un dominicano triatleta que desapareció debiéndome un mes de alquiler pero que, al menos, me “regaló” su montura, y la BH de la foto. La compré de segunda mano por 100 euros, y la restauré en Dale Pedales.
¿Cómo es pedalear en Madrid?
Para mí es un lugar ideal: puedes cruzártela en media hora y, en cuanto desplacemos a los coches, la forma de convivir cambiará por completo. Es sólo una cuestión de cambiar la mentalidad de los ciudadanos y mostrar una intención política real, porque todo lo demás es perfecto.
¿Has convencido a alguien de que se haga ciclista?
¡A casi todos mis amigos! Soy muy pesado, cuando me obsesiono con algo insisto sin parar y, cuando haces algo que te gusta, predicas con el ejemplo y te mantienes firme, tienes una influencia en tu entorno. Para mí, la bici es importante: he llegado a dejar un trabajo por lo infeliz que me hacía el tener que ir siempre en coche.
¿Dónde trabajas ahora?
En Converse. Visito a mis proveedores y clientes en bici, aunque otros compañeros van en Porsche. Aunque moverse en bici sigue siendo algo fuera de lo común las marcas empiezan a mirar el ciclismo urbano de otro modo: saben que los ciclistas somos gente activa y saludable. De momento me dejan subirla a la oficina, y hasta hay bicis disponibles por si algún compañero se anima.
¿Practicas algún otro deporte?
Juego al rugby desde los 7 años, y desde hace 5 también entreno a chavales. El rugby transmite valores muy interesantes, y hay pocos deportes donde el compañerismo sea tan importante. En la bici, en cambio, vivo justo lo contrario: estoy solo, y es mi momento exclusivo.