“Empecé a trabajar como fotógrafo en 2006, pero hago fotos desde 2003. Mi padre iba con una vieja cámara analógica a rallys de coches, y me impactó una de sus fotos: la de un Seat 124, en plena curva, y a dos ruedas. Creo que por eso empecé a jugar con ella, a enfocar… Ahora tengo esa cámara, que aún funciona y uso de vez en cuando, y la foto del 124 enmarcada en mi estudio”.
“Con los ciclistas empecé por aquel entonces. Me metí en el boom del piñón fijo en Barcelona, vi que podía hacer fotos chulas y una cosa llevó a la otra: la calle, el velódromo, el keirin…”
“Creo que me distingue mi forma de encuadrar y los colores que uso. En el ciclismo es fácil caer en imágenes parecidas, y por eso también me gusta cambiar de escenario. Carretera, pista, gravel, ciclocross… Cada medio exige una adaptación, y aplico una técnica distinta en cada sitio”.
“Hay fotógrafos buenísimos en el mundo de la bici. Jered y Ashley Gruber deben ser los más conocidos, pero también me encantan Balint Hamvas, Marshall Kappel o Chiara Ridaschi. En España me gustan mucho Mario Cranks y Quique Bueno, que además son amigos míos”.
“La escena del piñón fijo ha muerto. Deben quedar cuatro o cinco chavalines, pero casi nada comparado con lo que había hace un lustro. Casi todo el mundo se ha pasado al BTT, al gravel, al ciclocross o la carretera. Yo mismo hago cada vez más gravel, porque me encanta disfrutar de la naturaleza, aunque en cuanto pueda volveré a rodar por carretera”.
“La bicicleta está ya instaurada en las ciudades, al menos en Girona y Barcelona, que es donde mas voy. Hay cada vez más infraestructura, y está bien, porque las calles deben dejarle paso a la bici. El coche se ha convertido en el gran problema”.
“Soy absolutamente autodidacta. Para mejorar hay que investigar y estar pendiente de la tecnología y el trabajo de otros, pero sobre todo hacer muchas fotos, aprender a base de errores. Nadie aprende de golpe: tienes que probar, descubrir, no sucede de un día a otro”.
“La tecnología está ahí, no hay otra. Es verdad que mucha gente se cree que, en un segundo y con un filtro, pueden hacer una buena foto, pero yo prefiero hacerlo a mi manera. Hacer las fotos y luego, en mi casa y poco a poco, trabajarlas. Los móviles y sus filtros no hacen daño a nadie y es verdad que hacen fotos bonitas, pero cuando hay que trabajar uso la cámara y le dedico horas en mi estudio”.
“La bici sigue ahí, pero ya no puede hablarse de una moda. Para las marcas de fuera del sector ya no es tan llamativa. ¿Por qué? Muy fácil. Hay tantos ciclistas, se ve a tanta gente en bici, que ha perdido parte del interés”.