Demasiado ruido y demasiado combustible para nuestra forma de ver la vida. No nos vuelve locos, precisamente, la Fórmula 1, pero, desde luego es reseñable (e imitable) la iniciativa que se ha tomado en el Gran Premio de Holanda.
Lo que separa la ciudad de Ámsterdam del circuito donde se celebra el Gran Premio de Holanda de Fórmula 1 no llega a 25 kilómetros de trayecto. Se trata de Zandvoort, un lugar de difícil acceso que albergó los días 26, 27 y 28 de agosto a más de 100.000 espectadores diarios.
La ciudad es bonita, el circuito pintoresco, pero sólo tiene una carretera de entrada y otra de salida. Si sumas Holanda y el difícil acceso, la respuesta es más que sencilla: ciclismo.
Viendo el aluvión de personas que podrían acudir al Gran Premio en una ciudad tan pequeña, tranquila y costera como es Zandvoort, de apenas 17.000 habitantes, el ayuntamiento, como en otras ocasiones, restringió el tráfico a motor casi al 100% durante los días del campeonato.
Desde la organización se hizo una pequeña encuesta hace un par de años entre quienes ya contaban con su entrada: el 42% de los 110.000 espectadores que se esperaban en cada jornada dijeron que preferían acudir en bicicleta. Y salió bien.
Así que no se dudó en poner todo en marcha para hacer posible que ningún aficionado acudiera en su propio coche hasta las inmediaciones del circuito y se habilitó todo lo necesario para que el acceso fuera sencillo en bicicleta.
Tanto desde Ámsterdam, como desde las áreas habilitadas para aparcar coches en la región (alejadas de cualquier núcleo urbano), la organización del Gran Premio dispuso todo lo necesario para que se pudiera coger fácilmente una bicicleta y acercarse directamente al circuito. Bien sea con la bici que lleven los propios asistentes o cualquiera de las miles de bicis preparadas para ser alquiladas allí mismo.
Desde Ámsterdam, 25 kilómetros, desde las zonas de aparcamiento, sólo 10 km hasta el circuito. Sin cuestas, claro.
De hecho existía una entrada que la llamaban BIKE+PARK con la que te asegurabas una plaza de aparcamiento en una de esas áreas alejadas del circuito y el alquiler de una bicicleta para llegar hasta las gradas.
Evidentemente, el aparcamiento de las bicicletas una vez en el circuito, fue gratuito. Faltaría más.
Es innegable que se trata de una iniciativa que podría replicarse con total tranquilidad en muchos eventos en los que se espere un buen número de personas, ya sean deportivos, musicales o de cualquier tipo. Finalmente, como en otras ocasiones, siempre es una cuestión de voluntad e infraestructura.