Las empresas de reparto a domicilio han cambiado el panorama urbano en los últimos años. Las calles de las ciudades de todo el mundo se han llenado de riders que pedalean a toda velocidad entre el tráfico para entregar sus pedidos, en un fenómeno que, unido a las nuevas tecnologías, ha permitido recabar datos precisos sobre su manera de moverse y el tiempo que emplean en cada uno de sus desplazamientos.
Una de esas empresas, Deliveroo, hizo recientemente públicos algunos de esos datos, extraídos de los teléfonos móviles de sus más de 30.000 repartidores en 13 países. La conclusión fue clara: en ciudad, la bicicleta es más rápida que los coches, e incluso que las motocicletas. Así lo demostró el algoritmo que la empresa utiliza para calcular las rutas, llamado Frank, bautizado con ese nombre en homenaje al personaje que interpreta el actor Danny DeVito en la serie I’ts always sunny in Philadelphia.
La máquina imbatible
Lo que para muchos puede resulta sorprendente es, para otros, algo de sobra conocido. Cualquier ciclista urbano sabe bien que no hay nada más ágil que una bicicleta: al fin y al cabo, ningún otro vehículo te permite llegar de puerta a puerta sorteando el denso tráfico motorizado con facilidad pasmosa. Su imbatibilidad la demostraron, antes que los datos de Deliveroo, experimentos como el que en 2007 hizo la prestigiosa cadena británica BBC en el programa Top Gear, en el que se evaluó cuál es la manera de cruzar Londres en menor tiempo: en coche, en metro o en bicicleta. No hace falta decir cuál se impuso al resto.
“En distancias entre uno y ocho kilómetros, la bici no tiene rival”
Martino Correggiari ha trabajado como bicimensajero para Deliveroo en Madrid, aunque ahora lo hace como parte de la empresa cooperativa La Pájara. Conoce como pocos, pues, las ventajas de la bicicleta a la hora de buscar un vehículo para moverse rápido por la ciudad. “Puedo decir, con total seguridad, que la bici es más rápida que el coche, al menos en el centro de una ciudad como Madrid”, cuenta. “Entre uno y ocho kilómetros, no tiene rival”.
Existe un dato importante que Martino pone sobre la mesa. “Al menos dentro de la M-30, se calcula que el coche circula a una velocidad promedio de unos 17 kilómetros por hora. Algo parecido ocurre en Barcelona. Tengo una aplicación en el móvil que calcula mi velocidad media en bici, y es similar. Pero eso sí: hay que tener en cuenta que la aplicación también recoge el tiempo que yo empleo en cada recogida o cada entrega, por lo que en realidad la bicicleta demuestra ser mucho más rápida”.
“Por otro lado”, explica, “se estima que el 30% del tiempo que el conductor pasa en un coche se emplea en encontrar aparcamiento. Eso no afecta sólo al que está buscando estacionamiento, sino también a todos los demás. Algo que puede verse muy claro en las calles de un solo carril, en las que esos coches dando vueltas para aparcar entorpecen el tráfico de todos los demás vehículos. Con la bicicleta puedes adelantar fácilmente a esos coches y aparcar en la puerta, por lo que el desplazamiento en ella es siempre mucho más rápido, más eficaz y más flexible”.
Para el día a día
No hace falta trabajar en una profesión que hace de la velocidad un elemento fundamental para saber que la bici es más rápida: cada día, miles de ciclistas urbanos la eligen como medio de transporte para desplazarse a su trabajo, a clase o a donde se tercie. “Siempre busco el medio de transporte más rápido y, dentro de Madrid, la reina es la bicicleta”, cuenta Isabel Ramis, del blog Muévete en bici por Madrid. Embarazada de siete meses, en los últimos tiempos combina una bicicleta eléctrica con el metro. “El otro día bajé en el servicio de bicicleta compartida, Bicimad, desde el estadio Santiago Bernabéu hasta el Puente de Segovia. Tardé menos de media hora, cuando en coche habría tardado, sin duda, mucho más, y el paseo habría sido infinitamente menos agradable”, cuenta.
Además de ser más eficiente, el paseo en bici es infinitamente más agradable
En otras ciudades con más infraestructura, como Valencia, las conclusiones son similares. Belén Calahorro es especialista en planes de movilidad urbana sostenible y miembro del colectivo Valencia en Bici, además de ciclista habitual. “Aún queda mucho trabajo por hacer en materia de preferencia semafórica para las bicicletas”, explica, “pero aun así hemos ganado mucha velocidad. En algunas infraestructuras, como el anillo ciclista, muchos semáforos muestran el color ámbar para las bicicletas cuando el coche ya tiene rojo”.
Calahorro señala otros elementos importantes. “Hay muchas calles y avenidas en las que el sentido de los coches sólo es uno, mientras que para las bicis son vías bidireccionales. Además, en muchos recorridos, especialmente los más largos, se puede bajar al río, donde no hay semáforos, por lo que se gana en agilidad y comodidad”. “La bici tiene permeabilidad total dentro de la ciudad”, concluye Belén, que recuerda que el centro de las principales urbes es cada vez más complicado de atravesar en vehículo motorizado.
“El tiempo es más valioso que el dinero: puedes obtener más dinero, pero no más tiempo”, aseguraba el célebre empresario y asesor Jim Rohn. Es cierto: por eso, cualquier herramienta que nos ayude a gestionarlo, disfrutarlo y valorarlo siempre será bienvenida, ¿y hay alguno mejor que una buena bicicleta y un insuperable reloj?
Cinco consejos para moverte rápido (y seguro) en la ciudad
1. Planifica tu ruta.
No siempre la ruta más corta es la más rápida y segura para ir en bicicleta. Si tu ciudad no tiene grandes infraestructuras ciclistas, aprovecha las calles tranquilas para evitar respirar malos humos y retenciones de tráfico de las que no te será tan fácil (ni seguro) escapar. Ten siempre presente la posibilidad de cambiar de ruta ante un imprevisto, o incluso por puro placer: descubrirás rincones insospechados de tu propia ciudad.
2. Sé empático y respetuoso.
Procura ponerte siempre en el lugar del resto de usuarios de la vía, ya sean peatones, motoristas o automovilistas. Actúa con cada uno de ellos como te gustaría que actuaran contigo: siempre con el civismo por bandera, respetando las normas y dando ejemplo a cada pedalada. Recuerda que cada ciclista amable suma en favor de todos los demás ciclistas. Y otra cosa: es probable que, si tienes prisa, pierdas mucho más tiempo metiéndote en conflictos que pidiendo o aceptando disculpas.
3. Reclama tu espacio.
Eso sí: ser amable no está reñido con reivindicar tu derecho a circular entre el resto de vehículos. Salvo que tu ciudad esté sembrada de carriles bici, habrás de circular por la calzada. Y recuerda: ese es tu lugar, no la acera. Pedalea por el centro del carril y no pegado al margen derecho, como los ciclistas en carretera: así evitarás el temido dooring (la puerta que se abre inesperadamente de un coche aparcado) y que los coches te adelanten sin guardar la debida distancia de seguridad.
4. Mantente alerta.
La relajación es el enemigo de todo ciclista urbano. Por mucho que creas que podrías hacer tu ruta con los ojos cerrados, nunca has de perder la atención. Tener los cinco sentidos puestos en todo lo que ocurre a tu alrededor es fundamental.
5. Disfruta.
Y que se te vea hacerlo. El ciclismo urbano aporta felicidad al que lo practica. Y lo que es más importante: es contagioso. Parte de la culpa la tiene el hecho de que los ciclistas urbanos luzcan a menudo una sonrisa de oreja a oreja al pedalear.