Os voy a contar algo: tengo un viejo amigo de la infancia, Rafa, que lleva desde que tiene uso de razón trasteando con bicicletas: cuando éramos niños arreglaba las de medio barrio, aquellas coloridas BH California con las que dábamos nuestras primeras e intrépidas pedaladas. En plena adolescencia se centró en el mundo del BMX. Y ahora, padre de familia, disfruta moviéndose sobre una híbrida por las calles de Madrid en compañía de sus hijas. Nunca ha trabajado como mecánico, pero sabe más de bicicletas que muchos que conozco. Y disfruta como nadie revisándolas, estudiándolas, mimándolas y, sobre todo, haciéndolas rodar.
Por todo ello, cuando la encantadora Fátima, de la tienda Biciobikes, en el popular barrio de Lavapiés, me prestó la bicicleta que hoy nos ocupa, la Yerka, lo primero que pensé es en enseñársela a mi amigo Rafa, con quien precisamente había quedado un rato después. Quería conocer su opinión.
Su primera reacción fue de sorpresa. A un silencio de varios segundos le siguió una única palabra: “Joder”, musitó para sí. Rafa se acercó a comprobar el mecanismo que ha hecho popular a la Yerka en todo el mundo. Lo abrió y lo cerró varias veces, examinó cuidadosamente su acabado y elaboró un primer juicio palmario: “Cuando piensas que ya se había inventado todo en el mundo de la bici, aparece alguien con una idea increíble y la vuelve a reinventar”.
El cuadro de la bicicleta es el propio candado, de manera que, en caso de forzarse, la bicicleta queda inservible
La reacción de Rafa es similar a la que tuvieron muchos otros cuando se dieron a conocer las primeras noticias sobre Yerka Bikes. Un equipo de chilenos había creado una bicicleta imposible de robar. ¿Cómo? Convirtiendo el cuadro de la bicicleta en el propio candado, de manera que, en caso de forzarse, la bicicleta queda inservible. Una idea tan sencilla como revolucionaria.
Pero empecemos desde el principio: para quien no conozca las Yerka Bikes, se trata de un proyecto creado inicalmente por tres estudiantes de ingeniería chilenos: Cristóbal Cabello, Andrés Roi y Juan José Monsalve. La gente de su entorno vio el potencial de la idea, que acabó desembarcando en la plataforma de micromecenazgo Indiegogo. El resto es historia: Yerka obtuvo la mayor cantidad jamás recaudada por un proyecto chileno. Más de 100.000 dólares y 200 bicicletas vendidas en preventa auguraban un futuro brillante.
Ese futuro ya está aquí. Las Yerka Bikes han comenzado a comercializarse en España y Alemania con apenas un puñado de unidades. Y en Ciclosfera hemos sido unos de los primeros afortunados en probarla.
¿Rodamos?
Más allá del ingenioso sistema que permite candarla a cualquier elemento del mobiliario urbano con sólo un golpe de muñeca en el cuadro y el propio manillar, la Yerka es una bicicleta que no deja indiferente por su diseño. Es una urbana pura, de líneas clásicas y claros guiños a los apasionados del piñón fijo, como las llantas de perfil. Está disponible en tres colores diferentes: negro, rosa y turquesa. Este último se ha convertido en el color más representativo de la marca, y fue el que nos cayó en suerte. Bien.
Es una urbana pura, de líneas clásicas y claros guiños a los apasionados del piñón fijo
La Yerka que hemos probado es una versión mejorada respecto al prototipo inicial. Ahora incorpora tuercas antirrobo para la ruedas, manillar y neumáticos más anchos, puños más gruesos e incluso un kit de herramientas.
Hay algo que sólo pasa con algunas bicicletas: ya durante las primeras pedaladas, sientes que te resulta familiar. La Yerka es cómoda y versátil. Gracias a su cambio Shimano Nexus de tres velocidades en el buje trasero, las cuestas de Madrid se hacen más llevaderas. Los frenos responden de maravilla, y entre el siempre intenso tráfico de la capital se maneja como pez en el agua con una sorprendente agilidad.
Hablamos de una bicicleta única en su especie. Y pese a ello, su precio (549 o 649 euros, según elijamos la versión de una o tres velocidades) resulta ciertamente razonable. Quizás el único pero resida en la estrechez de su sillín, al menos para alguien que, como yo, está acostumbrado a posar su trasero en un Brooks.
¿Alguna vez percibís esa sensación de que os habéis olvidado algo? A mí me ha pasado cada vez que ruedo por la ciudad con la Yerka. Y sí: es por algo: estoy tan acostumbrado a llevar conmigo una pesada U que hacerlo sin ella ha sido algo parecido a una liberación. Para los que, además de eso, os estéis preguntando cuánto pesa la Yerka, la respuesta es 12 kilos.
Estamos ante una bicicleta condenada a triunfar. No en vano, los robos son uno de los grandes problemas que sufrimos los ciclistas urbanos. Al fin y al cabo, hay pocas sensaciones más desagradables que sufrir el robo de tu querida bicicleta. Es por todo ello que no sería extraño que, en un futuro no muy lejano, las calles de la ciudad estén plagadas de vistosas y funcionales Yerkas. La única duda que surge tras probarla durante varios días es ¿cómo es posible que no se le hubiera ocurrido a nadie antes?
Prueba de la Yerka Bikes
Nos subimos a la Yerka Bikes, una bicicleta "imposible" de robar.
-
Diseño
-
Dinamismo
-
Comodidad
-
Practicidad
-
Fiabilidad
-
Precio