Accesorios para bicicletas

Viajar and Roll: cruzar Europa en bici, con perro… y sin pinchazos

Entrevistamos a Viajar and Roll, una pareja de valencianos que viajan con su perro, Mus, y que han encontrado en las cubiertas Tannus un aliado perfecto.

Hay quien nace para vivir a caballo entre un lugar y otro. Personas que disfrutan más del camino que del destino, y que hacen del viaje constante uno de los ejes centrales de su vida. Nómadas para los que lo importante es, ante todo, estar en constante movimiento.

Eva y Sergio, conocidos en las redes sociales bajo la denominación Viajar and Roll, son dos de esos nómadas. Una pareja de valencianos que, un buen día, decidieron dar un giro radical a su vida. Tras regresar de un intenso año recorriendo Latinoamérica haciendo autoestop y trabajando en Canadá, se quedaron con ganas de más. Y decidieron seguir viajando.

“Nos dimos cuenta de que queríamos que el nomadismo fuera un estilo de vida para nosotros”, cuentan a Ciclosfera. Un estilo de vida en el que también debía entrar Mus, su perro, que durante su anterior aventura se había quedado en casa de un familiar.

“La bicicleta nos permitía una forma de viajar económica, autosuficiente, y viable para llevar a Mus con nosotros”

De cara a este nuevo viaje, que arrancó el pasado 16 de enero, Eva y Sergio decidieron que el medio de transporte sería otro. “La bicicleta nos permitía una forma de viajar económica, autosuficiente, y viable para llevar a Mus con nosotros”, explican.

Lo siguiente era decidir a dónde ir, y la respuesta llegó precisamente del propio Mus: ¿Por qué no centrarse en Europa? “La idea de cruzarla de punta a punta suponía un reto a nivel personal, tanto mental como físico. Sin embargo, al no salir del continente era una buena forma de iniciarse a esto de viajar con perro”.

Y es que Mus es parte esencial de la aventura. “Nos encanta viajar con Mus: hace que disfrutemos más del viaje. Cierto es que en algunas ocasiones hemos tenido que adaptarnos a él, como en albergues del Camino de Santiago en que le prohibieron la entrada. De Francia para arriba las complicaciones cada vez han sido menores. Pero Mus es un perro muy tranquilo: está acostumbrado a relacionarse con humanos y otros canes. La gente se acerca a hablar con nosotros por él muchas veces, incluso es habitual que nos hagan fotos cuando vamos por la calle”. ¿Y cómo lo vive él? “Es un perro feliz. Se pasa todo el día al aire libre con sus amigos humanos, sin tiempo para aburrirse. ¿Qué perro no querría una vida así?

“Viajar con alguien tanto tiempo es una forma rápida y eficaz de saber si encajarás con esa persona en un futuro”

Más allá de hacerlo con la compañía de su mejor amigo, viajar en pareja puede suponer un reto. La clave, según Eva y Sergio, es compenetrarse bien. “Viajar con alguien tanto tiempo es una forma rápida y eficaz de saber si encajarás con esa persona en un futuro. Te acabas conociendo tanto, que unos cuantos años de relación pueden convalidarse por un matrimonio de varias décadas”, ríen. “En nuestro caso lo llevamos genial. Antes de ser pareja fuimos amigos, y parte de esa esencia no se ha perdido. A veces somos unos enamorados, otras nos peleamos como hermanos, o nos consolamos como familia. Y cuando hay algún mosqueo, pedaleamos un rato cada uno por nuestra cuenta y se suele pasar rápido. Eso sí, es importante dejarse ratos al día para que cada uno invierta independientemente el tiempo en lo que quiera, y nadie renuncie a cosas que quiere hacer. La comunicación es fundamental”, cuentan.

Una “bendición”

Hay otro elemento clave en Viajar and Roll: las cubiertas Tannus, que han eliminado todo riesgo de pinchazo y, por tanto, aportado comodidad y tranquilidad a la aventura. “Conocimos las Tannus a través de las redes sociales, en concreto Instagram”, recuerdan. “Alguien nos etiquetó en una foto, y comenzamos a investigar sobre el concepto de las ruedas sin aire”. Y es que, para quien pedalea tantos kilómetros, unas cubiertas como estas pueden ser una bendición. “Los primeros 2000Km nos frieron los pinchazos. Llevábamos mucho peso y comenzamos el viaje sin ningún sistema de protección. Unas ruedas con las que no tuviéramos que pararnos a reparar la cámara cada dos por tres, sonaba como a un sueño”, cuentan.

“Hasta la fecha, con más de 4.000 kilómetros usándolas, estamos contentos: los pinchazos han acabado definitivamente, y podemos meternos donde queramos por mal que esté el camino sin preocuparnos”, cuentan. “Pese al peso y los cambios de temperatura, han respondido bien en cuento a desgaste y adherencia. Eso sí, la rueda trasera de Sergio, que es la que más cargada va, ya está para cambiar”.

Algo que muchos usuarios de Tannus cuentan es la diferencia de tacto con las tradicionales. “Al principio, la sensación al principio es distinta, por lo que hay que adaptarse un poco los primeros días. En las bajadas también hemos notado que, al sobrepasar los 30km/h, no cogemos tanta velocidad como antes. Pero para el cicloturismo esto es más una ventaja que un inconveniente, pues al ir con tanto peso (y con el perro, en el caso de Sergio), coger mucha velocidad es peligroso. Así que a nosotros nos repercute positivamente, ya que no desgastamos tanto los frenos”.