¿Cuál es tu primer recuerdo sobre una bicicleta?
Con unos cinco años… Recuerdo estar dando vueltas en el parque de debajo de mi casa, en Prosperidad, con una bici rosa heredada de mi hermana.
Y de ahí, a ser profesional. ¿Cómo ha sido tu primer año en el circuito?
Muy divertido. Me ha dado la oportunidad de viajar: Suiza, Barcelona, Nueva Orleans, Canadá… No me puedo quejar.
¿Cuánto se gana siendo profesional del BMX?
Depende: los cinco o diez primeros del mundo ganan bastante; el resto sobrevivimos. En mi caso, además, este año he tenido alguna lesión y los cuatro viajes me los he pagado yo. Esto es básicamente un hobby: lo que gano lo invierto en viajar más.
¿Cuántas horas entrenas?
Entre semana, intento entrenar dos o tres horas al día. Los fines de semana no me bajo de la bici.
¿Qué debe tener un buen rider de flatland?
Paciencia, ganas de aprender y estar abierto. La originalidad es, junto al estilo, lo que más se valora. Es una forma de expresarte: si no creas tus propios trucos, no llegas a nada.
¿Y cómo es tu estilo?
Arriesgado. Me gusta todo lo que sea saltar por encima de la bici, sacar los pies, soltar las manos…. En resumen: trucos en los que me puedo meter una buena hostia (risas). Y así me va: dentro del flatland soy de los que más se lesiona.
¿Qué te falta para ser el número 1?
Experiencia y seguir progresando. Todos los riders llevan 15 o 20 años montando: yo sólo llevo siete.
¿No hay edad para el flatland?
No. Hasta que el cuerpo aguante. Es como un arte marcial: cuánto más tiempo pasa, mejor es el rider. Hasta los 40 se puede estar al más alto nivel: de hecho, generalmente los mejores rondan los 35.
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