¿Dónde estás pasando estos meses de confinamiento?
Lo estoy pasando en mi casa, que además es un sitio raro porque es una mezcla de casa, oficina, gimnasio, plató… Vivimos cinco personas, hemos hecho una especia de comuna aquí en medio de la montaña, en Pedrera, cerca de Tibidabo. Tanto para trail, caminitos, senderos o pista, como para bici de carretera lo tenemos fantástico. No tenemos la aglomeración de la ciudad y al final bajando en bici estamos a quince minutos del centro de Barcelona.
¿Quiénes son esos cuatro compañeros?
Somos cuatro zumbados. Nos dedicamos al mundo audiovisual y de las redes sociales y por distintas circunstancias de la vida hemos acabado juntos. Yo estaba buscando oficinas para mi empresa y fueron surgiendo las cosas. Es una casa muy grande donde tenemos muchos espacios para guardar las bicis, las cámaras, el material de entreno. Tenemos también un pequeño gimnasio con material y cosas que hemos ido recopilando con los años.
¿Cómo ha llevado un huracán como tú el estar tanto tiempo en casa?
Ahora mismo ya muy bien porque el hecho de poder salir o por la mañana o por la noche te da la vida. No tiene nada que ver poder salir una horita al día con estar todo el día encerrado. Pero hasta hace diez días, que no se podía salir ni a andar, ni a correr, ni ir en bici, la verdad que mal.
¿Qué es el Maratón des Sables?
Es una carrera que se hace en el desierto del sáhara en autosuficiencia, un total de 230 kilómetros divididos en seis etapas. Cada día corres más o menos entre 30 y 40 kilómetros por en medio de las dunas, excepto uno de los días que toca doble maratón. Tú llevas tu mochila con la comida, las sales, las cosas de hidratación, la ropa que quiera utilizar para dormir, los elementos que vayas a usar para comer… suele pesar uno diez kilos. Duermes en la calle con otros siete zumbados como tú, hay un máximo creo que de unos 1.500 participantes de diferentes países y además te tienes que ir orientando tu mismo. Es una experiencia de carrera, pero también de vida muy chula: no hay duchas, no hay lavabos, hay un agujero en el suelo por donde pasan todas esas personas. La última vez que estuve en esa Maratón des Sables fue en 2014. He vuelto seis veces a ese desierto pero a correr la Titan Desert, que sería un poco como el hermano de la Maratón des Sables.
Te imaginas la primera carrera después del confinamiento, ¿cómo crees que será?
Yo creo que no la va a acabar nadie, porque iremos todos con demasiadas ganas. Además, como somos todos unos motivados y unos flipados, el primer día vamos a salir a fondo y, al ser carreras de seis etapas, después de la primera estaremos todos fundidos. A partir del día dos tendrán que dar un día de descanso. Evidentemente todos tenemos muchísimas ganas de que eso suceda, estamos en casa entrenando un poco con el rodillo, con lo que se puede y ahora ya saliendo una horita pero sobre todo con ganas de estas carreras. Además, es que si hay 600 o 700 participantes en una Titan Desert, a 400 ya los conoces de otros años o de otras carreras. Acabamos siendo siempre los mismos flipados que nos gustan estas aventuras, estos viajes y estas carreras. Serán momentos de compartir experiencias.
De qué tienes más ganas, ¿de salir a correr o de ver a la gente?
Las dos cosas no son incompatibles (risas) pero de lo que más ganas tengo es de ir a pegarme una buena butifarrada con mi padre que es un cocinero fantástico y que como además es población de riesgo estos días no hemos tenido nada de contacto, no nos hemos podido tocar y nos hemos visto poco. Por suerte tiene 79 años pero está más fuerte que yo. Eso es lo primero, lo segundo los amigos y, lo tercero, las carreras, aunque creo que es importante no marcarse ni grandes retos, ni grandes objetivos, ni tener el ansia de decir esto va a ser dentro de un mes o dentro de dos o dentro de tres. Las fechas van a variar mucho y no depende de nosotros, es mejor conformarse con las pequeñas cosas, como salir a correr media hora por el bosque o la montaña, eso que te haga ilusionarte en el día a día y que por coronavirus o otras circunstancias no se te caiga toda la montaña de naipes al suelo.
¿Qué has aprendido en estos dos meses, cómo has ido evolucionando?
Creo que como en todas estas cosas que te pillan desprevenidos hay fases y lo primero fue cara de cabreado, de qué está pasando aquí… Pasado eso, el segundo o tercer día, cara de mucha incertidumbre. Soy una persona que siempre, dentro de lo que cabe, me gusta tenerlo todo controlado, saber qué va a pasar, si va a haber una carrera, un rodaje, un viaje… Se ha parado todo, no solo el deporte, que es nuestro hobbie, aquí tenemos una empresa que nos dedicamos a generar contenido a marcas que nos piden hacer cosas para redes sociales y nosotros les hacemos desde la dirección creativa hasta la dirección estratégica, la planificación en general. Y claro, cuando de repente todo se para, nos preguntamos ¿qué va a ser de nosotros? ¿qué va a ser de nuestro trabajadores?
Por suerte, algo de dinero había, pero cuando ves que esto da para dos o tres meses piensas, a ver si esto va a durar un año entero, es algo que todavía no sabemos. Además, cada día iban llegando malas noticias: muertes, más contagios, hospitales llenos… Cuando las malas noticias corren se empieza a generar ese estado de pánico. A partir de ahí, cuando ya había pasado una semana y te ibas haciendo a la situación e ibas encontrando la manera de entrenar en casa empecé a aprender a pensar en el día a día, ni tan siquiera en la semana, ni en el mes, ni en el año. Si no a ver que puedo hacer hoy. Por eso, esa horita que nos dejan salir ahora, es necesaria, ya no tanto físicamente si no para desconectar mentalmente de estos malos ratos que hemos ido pasando durante este tiempo.
Una personalidad como la tuya, ¿se nace con ella o se hace?
Hay muchas gente que me pregunta, oye y cuando estás ahí jodido, o cuando estás en una carrera hecho una mierda, que ya no tiras más y de ánimo vas tocado, de dónde sacas la motivación. Y entonces el tema es que yo ya de por sí soy un flipado, pero no solo por el deporte, tambnién por los vídeos, por las aventuras, por viajar, por conocer a gente, conocer historias… A mí cuando algo me gusta no paro. Ser un flipado y un motivado la gente a veces lo tiene como ¡oh que guay!, pero también tiene un punto negativo porque igual que estás muy ilusionado con una cosa y tienes muchas ganas de hacerlo, cuando las cosas van mal y un proyecto sale mal, se convierte en decepción y lo puedes llegar a pasar muy mal durante un tiempo. Hay que saber cómo salir de ese mal momento y volver a pensar en el día a día, volver a marcarte nuevos objetivos para no quedarte encerrado en el pozo.
En estos momentos en los que hay mucha gente con el ánimo bajo, ¿qué se te ocurre para animarles?
Estos días hemos estado participando un poco en todo lo que se nos ponía por delante, sobre todo de gente a la que conocíamos. Tenemos un vecino que es un doctor que tiene muy buena reputación porque lleva muchos años buscando soluciones para el sida y, con la Fundación Bonavenura Clotet, han estado haciendo una iniciativa que se llama “Yo me corono” que ha ido desde carreras indoor en casa o carreras en bici hasta un maratón de 24 horas que hicimos con Carlos Latre para recaudar lo que fuera. También iniciativas como Health Warriors, que se trataba de ofrecer un coche para ir a varios restaurantes o cadenas de restauración que preparaban comidas. Íbamos con la mascarilla y los guantes nos daban la comida y nos cordinábamos con hospitales para darle comida a los sanitarios. Con todas las iniciativas que nos han llegado hemos intentado, o bien ayudar o darles difusión. Más allá de eso, creo que cuando hay una situación como esta hay dos opciones: poner cara de susto y pensar cómo saldré de esta o, la opción dos, dentro de lo posible ponerle una sonrisa, cara de guerrero y salir a enfrentarse a la situación. Y tener claro que si eliges la opción de lamentarte no va a venir nadie a por tí. en una carrera de bicis o en una maratón te duelen las piernas y te sientas en el suelo a que venga la ambulancia lo máximo que va a hacer es que te van a quitar de ahí pero no vas a llegar a meta. La cuestión es poner la cara de guerrero y la sonrisa cuanto antes. Yo no conozco a nadie que cuando le haya pasado algo muy grave se le hayan solucionado los problemas enfadándose. En cambio, con una sonrisa se consiguen más cosas.
Uno puede ver al ser humano como un desastre absoluto porque somos capaces de lo peor o ver al ser humano como todo lo contrario porque somos, cuando nos lo proponemos capaces de lo mejor.
¿Eres pesimista u optimista? ¿Crees que esta situación va a valer para algo?
Aquí siempre está la doble vertiente. Uno puede ver al ser humano como un desastre absoluto porque somos capaces de lo peor o ver al ser humano como todo lo contrario porque somos, cuando nos lo proponemos capaces de lo mejor. Cuando hay crisis de estas suceden cosas muy bonitas, la gente arrima el hombro, empuja, intenta unirse, intenta ayudar al de al lado. Y tristemente también hay casos en los que la gente intenta aprovecharse. Yo creo que ahora que nos han tenido encerrados en casa y nos han dejado salir un poco, somos capaces de darnos cuenta de cómo echábamos de menos a nuestro padre, de cómo echábamos de menos echar una caña con un colega que igual llevabas tres meses sin llamarle… A mí me gustaría pensar que cuando pasan estas cosas al menos una parte de la población se da cuenta de esas pequeños detalles que damos por sentados y que creemos que nos pertenecen y en realidad son prestados. Por eso, cuando estemos aquí hay que hacer las cosas lo mejor posible, hay que intentar disfrutar lo máximo posible. Vivir no significa estar de paso, vivir es hacer cosas que te gusten y te hagan ilusión.
Todo esto, ¿dónde lo aprendes?
Estos días hemos estado escribiendo un libro y me ha dado tiempo a pensar en esas cosas, hay una parte del motivado, del que no se rinde nunca, del soñador… pero yo creo que esto me viene 100% de mi padre. Él logró con 65 años tener un taller mecánico propio. Había sido el chico que limpia, luego el que hace los apaños, el aprendiz de mecánico, luego el jefe de mecánico… Pues con esa edad logró convencer a un banco para que le dieran una segunda hipoteca de 20 años para acabar de pagar a los 85 años para que finalmente fuera suyo.
Mi madre falleció hace diez años, en un cáncer repentino en la última crisis que hubo. Fue una época difícil. Perdí mi trabajo, tenía una empresa con unos amigos que también la perdimos y me dejó mi novia, todo en cuestión de 8 o 9 meses después de la muerte repentina de mi madre. Entonces, lo que aprendimos tanto mi hermana como yo, es que está muy bien hacer planes pero tenemos que hacer en el día a día las cosas que creamos que nos van a hacer felices porque, por suerte o por desgracia, tenemos fecha de caducidad y no sabemos cuando va a ser.
¿Cómo te ves dentro de 10 años?
Me veo con un niño pero haciendo las mismas locuras que ahora.