El silencio es oro, que cantaban Simon y Garfunkel. Cabría pensar que cualquier ciudadano estaría de acuerdo en una cosa: cuanto menos ruidosas son las urbes, más agradable es vivir en ellas. ¿O quizá no?
Este ‘tubo de escape’ es, sin duda, uno de los accesorios más curiosos que nos hemos encontrado por la Red. Un producto orientado a los más pequeños. O al menos, eso queremos pensar, pues nos cuesta imaginar a un adulto (ni siquiera un adolescente) adquiriendo un producto para bicicleta que imita el molesto ruido de una moto.
Más esfuerzo, más decibelios
¿Y en qué consiste el invento? Muy sencillo: Turbospoke no lleva un altavoz a pilas, sino que simplemente incorpora una tira de cartón que, al golpear con los radios de la bici, genera tan singular soniquete. Y ralentiza a la bici, claro está.
El kit, que cuesta unos 20 euros, viene con tres modelos de cartón intercambiables, con diferentes tonos que recuerdan a distintos modelos de motocicletas de más o menos cilindrada. De hecho, sus responsables aseguran que es capaz de emitir hasta seis sonidos diferentes, dependiendo de la velocidad a la que se pedalee. Turbospoke también incluye pegatinas para que parezca un tubo de escape al uso. Ver (u oír) para creer.