Fue inaugurado en 1993, pero todavía causa sorpresa a los que lo conocen. Pese a su sencillez, hablamos de un invento asombroso: subidos en nuestra bici, basta con apoyar el pie derecho en la plataforma creada a tal efecto, apretar un botón y el Trampe nos guiará hasta la cima.
Con el paso de los años han sido instaladas algunas mejoras en cuanto a seguridad (en todo este tiempo no ha habido ni un solo accidente) y el sistema fue sustituido por uno perfeccionado en 2013, pero la esencia sigue siendo la misma: ayudar a los ciclistas en sus desplazamientos diarios.
El ascensor ciclista fue creado por Jarle Wanvik, que se inspiró en las telesillas usadas para esquiar. Residente en Trondheim (la tercera ciudad más poblada de Noruega, con unos 200.000 habitantes -de los que unos 30.000 son estudiantes-), vio que la orografía de su ciudad era perfecta para su idea.
El ascensor une el centro de la ciudad con los barrios residenciales
Llena, desde siempre, de bicicletas, el principal problema de la ciudad eran las pronunciadas cuestas que separan el centro urbano de los barrios residenciales. Los gobernantes, convencidos de que la bici era el vehículo perfecto, escucharon la propuesta de Wanvik y no tardaron en hacerla realidad: esperaban, por ejemplo, que así todos los estudiantes fuesen a la universidad (está en lo alto de la ciudad) sobre dos ruedas. Lo lograron, claro.
El ascensor se desplaza a una velocidad de 1,5-2 metros por segundo, Un motor eléctrico se encarga de mover el cable, que se interrumpe para cambiar de plataforma cada 20 metros. Son 130 metros en total, por lo que hasta seis ciclistas pueden usar el sistema a la vez.
Por supuesto, el Trampe no pretende ser un sustituto de las pedaladas y el esfuerzo del ciclista. Es opcional: quien quiera lo usa, y quien desea seguir subiendo cuestas a base de sudor lo hace sin ningún problema. Pero, como tantas otras cosas, es algo que permite a mucha gente animarse a moverse en bici: con el Trampe, la excusa de que no montas en bici por las cuestas ha pasado a mejor vida.