Pagar por pedalear. Según informa el Heraldo de Aragón, algunos municipios de la comunidad autónoma cuentan con impuestos a las bicicletas. Lo hacen en forma de matrículas que los ciclistas han de adquirir en el Ayuntamiento.
Este es el caso de municipios como Gelsa, que cuenta con poco más de un millar de habitantes. Allí, 413 ciclistas han abonado los cuatro euros que cuesta hacerse con una matrícula. Un dinero que, según reconocen desde el propio Ayuntamiento, apenas sirve para recaudar unos pocos centenares de euros. De hecho, ni siquiera se multa a quienes han decidido no abonarlo.
Las ordenanzas, de hace “40 ó 50 años”, obligan a pagar a los ciclistas
Algo parecido sucede en Sábada, de unos 1.500 habitantes. Allí, pedalear le sale a cada ciudadano empadronado por 2,75 euros anuales. “Son ordenanzas antiguas, de hace 40 ó 50 años”, declaran al diario aragonés fuentes del Ayuntamiento. Y aunque ya no se exige pagar la tasa, unos 60 ciclistas siguen haciéndolo. De poco sirve, pues la cantidad recaudada “no sirve ni para pagar los cabezudos de las fiestas”, apuntan desde el Consistorio.
En otros pueblos, como Seno y Castellote, la inoperancia de la medida ha acabado por provocar su suspensión por parte de los alcaldes. En otros, como Mezquita de Jarque, siguen cobrándolo, aunque cada vez son menos los que lo pagan pues, según fuentes del mismo Ayuntamiento, se trata de u*na tasa “caduca y difícil de cobrar”.*
Aunque meramente simbólicos y casi anecdóticos, estos impuestos exclusivamente recaudatorios causan malestar entre la comunidad ciclista. Al fin y al cabo, hablamos de un vehículo no contaminante y que sólo genera beneficios para los núcleos urbanos. Por ello, toda medida que pueda desincentivar su uso se manifiesta como abiertamente equivocada.