Según los organizadores, las 209 propuestas recibidas desde 15 países revelan tres tendencias en las bicis del futuro. La primera, que la integración entre conectividad y ciclismo está madurando. La segunda, que el uso de materiales alternativos como la madera o el bambú harán reales propuestas más ecológicas. Por ultimo, que las marcas han variado su filosofía de diseño. Ya no piensan tanto en los profesionales, sino que cada vez tienen más en cuenta las necesidades de los que pedalean todos los días, para los que conciben productos más fiables, fáciles de reparar y utilizar.
Seis han sido las propuestas premiadas con el Golden Award. La pequeña japonesa Mindbike, los infladores iGauge iVeloce Road (equipado con Bluetooth) y Transformer Series de Topeak y las eléctricas Ecofriendly (de madera) y Stromer ST2 (con todo tipo de dispositivos electrónicos) recibieron los prestigiosos galardones, mientras que el sexto premio, reservado a la candidatura “más joven” (restringido a marcas con menos de cuatro años en el mercado) fue para el Bamboobee Bike Kit.
Conexión con la exclusividad
Para Christian Dörr, vicepresidente de productos y operaciones de la marca suiza Stromer, la conectividad es la palabra. La imponente y exclusiva ST2 (vale unos 6.000 euros, y no está disponible en España porque “todavía no es un mercado”) es la primera bicicleta “conectada” que gana un Taipei Cycle d&i Award. Según Dörr, “tiene un rendimiento muy bueno, una batería fiable y duradera, todos los cables integrados y un diseño cuidadísimo”.
Pero nada tendría sentido sin la conectividad. “El display integrado”, añade Dörr, se comunica con nuestro móvil a través de una App compatible con iOS y Android y funciona con programas como Strava. Pero, además, la bicicleta tiene su propia tarjeta SIM y, sobre todo, GPS y GSM, pudiendo ser geolocalizada. No se puede robar: cuando la bloqueas con una llave se enciende un sistema que inmoviliza la bicicleta, detecta cualquier movimiento sospechoso encendiendo una alarma y nos avisa a través del teléfono”.
Dörr sabe que una bicicleta de unos 6.000 euros es para muchos un disparate, pero confía en que la tecnología se popularizará, bajarán los precios y aparecerán modelos menos exclusivos para un público más amplio. “La ST2 es, evidentemente, para un tipo de cliente muy especial, pero también es nuestro primer producto de este tipo. Habrá modelos más dirigidos al día a día, con la misma filosofía pero un precio muy inferior”.