El Ayuntamiento de Barcelona presentó este miércoles el proyecto de ampliación de superilles o supermanzanas. Un ambicioso plan a diez años vista que pretende extender este tipo de urbanismo a todo el distrito del Eixample.
Hasta ahora existían supermanzanas en lugares como Sant Antoni, pero se podrían considerar poco menos que pruebas piloto. Con este proyecto, el Ayuntamiento da por buena la experiencia y considera que ha llegado el momento de dar un salto cualitativo y, sobre todo, cuantitativo: una de cada tres calles del Eixample formará parte de una supermanzana.
Pero, ¿qué es una supermanzana? Se trata de una idea que ya se ha llevado a cabo, con resultados desiguales, en ciudades como Brasilia, Rotterdam, Nueva York o Caracas. Un espacio que, a diferencia de la manzana tradicional —un “espacio urbano, edificado o destinado a la edificación, generalmente cuadrangular, delimitado con calles por todos sus lados”—es, típicamente, una zona peatonal en la que se desarrollan actividades de ocio, o bien un complejo residencial de edificios rodeados de zonas ajardinadas y con tráfico limitado.
Objetivo: dejar el coche en casa
La clave de la cuestión es precisamente esa: limitar el tráfico motorizado. En Barcelona hay 6.000 coches por kilómetro cuadrado, el doble que en Madrid o París, lo que ha convertido a la contaminación del aire en uno de los principales problemas de la ciudad, junto a otros generados por el abuso del vehículo privado a motor como los atropellos o el ruido. Además, desde el estallido de la pandemia, el uso del coche en la capital catalana se ha duplicado: los trayectos en coche han pasado de ser el 24% al 47% del total.
“Para reconquistar el espacio público será necesario que mucha gente “deje el coche en casa”, señaló durante la presentación de las supermanzanas la segunda teniente de alcaldía de Barcelona, Janet Sanz, que calificó las supermanzanas como “el nuevo modelo de ciudad del siglo XXI”.
El proyecto se llevará a cabo en dos fases: la inicial se acometerá hasta 2023, cuando se prevé que haya más de 110.000 m² para peatones. En ella se intervendrá en 21 calles que pasarán a ver restringido su tráfico a vecinos y servicios, y se crearán 21 plazas de 2.000 m² en las intersecciones. Con ello se ganarán seis hectáreas de zonas verdes, en un área por la que actualmente circulan 350.000 vehículos diarios.
La segunda fase, planteada más a largo plazo y con la mirada puesta en 2030, pretende convertir 21 calles y 21 cruces del Eixample en ejes y plazas verde con prioridad para lo peatones. En total, una actuación que afecta más de 33 hectáreas, lo que equivale al parque de la Ciutadella.
Desde el extranjero, diarios como el británico The Times han puesto a Barcelona como ejemplo de lo que deberían hacer las ciudades con las restricciones de tráfico. Lo han hecho un entusiasta editorial, en el que señalan que “otros alcaldes deberían mirar el ambicioso ejemplo de Barcelona en la batalla por recuperar las ciudades de los atascos y combatir la creciente contaminación del aire”, señalan. Y añaden: “no hay mejor momento que el presente para rediseñar el uso del espacio urbano”.
En el lado contrario de la balanza, medios españoles como ABC o Metropoli Abierta han hablado de veto al coche en sus informaciones sobre las nuevas supermanzanas.