Ambiente festivo
Si ya cualquier masa crítica tiene, además de un componente reivindicativo, un aspecto lúdico y divertido, la Ciclonudista es un auténtica celebración. Celebración del ciclismo urbano, de la alegría de pedalear y, por supuesto, de la alegría de vivir. La ropa, muchas veces, es sinónimo de convencionalismos, imposiciones, obligaciones. Desnudos todos somos iguales y, si somos ciclistas, aun más.
Poética
“Desnudos frente al tráfico”: esa es la proclama, la máxima, de la Ciclonudista. El ciclista es uno de los elementos más vulnerables del tráfico rodado: no nos protegen cinturones de seguridad o, sobre todo, una estructura metálica de varias toneladas de peso. El rodar mostrando nuestro chasis, nuestro cuerpo, cumple una función representativa: somos eso, seres humanos, sin más, vidas a las que respetar en la calzada.
Unidad
Si la bicicleta ya es, en sí, algo que nos une, el rodar desnudos sobre ella hace que ese sentimiento de colectividad sea todavía mayor. Pedalea la oficinista y el estudiante, el empresario y el parado, el pobre y el rico. Por suerte, la bicicleta está cada vez más lejos de estereotipos y tópicos: es un vehículo universal y accesible para todos. El que decenas de ciclistas se unan, desnudos, es todo un canto a la igualdad y al compañerismo.
Sin prejuicios
Sí, es una opinión personal y no necesariamente compartida por todos: el otro, su físico, su desnudez, no nos molestan ni nos asustan. Valoramos por igual a las personas tengan las medidas que tengan, no nos afecta su apariencia ni su anatomía. Tampoco nos avergüenza nuestro cuerpo: la Ciclonudista no es un concurso de belleza ni una orgía, sino una reunión de personas a las que une la pasión por la bicicleta, la exigencia de unas condiciones de circulación dignas y la falta de tabúes o miedos respecto a la desnudez.
Visibilidad
Porque sí: la Ciclonudista es, sobre todo, una forma de hacernos todavía más visibles. Si ya la Masa Critica, la reunión de decenas, centenares o miles de ciclistas por las calles de una ciudad, llama la atención de peatones o automovilistas, el que esos pedaleantes luzcan sin pudor sus cuerpos ejerce una repercusión mucho mayor. Y esa es precisamente la intención: hacernos ver, mostrar que no somos ciclistas, sino personas, recordar a los conductores que, igual que hoy te fijas más en nosotros por ir desnudos, deberías tenernos en cuenta a diario para evitar accidentes.
Excepcionalidad
Y, por supuesto, nos gusta la Ciclonudista por permitirnos, una vez al año, rodar de una manera especial. Recorrer en bici nuestra ciudad con otros muchos como nosotros siempre es un placer, pero todavía lo es más hacerlo a plena luz del día y con la sensación única de libertad y ligereza que da el hacerlo absolutamente desnudo. No consideramos que sea una ofensa o un insulto para nadie, porque entendemos que la culpa en este caso está en quién mira, no en quien es mirado. No hay nada de obsceno o sucio en un cuerpo desnudo, y más si pasa fugazmente ante nuestros ojos, con inocencia y humor y ningún propósito de exhibicionismo.
- ‘¡Ven a la Ciclonudista!’, otro canto de amor a esta fiesta del ciclismo urbano.