¿Cómo, y cuándo, nace SegraSegra?
Hace unos diez años. Mi hermana necesitaba un logo para la marca de ropa que estaba creando, empezamos a trabajar juntas y, finalmente, lanzamos la firma juntas. En checo, ‘ségra’ significa en lenguaje coloquial ‘hermana’, así que decidimos que ese sería el nombre.
¿Por qué empezáis a enfocar una colección para ciclistas urbanos?
Fue hace unos cinco años. Queríamos caviar el concepto habitual de ropa ciclista, llena de colores llamativos, y viviendo en Berlín me di cuenta de que había un mercado. Ya montaba en Praga, pero fue en Berlín donde vi las necesidades diarias de un ciclista, sobre todo en invierno, por lo que se lo propuse a mi hermana. También, desde la primera colección ciclista, empezamos a explorar las posibilidades de reciclar cámaras y cubiertas de bicicleta… Es un material con cierto parecido al cuero, tanto en su rendimiento como en la forma de trabajarlo, y seguimos usándolo mucho.
¿Cómo ha evolucionado, en estos cinco años, SegraSegra?
En un principio nos gustaba la idea de lanzar colecciones muy completas, con mucha variedad de productos e intentando cubrir todas las necesidades. Sin embargo, con el paso del tiempo intentamos simplificar… Es absurdo, también renovar cada año, por completo, la colección, así que escuchamos a nuestros clientes para saber qué debemos mantener y qué puede cambiarse.
¿Dónde fabricáis vuestros productos?
Exclusivamente en la República Checa. Contactamos con varias fábricas que estaban en dificultades, y que ahora trabajan para nosotros, y colaboramos con otras empresas para productos determinados como las parkas. Mi hermana, además, ha hecho una colección de mochilas para llevar bebés.
¿Qué debe tener la ropa de un ciclista urbano?
No hay un camino a seguir y, desde luego, tampoco obsesionarse con hacer algo distinto. El objetivo es crear una prenda que puedas llevar tanto si vas en bici como si no, no obligar al ciclista a tener dos productos similares, uno para cuando vaya en bici y otro para cuando no. Hay cosas que solemos emplear, como zonas reflectantes, cierres magnéticos, determinados bolsillos o alta resistencia al agua, pero tampoco nada muy distinto a lo que llevaría alguien que no fuese ciclista. También, desde luego, depende del ciclista: si te gusta ir siempre muy rápido tendrás que buscar determinados materiales, pero si usas la bici como un medio de transporte relajado, y pedaleas con calma, no te hace falta nada demasiado especial.
¿De dónde vienen vuestros clientes?
Llevo cuatro años viniendo a la Berliner Fahrradschau, y desde entonces ha crecido mucho el número de alemanes. También nos piden ropa desde el Reino Unido, Holanda, Estados Unidos… Pero donde más demanda hay es en Alemania, donde está creciendo muchísimo el ciclismo urbano.
¿Cómo está en Praga?
Ha cambiado mucho… Hace diez años éramos muy pocos ciclistas, tanto que nos saludábamos cada vez que te cruzabas con otro ciclista en la calle. Ahora somos más, y hasta los automovilistas nos tratan con cierto respeto. También se ha ido construyendo infraestructura, aunque es verdad que, la mayor parte de las veces, no tiene demasiado sentido y carece de utilidad.