Bali es una rareza en plena Indonesia. Diminuta y pintoresca, se trata de la única isla de religión hindú en el país con mayor número de musulmanes del planeta. Es por ello que los templos ubicados en medio de su exuberante naturaleza representan una auténtica joya y atraen en masa a turistas llegados de todas partes del globo.
En uno de esos templos, el de Pura Maduwe Karang (el Templo del Terrateniente), muchos de esos visitantes asisten con sorpresa ante una figura desconcertante. El relieve tallado en una de las piedras muestra lo que claramente es una bicicleta conducida por un ciclista de rostro serio. Las preguntas surgen de manera inevitable. ¿Quién era ese hombre? ¿Qué hace su perfil en aquel lugar, tan apartado del mundo? ¿En qué momento se decidió inmortalizarlo en piedra y por qué motivo?
El holandés errante
Lo que cabría pensar que es carne de cañón para un sinfín de misteriosas elucubraciones, en realidad no lo es tanto. Los guías turísticos del lugar conocen bien la identidad de ese ciclista, y la cuentan con frecuencia a los turistas. Se trata de Wijnand Otto Jan Nieuwenkamp (1874-1950), un explorador holandés que recaló en Bali en 1904 y que, aseguran, llevó consigo la primera bicicleta que se pudo ver en la isla. Una máquina que maravilló a los lugareños hasta el punto de que los artesanos del Pura Maduwe Karang decidieron tallar su figura en la piedra del templo.
En realidad, Nieuwenkamp era mucho más que un simple explorador. Se dedicaba a la pintura, la escultura y la arquitectura. Escribía sobre sus viajes por el mundo. Y ante todo, coleccionaba arte oriental de manera compulsiva. Es por ello que pasar a la posteridad en una obra como esa debió suponer para él un honor difícil de imaginar. Algo parecido a alcanzar la inmortalidad en piedra y trascender el mundo de los humanos.
Y es que el Templo del Terrateniente está dedicado, fundamentalmente, a algunas de las más importantes deidades del Ramayana, una de las grandes epopeyas del hinduismo, religión que profesan los tres millones de habitantes de la isla. Por sus paredes desfilan figuras como el temible comedor de hombres Kumbhakarna, la poderosa diosa Durga o el general del ejército de monos Sugriwa. Quizá por ese contraste choca tanto darse de bruces con un holandés en bicicleta.
Kok Leng Yeo tomó la imagen que ilustra este artículo. “Fue en 2007”, cuenta a Ciclosfera. “Como todos los templos de la isla, se trata de un lugar extremadamente tranquilo y lleno de paz”. Una paz en la que, en su opinión, no desentona especialmente la escultura dedicada al ciclista holandés. “Es bastante habitual que algunos templos hindúes incorporen elementos modernos. Por ello, creo que ellos no lo ven como algo inusual o estrambótico”, apunta.
Arte de otro mundo
“Bajo el punto de vista occidental puede parecer extraño, pero en India no lo es”, confirma Paula Finat, historiadora. “La cultura india ha conseguido conciliar lo antiguo con lo moderno, lo religioso y lo profano y lo primitivo con lo vanguardista. Por eso pueden convivir simultáneamente estilos contrapuestos”.
“La escultura hindú de esta época se desarrolla especialmente en los relieves de los templos, en figuras aisladas o escenas narrativas, generalmente sobre los ciclos mitológicos hindúes”, explica Finat. “Sin embargo, el arte en India es heterogéneo, diverso y contradictorio a veces. A nosotros puede darnos una sensación de caos, pero hay que comprender que su realidad se sustenta en principios diferentes a los de al cultura occidental. Antes de acercarnos al arte indio, debemos dejar de lado nuestro sentido racional de observación”.
“La intromisión del hinduismo en la vida cotidiana obligaba a adoptar numerosos temas. Por otro lado, la naturaleza es un factor decisivo en la formación del pensamiento indio. El arte está impregnado de naturalismo. A menudo se representan formas vegetales y animales. Es frecuente la creación de analogías con formas de la naturaleza como en el caso del ciclista de Bali donde las ruedas son flores de loto. Y existe también un cierto naturismo en la filosofía india que refleja su arte. Un vivir integrado con la naturaleza, formar parte de ella y hacer de la naturaleza una forma de vida. Unos principios cercanos al ecologismo de occidente”.
¿QUÉ HACE ESTO AQUÍ?
El ciclista del templo de Pura Maduwe Karang no es la única escultura que parece estar fuera de contexto en lugares dedicados al culto. En España, es tradición buscar dos de los elementos más célebres de la Catedral de Salamanca: el astronauta y el diablillo comiendo helado, ambos fruto de la restauración de 1992. También lo es explicar a los visitantes la leyenda que esconde la bruja de la catedral de Girona: ésta cuenta que existía en la ciudad una mujer que realizaba hechizos contra la religión católica e incluso que arrojaba piedras a la catedral. Durante la procesión del Corpus se escuchó una voz divina que dijo: “piedras tiras, pues en piedra te convertirás”. Y así, la bruja se petrificó para siempre. Más llamativa es aún la réplica del rostro de Darth Vader que luce en la fachada de la catedral más alta del mundo: la de Washington DC, y que obedece al concurso de diseño de gárgolas organizado por un colegio en los años 80, en plena fiebre de Star Wars.
[Este artículo forma parte de la edición impresa del número 25 de Ciclosfera. Lee el número completo aquí]