Sabido es: la bicicleta fue, hace tiempo, un símbolo y una herramienta para la emancipación de la mujer. Sin embargo, las estadísticas aseguran que en muchos lugares del mundo hay más hombres usando la bici a diario. Distintos ponentes de países como Bélgica, Países Bajos, Irlanda o España hablan del asunto en Velo-city Lisboa.
"Las mujeres están poco representadas entre los ciclistas de Bruselas", explicó Martin Stock, del colectivo Pro Velo. "Y son menos porque están más preocupadas por la seguridad, porque sus rutas son diferentes y porque, en muchos casos, la bici se asocia más al hombre por motivos deportivos. Por desgracia, además, los hombres tienen más tiempo para dedicarle a la bici, mientras las mujeres se ven obligadas a tareas como hacer la compra o la escuela de los hijos". Desde Pro Velo trabajan sobre varios aspectos: en su opinión, es básico mejorar la infraestructura de la ciudad, proporcionar unas condiciones mejores al llegar al destino (como aparcamientos o duchas en los trabajos), transmitir más conocimiento sobre cómo manejarse en el tráfico y, muy importante, crear herramientas tecnológicas que permitan compartir consejos y experiencias entre las mujeres, además de promocionar la bicicleta en determinados grupos como las madres, las ancianas o ciertos grupos sociales.
"El número de mujeres ciclistas en una ciudad es un excelente indicador para saber su calidad ciclista", aseguró Martin Stock.
Stock cerró su intervención con dos conclusiones: hacer ciudades mejores para las mujeres es, también, hacer ciudades mejores para todos los ciudadanos, y el número de mujeres ciclistas es un excelente indicador para saber la calidad ciclista de una ciudad.
La siguiente intervención corrió a cargo de Giulia Grigoli, consultora ciclista de Irlanda. "La seguridad es muy importante para las mujeres", aseguró Grigoli. "Y no solo lo es en cuanto al tráfico: también, casi siempre, las mujeres viajan más seguras, felices y relajadas en una bicicleta que, por ejemplo, en un taxi". Sin embargo, solo el 27% de la masa ciclista de Dublín está formada por mujeres. "El hecho de ser mujer y ciclista", dice Grigoli, "no siempre está bien visto, por ejemplo, a nivel profesional. No se espera de una profesional que sea ciclista. En un hombre, muchas veces, se toma como una señal de alguien activo, cosa que no ocurre con las mujeres".
"Las mujeres viajan más seguras, felices y relajadas en una bicicleta que, por ejemplo, en un taxi" (Giula Grigoli).
La experiencia española está en una línea parecida, como corroboró la intervención de la investigadora Gemma Simón, de ConBici. "El 60% de los ciclistas españoles son hombres, un porcentaje que, en muchas ciudades, alcanza el 80%", explicó Simón. "También sus perspectivas son distintas: los hombres, por lo general, lo asocian más al deporte, mientras que las mujeres piensan en el ocio. También nuestros trayectos son distintos", dice Simón, "más breves y cercanos" ¿Por qué? Entre otras cosas, porque según las estadísticas "las mujeres tienen unas dos horas menos al día para sí mismas".
La historia de Esther van Garderen, de los Países Bajos, también fue reveladora. Madre de cuatro hijos, Esther explicó por qué empezó a moverse en bicicleta: "Es sencillo", dijo. "Simplemente, ir de mi casa al colegio de los niños en bicicleta suponía recorrer 550 metros y dos minutos, mientras que hacerlo en coche suponían seis minutos a los que añadir el encontrar aparcamiento, además de mucho estrés". Las autoridades de su ciudad hicieron más sencillo y rápido desplazarse a pie o en bici que en coche, y los ciudadanos suelen optar por las vías más rápidas y sencillas. "Sin embargo", puntualizó Van Garderen, "nunca es suficiente. En los Países Bajos, por ejemplo, los inmigrantes van mucho menos en bici que los locales. Y, en el caso de mujeres y niños, es por su situación económica: no tienen los recursos para comprar una bici ni para después mantenerla". Por eso, desde su federación, Fietsersbond, dan bicicletas de segunda mano y enseñan a montar en bici y mecánica a mujeres y niños inmigrantes. "Deben tener las mismas oportunidades para usar la bici", resume Esther, "simplemente porque la bicicleta es un vehículo de igualdad, y merecen tener las mismas opciones y posibilidades que el resto".
Ines Kawgan, directora del AEM Institute de Berlín, añadió en su presentación otro aspecto fundamental: hay muchos tipos de mujeres en bici, y no es bueno estandarizar. "Hay mujeres que van por grandes avenidas, y comparten la vía con los coches, porque se sienten seguras y montan muy bien. Pero también hay madres que viajan con sus hijos en una bici de carga. O jubiladas que, quizá, ni siquiera tienen el carnet de conducir y no están muy seguras de cómo afrontar el tráfico. O mujeres embarazadas... Por eso hay que analizar el asunto desde muy distintas perspectivas: profesión, edad, recursos..."
¿Cómo reducir, entonces, la brecha? Todos coincidieron en la importancia de una buena infraestructura (repetimos: parece que las mujeres dan todavía más importancia a la sensación de seguridad), pero también en crear una imagen inclusiva de la bicicleta con la que las mujeres se puedan identificar. Como explicó Gemma Simón, "cuando se habla de ciclistas se tiende a mostrar hombres, blancos... Y casi nunca mujeres, todavía menos de otras razas". Esther insistió en que las ciudades deben pensarse con anticipación, e incluso antes de empezar a construir infraestructura ciclista hay que tener claro que el objetivo es que los trayectos para ir al colegio, al trabajo o a la compra, no superen los veinte minutos. "Si priorizas la movilidad sostenible, si facilitas que la gente lleve una vida determinada... Es lo que después sucederá. Todo pasa por planear las ciudades y saber lo que quieres. Y, por supuesto, entre determinados colectivos hay que reforzar un mensaje: moverte en bici no es, en absoluto, algo de perdedores, sino todo lo contrario".