Háblanos de ti… ¿Quién eres?
Soy Pauline Perrine, tengo 26 años y, aunque nací en París, últimamente he vivido en Ginebra, Suiza, donde he representado la obra de teatro Les Rustres, de Goldoni, interpretando el papel de Felice.
¿Cómo te introdujiste en el mundo de la interpretación?
Hace diez años. Estudié interpretación en París y empecé a actuar en obras de teatro, películas y cortometrajes. Lo que más me gusta de actuar, sobre todo en el teatro, es su naturaleza efímera: necesitas contacto directo con el público para que tu trabajo cobre vida, y eso es genial. Hay algo realmente intenso en actuar frente a una audiencia que ha pagado por verte. Interpretar personajes distintos, jugar con sus personalidades, divertirte en el escenario y hacer reír o llorar al público… Es, casi, como tener superpoderes.
Tu otra gran afición es la bicicleta. ¿Deporte o transporte?
¡Transporte, por supuesto, aunque también me encanta para hacer deporte! Llevo mucho tiempo moviéndome en bici: odio el metro, casi siempre atestado de gente. Además, no me gusta ir bajo tierra, mientras que adoro la sensación de moverme deprisa y libre por la superficie. Hace unos años sufrí un accidente grave, un conductor temerario me atropelló, pero eso no hizo que dejara de montar, porque cuando empiezas a hacerlo ya no puedes dejarlo. Moverte en bici es un sentimiento único que no tiene precio. Y, si además puedes ponerte música y rodar… Es una adicción: el día que no uso la bicicleta siento que me falta algo.
¿Cómo es la situación del ciclismo urbano en París?
Se ha hecho mucho por los ciclistas en los últimos años, construyéndose muchas vías exclusivas que han generado un auténtico frenesí ciclista por las calles. Personalmente, me encanta rodar entre el tráfico, pero para cualquiera que no esté acostumbrado la ciudad sigue siendo una especie de jungla. Los parisinos tienen su propia forma de conducir, generalmente rápida e imprudente, y depende del momento del día el tráfico puede volverse bastante loco: siempre hay un atasco en alguna parte. Respecto a los carriles bici, no los recomendaría a ciegas: los peatones los invaden constantemente, los invaden scooters eléctricos y los coches estacionan a menudo. Por eso tiendo a evitarlos.
Háblanos de tus bicis… ¿Cuántas tienes?
Siempre tuve un par de bicicletas hasta que, hace dos años y medio, conocí a mi novio. Empezamos a comprar cuadros de pista y, después de un año recopilando cuadros espectaculares y juntando componentes decidimos crear dos cuentas de Instagram para compartir nuestras creaciones. Ahora mismo tenemos más de treinta cuadros en casa, y otras doce bicicletas completamente terminadas y listas para montar. Son como nuestros pequeños bebés… Si tuviera que elegir una favorita, me quedaría con la 3Rensho y la Hellas. Ambas tienen cuadros de acero muy ligeros, ajustados y cómodos, fabricados por maestros constructores. Y su historia es increíble… La 3Rensho tiene un cuadro de keirin que ganó varias medallas, mientras que la Hellas pertenecía al equipo nacional griego. Son las dos que, generalmente, utilizo en el velódromo.
Nos encantan tus fotos de Instagram. ¿Quién es el autor o autora?
¡Muchas gracias! Todas las fotos de mi cuenta son obra de mi novio, Solal Ohayon. Es director de arte y fotógrafo, y también podéis encontrar sus maravillosas imágenes en la red. La combinación de nuestro amor por las bicicletas excepcionales y las hermosas fotos son lo que hace que nuestras cuentas tengan éxito.
¿Crees que la bicicleta es un objeto especialmente fotogénico?
¡Sin duda! Personalmente, me encanta la estética de una bicicleta de pista. Es minimalista y, bien colocada y fotografiada, es una auténtica obra de arte. Cuando veo una no solo veo una bicicleta, sino un cuadro hecho a mano por un artista y componentes increíbles hechos para profesionales. Nosotros coleccionamos, especialmente, modelos de los ochenta y noventa: los colores y acabados de esa época son increíbles, y se realizaron muchas pruebas y prototipo muy locos.
¿Qué es lo que más te gusta de las bicis de pista?
La sensación de velocidad, la unión que uno experimenta montando en ellas. Saber que tus piernas son lo único que puedes controlar es una sensación increíble. La fluidez, la libertad, la adrenalina que generas cuando conduces una bici de piñón fijo es algo que nunca he experimentado con ningún otro tipo de bicicleta.