La Gran Vía madrileña se lava la cara. La alcaldesa de la capital, Manuela Carmena, desveló recientemente los pormenores de un proyecto que, en líneas generales, ampliará aceras, integrará la bicicleta y potenciará las zonas verdes.
Las obras comenzarán en enero de 2018, justo después de las navidades y su duración prevista será de unos ocho meses, de tal forma que en otoño de 2018 ya se podría disfrutar de la nueva Gran Vía. Paralelamente se van a remodelar las seis plazas del entorno con un concurso ya en marcha a través del Ministerio de Fomento.
Mucho antes de que llegue a ser una realidad, y a la vista de las reacciones que ha suscitado el anuncio del proyecto, preguntamos a varios expertos por su opinión sobre la nueva Gran Vía.
Pedro Bravo (Desde mi bici)
“Me gusta que se amplíe el espacio para los peatones, me gusta que haya más árboles, me gusta que la Gran Vía forme parte del Área de Prioridad Residencial (APR) de Centro y así deje de ser un atajo para los que van en coche y usan Madrid como una carretera. No me gusta que se piense sólo en movilidad y no en ciudad en general y se potencie así la Gran Vía como ‘mall’ al aire libre. No me gusta que el Distrito Centro sea un parque temático para turistas de compras, copas y comidas y sea cada vez menos para los vecinos. Y no entiendo ese carril bici abandonado, que no se sabe de dónde viene y a dónde va. No me parece que ayude a la gente que no va en bici habitualmente, no es intuitivo, no comunica bici, no aporta gran cosa”.
Marta Serrano (ingeniera de caminos y experta en movilidad)
“La remodelación de Gran Vía va a suponer darle nueva vida al centro de la ciudad. Está enmarcada dentro de la creación de la APR, con lo que esto traerá de descenso del tráfico en la calle. Era, por tanto, necesario darle más espacio a los modos de transporte sostenible y creo que el Ayuntamiento ha puesto el foco ahí. Cabe destacar la ampliación de aceras, que, como ya se comprobó en la campaña de Navidad, es una medida muy necesaria para facilitar el flujo peatonal por una de las vías principales de la ciudad. Mantener el carril bus es esencial para el correcto funcionamiento de todas las líneas que circulan por Gran Vía y que conectan Madrid con su centro histórico. Parece que se va a apostar por mejorar las plantaciones y, sinceramente, espero que así sea. Los gobiernos anteriores se dedicaron a practicar un urbanismo muy duro, con plazas que en nuestros veranos de calor son intransitables… necesitamos más árboles en el centro. El cambio que va a producir esta nueva Gran Vía en cuanto a ruido y contaminación va a ser increíble; similar a lo que pasa en el Paseo del Prado los domingos: que de repente se escuchan pájaros y no motores. Eso sí: habría que tener cuidado con las reservas de carga y descarga, puesto que es una zona muy comercial y es necesario un estudio completo para que funcione correctamente. Por otro lado, espero que desaparezcan las vallas fijas que existen actualmente: pocas cosas degradan tanto una calle como la existencia de vallas entre calzada y acera”.
Iván Villarrubia (En bici por Madrid)
“Todos el mundo opina sobre el diseño ciclista de Gran Vía. Parece que no gusta a nadie, ¿y sabes qué? Me importa más bien poco. Porque el cambio de esa calle respecto a la mejora que va a suponer para caminar va a ser tan grande que, si el precio que hay que pagar es que siga siendo una avenida incómoda para la bici, lo firmo. Resulta raro para quien no conozca la trayectoria de En bici por Madrid, pero es lo que hemos defendido: la bici no es un fin a cualquier precio. El objetivo último es mejorar la calidad de las ciudades, fundamentalmente reduciendo el uso del coche, que ocupa mucho espacio y genera mucha molestia, sobre todo para quien no lo usa. Es algo que va a hacerse en Gran Vía al limitarse el tráfico de coches privados sólo a residentes. El precio que hay que pagar es que la bici no va a tener una posición muy cómoda: seguirá teniendo un carril bus a su derecha, comiéndose atascos de taxis en buena parte del trayecto y sufriendo la escasez de distancia lateral en el tramo de carril bici que se ha previsto. Había otras opciones para que la bici tuviese mejor acomodo en esa calle, pero a costa del transporte público (como la que hemos defendido de que la bici pueda usar el carril derecho) o de los peatones (como la idea de meter carril bici también en el tramo estrecho de la calle, como defienden otros). En esa calle, la presencia del que anda y del que va en bus es tan abrumadora que su prioridad en el diseño es indiscutible. La bici ha de ganar si es frente al coche, pero aquí no es el caso. Asumamos con la cabeza alta que igual es mejor que sea así en esta calle en concreto y vayamos a pelear por las autopistas urbanas: si Madrid tiene un problema de movilidad, no lo vamos a resolver metiendo bicis en el distrito Centro”.
Isabel Ramis (Muévete en bici por Madrid)
“No me imagino yendo en bici por un único carril compartido con coches en la Gran Vía. En general, los carriles compartidos me parecen muy incómodos en calles principales y con pendiente, como es el caso de esta calle. Me parece muy bien la ampliación de aceras, pero ¿tan complicado era un carril segregado como en Santa Engracia (con algo más de ancho)? Me parece fundamental para fomentar la bici también a los más pequeños y mayores. Ojalá incluyeran esa ligera modificación en su plan”.
Carlos Blanco (@deteibols). Madrid en Bicicleta
“Apoyé el proyecto Abre Gran Vía desde el primer momento. Esa es la clave para pacificar el tráfico y crear las condiciones adecuadas para la integración absoluta de la bicicleta en la calzada. La segregación asimétrica, lo que deja en evidencia el “efecto paralizante” de los ciclistas, no es más que un gesto de complacencia de los diseñadores con los carrilbicistas más acérrimos a los que, como era de esperar, les sabe a poco. En esas condiciones, no existe un lugar más adecuado para integrar la bicicleta en la calzada. Es la base para la revolución ciclista que esperamos. Un escaparate para mostrar al mundo que los ciclistas pueden marcar el ritmo de los coches. De acuerdo con ampliar aceras, con la restricción de vehículos a motor, más pasos peatonales, calmado, APR.. todo genial. Pero hay algún pero. Temo que una plataforma única y unas aceras más grandes favorezcan el ‘cicleatoneo’. Se ha resuelto, gran logro, sacar las motos de las aceras, pero no quiero los aparcabicis en ellas. Creo que corremos el riesgo de que las calles aledañas, peatonales, se llenen de ciclistas. Por eso es muy importante apoyar a tope la calzada. O sea: todo ciclocarril 30 y carril bus-taxi. Las bicis, por el carril del resto de vehículos”.
Sol Otero (Bicicletas Otero)
“La reforma supondrá una actuación positiva en general por la ganancia de espacio peatonal, la prioridad del transporte público y la reducción de tráfico privado que incluye la medida del Área de Prioridad Residencial. En cuanto a las facilidades ciclistas, me parece positivo el carril bici en la subida desde plaza España a Callao, pero no se comprende porque no se aplica la misma medida en la subida desde Gran Vía a Red de San Luis. Esperemos que esto se corrija adecuadamente con la redacción del proyecto constructivo, para que el proyecto sea coherente con los planteamientos de la Revisión del Plan de Movilidad Ciclista que se presentará este lunes en el Foro Ciclista de Madrid”.
Juanítez G. Alberdi (El Gato Peráltez)
“Lo mejor del proyecto es la ampliación de las aceras, sin duda. Pero que nadie espere encontrar un remanso de paz tras la reforma. Por Gran Vía discurren muchísimas líneas de autobuses a los que hay que sumar los miles de taxis que aún pueden circular sin llevar pasajeros, las flotas de coche compartido como eMove, Car2go y venideras… En definitiva, seguirá siendo una calle con mucho tráfico y bastante ruidosa. Si hablamos de bicicletas, el proyecto es algo confuso al conjugar zonas con carril bici segregado y otras compartidas mediante ciclocarril; esto suma más ruido, barullo y confusión al debate sobre movilidad en nuestra ciudad”.
Adrián Fernández (Ecomovilidad)
“La reordenación de Gran Vía consolidará los resultados que vimos en la prueba de las pasadas Navidades: un espacio protagonizado por el peatón donde el viario disponible será aprovechado por quienes de verdad lo necesitan: transporte público, repartos y residentes. El tráfico de paso, sin origen ni destino en el centro, dejará de dividir la ciudad por su centro neurálgico. Es un proyecto valiente que llega tarde, pues son muchos los estudios previos que avalan su necesidad y garantizan el éxito en su aplicación. No obstante, habrá que analizar y corregir posibles problemas que surjan una vez en funcionamiento, como la comodidad de las bicicletas en las rampas ascendentes, o los impactos que generarían los taxis vacíos de no habilitarse nuevas paradas.”
Manuel Martín (ConBici)
“La Gran Vía debe contar con carril bici de bajada y de subida desde Cibeles hasta Plaza de España. Unidireccional o bidireccional, que lo decidan los técnicos teniendo en cuenta la opinión de los usuarios, pero hace falta que sea generoso. Además, la Gran Vía supone un escaparate donde visualizar la movilidad sostenible que queremos para Madrid. Que se vea que el Ayuntamiento apuesta por la bicicleta pasa por incluir carril bici en los grandes viales a modo de red interconectada. Y sin carril bici esa apuesta se diluye. Miles de madrileños que pasan por allí a pie pensaran lo agradable, seguro y eficiente que les sería también a ellos ir en bici, como esa masa crítica que seguro que llenará el espacio que se merece ya la bici”.