Fer, ciclista urbano de Madrid, lleva una semana disfrutando de un sol radiante en la capital. “Había muchas ganas”, cuenta subido a su bonita bicicleta, una Giant como las de esta web. “El buen tiempo hace que se dispare el número de ciclistas en las calles. Se respira otro espíritu en la gente y todo el mundo está de mejor humor”, cuenta. Y sin embargo, algún inconveniente tiene que haber. Fer tiene los ojos claros y la piel blanca como la leche. “Con tanta luz, no veo un carajo”, bromea. “Y me quemo con facilidad”. Por eso lleva siempre crema protectora y unas gafas de sol.
Entre los complementos obligados cuando asoma la primavera y el sol comienza a brillar con fuerza no pueden faltar tres: crema protectora, una gorra y unas buenas gafas de sol. En el caso de los menores, la protección es aún más necesaria: no hay que olvidar que una protección adecuada reduce en un 78% las posibilidades de sufrir algún tipo de cáncer de piel en la edad adulta.
La importancia de una buena elección
A la hora de elegir unas gafas de sol, es conveniente pensar en nuestras necesidades y no dejarse llevar únicamente por la estética. Las gafas nos protegen no sólo del sol, sino también del aire o el polvo, por eso es importante hacerse con unas adecuadas para el ciclismo. La página de Bikester es un buen lugar donde poder encontrarlas y así también completar el atuendo ciclista. Deben ser cómodas, resistentes y permitirte tener un campo de visión amplio. Y siempre hay que comprobar la protección frente al 100% de los rayos ultravioleta.
Sobre gorras, como pasa con los gustos, no hay nada escrito. Los más puristas optan por las clásicas de ciclismo. Otros por las beisboleras, las boinas o, incluso, los sombreros. Todo vale para protegerse del sol, y es que en Madrid ya ha llegado la primavera.
Cuéntanos: ¿cómo te proteges cuando llega la primavera?