¿Cómo, y cuándo, nace Festka?
La creamos mi amigo Ondřej Novotný y yo hace dos años. Durante mucho tiempo fui corredor profesional en todo tipo de pruebas no demasiado exitoso pero sí con el suficiente nivel como para vivir de eso. Cuando me retiré conseguí un trabajo “normal”, pero fui dejando de montar, sobre todo, porque no encontraba gente con lo sismos sentimientos hacia la bici que yo. Estaban obsesionados con las marcas y los componentes, y a mí sólo me importaba montar y disfrutar de la naturaleza… Sin embargo, mi familia decidió regalarme una bici por mi cumpleaños, y hablando con Ondřej llegamos a la conclusión de que no había nada en el mercado que nos convenciera. Los grandes fabricantes nos parecían algo impersonales, y decidimos intentar crear una máquina que nos representara, que hablara nuestro mismo lenguaje.
No parece, de todos modos, una tarea fácil…
No lo era. Sabíamos que no estábamos preparados para hacer cuadros, así que rebuscamos en la industria ciclista local hasta encontrar a un equipo de hasta 20 personas que se sumara al proyecto. Sin embargo, a los dos años, nos dimos cuenta de que tampoco funcionaba.. Los materiales, la suma de cuadro y componentes… No funcionaba, y disolvimos el equipo. Volvimos a ser sólo Ondřej y yo, fuimos a la universidad de Praga y le preguntamos a un profesor de ingeniería de materiales por sus dos mejores alumnos, y adoptamos una estructura algo similar a la de un equipo de Fórmula Uno: un piloto que probara todo, que era yo, y unos ingenieros con los que compartir sensaciones y plasmar mis necesidades.
Y la fórmula, por fin, funcionó…
Sí, y ahora hacemos cuadros de acero, titanio y, sobre todo, carbono. De acero y titanio sólo fabricamos un total de 24 cuadros al año, y el resto son de carbono. Nuestras bicicletas son distintas: no sé si mejores que las demás, pero sí diferentes.
¿Cuántas bicicletas fabricáis, en total, al año?
En 2016 fueron unas 500, de las que el 80% fue vendido fuera de la Unión Europea. La mayor parte fueron a Asia, a países como Indonesia, Malasia, Singapur o Hong Kong, pero también enviamos bastantes a Australia o Colombia.
¿Cómo llega un colombiano, por ejemplo, hasta una Festka?
Mucha gente estudia fuera de su país, o trabaja un tiempo fuera y, cuando vuelven a casa, lo hacen enamorados del ciclismo. Pasa también mucho en Asia: les mandan a estudiar a Europa, en particular a Inglaterra, y ahí se vuelven apasionados de la bici, nos han conocido y quieren tener una máquina muy especial. En Europa, en cambio, la gente está más influenciada por los resultados del Tour de Francia y qué bici llevaba el ganador.
¿Cómo es pedalear en Praga?
Una gozada… El sur de la ciudad, en particular, es muy agradable, y pedalear junto al río Moldava, viendo castillos, es maravilloso. Yo nací en el sur del país, en una zona militar que se mantuvo muy virgen, y mi juventud fue un auténtico paraíso ciclista.
¿Monta mucho la gente en bici?
Es la afición número uno: todo el mundo tiene una bicicleta, especialmente en Praga. Lo malo es que sólo la usan durante el fin de semana: llega el viernes o el sábado, la suben al coche y se van por ahí a montar, en vez de hacerlo a diario. El ciclismo urbano está creciendo, pero muy poco a poco.
¿Qué significa, para ti, el ciclismo?
Es lo que mejor comprendo en el mundo. Me gustan mucho los relojes, por ejemplo, pero no logro descifrarlos: trato de entender cómo han sido fabricados, cómo funcionan, leo y voy a exposiciones, pero no me resulta fácil. Con una bici, en cambio, me basta con mirarla para saber si es buena o no, y el esfuerzo que ha requerido fabricarla.
Festka está presente en varios países… ¿tiene cada lugar una cultura ciclista distinta?
Por supuesto. Y, como marca, es vital para sobrevivir el entenderla y estar sólo donde puedes adaptarte. El mercado europeo, en concreto, es muy complicado… En Alemania no hay tiendas donde vendan bicicletas muy exclusivas, sino que se centran en las grandes marcas y, para conseguir una bicicleta especial, muchas veces tienes que mirar en el extrajero. En Francia han desaparecido casi por completo las tiendas pequeñas, porque casi todo el mundo va al Decathlon. En Italia y, creo, España, sigue habiendo tiendas pequeñas, pero te llevas la bici que quiere el vendedor. La gente muchas veces no tiene claro lo que quiere y termina llevándose lo que le recomiendan, lo que termina, casi siempre, impidiendo que apuesten por una bici diferente.
Una curiosidad… ¿qué significa Festka?
Es el nombre en argot que se emplea, en la República Checa, para nombrar una fixie o una bici de circuito.