Una vieja instantánea en blanco y negro de principios del s. XX, obra del reconocido fotógrafo noruego Anders Beer Willse, sirvió de punto de partida. Plantados ante ella, el equipo de arquitectos MMW buscaba la inspiración para uno de sus proyectos: reformar la estación de tren de Gulskogen, en la hermosa ciudad de Drammen, y en concreto un antiguo almacén de mercancías de 1868 que había que transformar, más que en un parking para bicicletas, en hotel de lujo.
"En aquella fotografía se veían los característicos bosques que rodean la ciudad" recuerda Claire Bay Jensen, una de las arquitectas del estudio noruego. "Queríamos evocar la atmósfera de esos bosques en un día de verano, e intentar transmitir la sensación de estar en el exterior a pesar de estar dentro de un edificio. Para ello, exploramos las posibilidades que ofrecían distintos tipos de ornamentos y numerosas filtraciones de luz".
El resultado es un espectacular espacio que respeta el espíritu del edificio original revistiéndolo de modernidad. Cuenta con 134 plazas para bicicletas, con dos más pensadas para cargo bikes, e incluso con puestos de recarga para modelos eléctricos. También, y por si alguien lo necesita, se pone a disposición de los ciclistas bombas para inflar las ruedas. Los usuarios pueden acceder durante las 24 horas del día, los siete días de la semana, y desbloquear cómodamente sus bicicletas a través de su teléfono móvil gracias a una app.
"Existe un interés creciente por este tipo de hoteles para bicicletas", explica Claire. "Los usuarios recuerdan la experiencia y aprecian poder disponer de un lugar seguro para mantener su bici a salvo de los ladrones y el mal tiempo". Y si, además, el lugar es tan especial y conecta de una manera tan respetuosa con lo que fue en el pasado, más aún. "Para nosotros es importante buscar el potencial de los materiales ya existentes, y tratar de reciclarlos de forma activa para incorporarlos al nuevo edificio", explica Claire.
Las obras de reforma de la vieja estación guardaban una sorpresa oculta: los arquitectos hallaron viejos documentos de finales del siglo XIX que habían permanecido intactos, casi congelados en el tiempo. Ahora se exhiben en el museo ferroviario Jernbanemuseet de la localidad de Hamar. Esperando, quizá, a servir de inspiración en un futuro para otro grupo de arquitectos inquietos, como lo hiciera aquella vieja foto de Anders Beer Wilse.