Viajar a la isla de Taiwán -oficialmente denominada República Popular de China por albergar desde 1945 el gobierno que luchó contra la China comunista- es una experiencia fascinante. Y, quizá, lo más parecido a tener un pie en el gigante asiático y otro en Japón, quien ostentaría su soberanía durante la primera mitad del s. XX. El carácter de sus gentes, la omnipresente tecnología o la escrupulosa limpieza de sus calles recuerdan al país del sol naciente. Por contra, su situación administrativa y buena parte de la cultura de sus habitantes, empezando por la lengua, atestiguan que estamos en China. Todo eso, mezclado en una paradisiaca isla cuyas dos terceras partes, en el extremo oriental, están cubiertas por una frondosa selva tropical, casi inexpugnable, distribuida en cinco cordilleras.
La parte occidental y más llana de Taiwán concentra el 75% de la población, que en su mayoría vive en gigantescas y modernas ciudades como Taipei, la capital ubicada en el norte de la isla, Taichung, en el centro y Kaohsiung, al sur. Dos urbes, estas últimas, con una población muy similar (en torno a los 2,7 millones de habitantes) y que compiten por el segundo puesto en cuanto a importancia estratégica y económica.
En esa incesante carrera por la innovación, la bicicleta está jugando un papel esencial a la hora de intentar poner a Taiwán a la altura de otros países del mundo en materia de movilidad sostenible. También algunas de sus infraestructuras: el nuevo puente de Kaohsiung, en el distrito de Cianjhen e inaugurado en 2013 tras dos años de intenso trabajo, es un buen ejemplo de ese afán modernizador. Bautizado como The Star of Cianjhen, cruza dos gigantescas avenidas que bien podrían ser autopistas, Zhongshan y Kaixuan. Sus 313 metros de longitud y sus 2.380 metros cuadrados de superficie, unidos a su impecable diseño, lo convierten en un proyecto faraónico tras el que se encuentran estudios de arquitectura locales como MAYU Architects o TNC Design Group.
"Este puente tiene una importancia capital como nodo de conexión entre tres importantes carriles bici de la ciudad: el de Formosa Boulevard, el de West Side Harbor Line y el que discurre junto al río Cianjhen", explican a Ciclosfera los responsables del proyecto. "Zhongshan y Kaixuan son dos de las vías principales que comunican el puerto de Kaohsiung con el centro de la ciudad, y un lugar generalmente atestado de coches, camiones y motocicletas. Por ello, los peatones y ciclistas que discurren por ellas están constantemente expuestos al peligro".
Una vid sobre la jungla urbana
A la hora de diseñar el puente, y de cara a convertir la experiencia de cruzarlo en algo único, los arquitectos tuvieron en cuenta hasta el más mínimo detalle. "Las rampas de acceso tienen una pendiente inferior al 8% para cumplir con los criterios de accesibilidad. Además, se incorporaron ascensores y pasamanos para que todos los ciudadanos puedan disfrutar del espacio", detallan. A todo eso hay que añadir la característica, sinuosa y orgánica forma de la estructura, que los arquitectos definen como "una vid que se extiende a través de la rígida jungla urbana". El techo curvado suaviza el paisaje de la ciudad, en una sensación de armonía que se complementa con los numerosos árboles y zonas ajardinadas que circundan la pasarela y acompañan en su periplo al peatón o al ciclista.
Al caer la noche, un espectacular sistema de iluminación confiere al conjunto de un encanto que lo han convertido en un polo de atracción turística de primer orden. "The Star of Cianjhen es ya un hito artístico de Kaohsiung, una auténtica obra de artesanía", concluyen con orgullo los responsables del proyecto.