No podía ser de otro modo: Luciano Berruti falleció ayer a los 73 años, tras sufrir un infarto, mientras montaba en su bicicleta. “Hoy pedaleó con tanta fuerza que ascendió hasta el cielo”, confirmaba a través de su cuenta en Facebook el Museo ciclista que él mismo creó.
Luciano Berruti, nacido en 1943 en Cosseria, en el noroeste de Italia, pedaleaba como tantos otros días en la carretera provincial SP 15, entre Bormida y Melogno. Sin embargo, no pudo completar el recorrido, y su corazón dejó de latir en pleno recorrido. Berruti era padre de dos hijos, Leszec y Jacek, y un gran amante del ciclismo.
Ese fue el motivo de abrir, en 2010, un museo en su ciudad natal y lugar de residencia, Cosseria. Bautizado como el Museo della Bicicletta, era el lugar donde reunía su enorme colección de material relacionado con el ciclismo clásico, como por ejemplo más de 300 maillots usados por algunos de los campeones más legendarios de este deporte, bicicletas (entre ellas, el modelo en el que Francesco Moser batió el récord de la hora en 1984) y todo tipo de accesorios ciclistas.
“Sólo tenía palabras cariñosas para todos, nos hacía disfrutar y nos devolvía a la infancia”, dicen en Eroica Hispania
“Fue la imagen de Eroica desde su primera edición, en 1997”, explica a Ciclosfera Willy Mullonia, de Eroica Hispania, “y en nuestra opinión la persona más entrañable que nos ha traído el ciclismo”. En efecto, es habitual ver a Berruti en múltiples imágenes de la prueba, tanto en Italia como en su versión española, siempre con sus largos bigotes y, casi siempre, con una sonrisa en la cara. “Su filosofía de vida era la misma que la de la Eroica”, explican desde la prueba española. “Volver a la lentitud, disfrutar de las pequeñas cosas y comprender que pruebas así son, más que el mero ciclismo, la pasión por la gastronomía, el turismo o la enología. El placer de reencontrarse, la cultura de reciclar, en contra de la de usar y tirar, y saber contemplar la vida con calma y aprovechando los productos de siempre”.
En sus frecuentes visitas a España, Berruti dejó siempre una huella inmejorable. “Luciano disfrutaba siempre del entorno, y nosotros con él”, asegura Mullonia. “Sólo tenía palabras cariñosas para todos los participantes, se sumaba al recorrido y, durante los 80 kilómetros de pedaleo, nos hacía disfrutar. Nos devolvía a la infancia”.