Ciudades

Lisboa: tan cerca

Viajamos hasta la vecina Portugal para descubrir a pedales su capital, Lisboa. Un lugar único en el mundo, donde la bicicleta está cada vez más presente.

Se dice que España vive, y ha vivido desde siempre, de espaldas a su vecina Portugal. Una realidad que siempre se ilustra con un pequeño test: ¿cuántos españoles, escogidos al azar en una improvisada encuesta callejera, sabrían decir el nombre del primer ministro luso?

Sea cual sea la respuesta, la mejor contestación a quien ignora las maravillas que esconde nuestro país vecino es siempre la misma: ellos se lo pierden. Porque Portugal es uno de esos paraísos que lo tienen todo. Playa, montaña, gastronomía, cultura y, sobre todo, gente dispuesta a recibir al visitante con los brazos abiertos. Incluso aunque ignores quién es su presidente.

Tradición y modernidad

La primera vez que uno pisa Lisboa, capital en eterna liza con Oporto por el título de ciudad más importante del país, percibe una cierta -aunque engañosa- familiaridad: aquí todo es similar, pero distinto. Hace tiempo que la ciudad ya no genera en los españoles aquel viejo mantra de que “es como España hace 20 años”: Lisboa goza de una personalidad propia y se ha desarrollado como potencia turística de primer nivel. Y, al mismo tiempo, supura ese cierto aire decadente, algo desvencijado, que le confiere un encanto especial, casi mágico.

El tranvía es un símbolo emblemático de Lisboa.
El tranvía es un símbolo emblemático de Lisboa.

Hay mucho que hacer en Lisboa. El cuerpo pide perderse por las interminables y empinadas callejuelas de la Alfama o dejarse imbuir por el espíritu bohemio del Bairro Alto. Dedicar un rato largo a empaparse de cultura en los museos que flanquean la céntrica Praça do Comercio o a admirar las vistas que ofrecen los numerosos miradores repartidos por toda la ciudad. Sobrecogerse con los hitos arquitectónicos que, como MAAT o el Puente Vasco de Gama, han colocado a la ciudad en la vanguardia o apreciar al detalle los omnipresentes azulejos presentes en el rincón más insospechado. Subirse a uno de sus característicos tranvías o detenerse a degustar los manjares que ofrecen sus centenares de restaurantes y terrazas.

“El ciclismo urbano ha crecido cerca de un 1.300% desde 2009”

Más allá de la siempre suculenta oferta turística, Lisboa es una ciudad en constante evolución. Un cambio en el que la bicicleta está jugando, como en el resto del mundo, un papel esencial. “Hace tiempo que el ciclismo urbano entró en la agenda de movilidad y es una pieza muy reconocida en algunas de las zonas centrales de la ciudad: el ciclismo urbano ha crecido cerca de un 1.300% desde 2009”, señala Bernardo Pereira, conocido arquitecto y activista de la bicicleta, en un perfecto español. “Mi mujer es de Pamplona”, desvela, “en casa hablamos indistintamente portugués y castellano”.

Una isla en medio del océano

En ese crecimiento ha jugado un papel esencial la progresiva apuesta del Ayuntamiento por las dos ruedas. “La bicicleta está en su estrategia, en sus políticas y sus planes”, apunta Pereira. “Eso sí: todavía se tiene que reducir el dominio del coche en los barrios más periféricos y expandir la red de carriles bici y lo que llamamos calles ‘acalmadas’. También incrementar las bicicletas públicas (eléctricas y convencionales) y el número de aparcamientos, que han de extenderse por los barrios para llegar a más gente”.

Lisboa (Foto: Miguel Barroso).
Lisboa (Foto: Miguel Barroso).

Y es que, como ocurre en tantas urbes del mundo, una cosa es la Lisboa más céntrica y otra muy distinta los barrios más residenciales y periféricos. El área metropolitana de Lisboa tiene más de 3 millones de habitantes, de los que sólo medio millón viven en la capital. “Desgraciadamente, la bicicleta aún no se toma muy en serio en las afueras”, lamenta Bernardo. Y pone varios ejemplos: “Cascais tiene un sistema de bikeshare con 1.200 bicicletas y 70 estaciones, pero incomprensiblemente no funciona después de las 20 h. Los otros 16 municipios del área metropolitana ni siquiera tienen sistema público de alquiler de bicicletas. El Ayuntamiento de Lisboa es el único que se toma en serio la bicicleta”.

Los grandes cambios sociales los impulsa la ciudadanía. En 2003, la primera Massa Crítica de Lisboa contó con 14 participantes. Hoy, esa cifra se ha multiplicado por cuatro, e incluso en ocasiones ha llegado al medio millar. “La Massa Critica de Lisboa tiene lugar el último viernes de cada mes, alrededor de 18:30, en la rotonda de Marqués de Pombal”, cuenta Nuno Quaresma, uno de sus organizadores. “Esta es una marcha horizontal, sin líderes: yo sólo soy uno más”, aclara.

“Lisboa ha mejorado las condiciones para el ciclismo urbano, pero hay mucho por hacer”

Pese a su modestia, Quaresma tiene una visión privilegiada de la situación que vive el ciclismo urbano en la capital portuguesa, y como Pereira valora el camino realizado en los últimos tiempos. “Lisboa ha mejorado sustancialmente las condiciones para el ciclismo urbano en los últimos 10 años, pero todavía hay mucho por hacer”, reflexiona. “La modificación de legislación en 2014 ha producido cambios legislativos que confieren más derechos al ciclista, como la distancia mínima de 1,5 metros en los adelantos a bicicletas, la posibilidad de circular a la par y el reconocimiento bicicleta como vehículo vulnerable”, enumera Nuno. “Todos estos cambios legislativos, junto con una mayor inversión en infraestructura ciclista y el surgimiento de la red de bicicletas compartidas (no sólo GIRA, también UBER), han conducido a un aumento significativo en el número de bicicletas que circulan por Lisboa”.

Vista de Lisboa desde una de sus colinas.
Vista de Lisboa desde una de sus colinas.

Sí: la bici está de moda en Lisboa. Pero eso puede ser un arma de doble filo. “El crecimiento provoca el rechazo de muchos, que no entienden la presencia de ciclistas en las calles y las consideran invasoras”, lamenta Quaresma. “Vivimos un periodo de transformación de mentalidades, y éstas no cambian de un día para otro. En la mayoría de los casos, no se aplica a la distancia mínima de 1,5 metros, hay velocidades excesivas dentro de la ciudad, muchas infraestructuras están mal construidas y son disfuncionales. En general, es necesario que se vea a la bicicleta como un medio de transporte y no sólo como una forma de ocio”.

Desde el blog Menos Um Carro, uno de los más influyentes de la ciudad en materia de activismo ciclista, subrayan el cambio al mirar atrás. “Hace cinco años era casi imposible moverse en bici por Lisboa”, reconocen. “Era algo exclusivo de hombres en torno a los 30 años, mientras que ahora hay más gente joven, mayor y más mujeres”. Un nuevo público que se ha subido a la bicicleta gracias al sistema público de alquiler. “Y podrían ser muchos más si funcionara correctamente”, apuntan desde Menos Um Carro.

Ciclista en Lisboa (Foto: Miguel Barroso).
Ciclista en Lisboa (Foto: Miguel Barroso).

Para poner cifras a ese crecimiento, los responsables de Menos Um Carro han contado el número de ciclistas que pasan por la Avenida de la República, una de las principales arterias de la ciudad, durante dos horas. En febrero de 2017 fueron 170. El año pasado, 490. Este año, 680. Un crecimiento exponencial que sólo puede seguir yendo a más.

¡BOM PROVEITO!

Los fanáticos del pescado tienen en Lisboa su particular paraíso: el bacalao es el plato nacional por excelencia, y como tal es omnipresente. Pero no menos importancia tienen las sardinas o el marisco. Más allá del pescado, la gastronomía lisboeta tiene mucho más que ofrecer al visitante. El caldo verde (una popular sopa elaborada con col rizada), las sandes y las bifanas -equivalentes a nuestros sandwiches y bocadillos- alcanzan cotas de obra de arte. Los platos de influencia africana, especialmente Cabo Verde, ex colonia portuguesa, son habituales en la mesa. Y el Saloio, el Palhais o el queijo da serra cautivarán a los amantes del queso. Todo ello, regado por las dos marcas de cerveza que se disputan el reinado en la ciudad, Super Bock y Sagres, o alguno de sus deliciosos vinos. De postre, nada como los tradicionales pastéis de Belém, deliciosos a cualquier hora con su particular mezcla de hojaldre y crema.

FADO: LA NOSTALGIA HECHA MÚSICA

Hay pocas cosas más conocidas de Portugal que el fado, la música que nació en alta mar para cantar a la añoranza, la soledad o la nostalgia. O, como definió el escritor Fernando Pessoa, “la fatiga del alma fuerte”. Cantado generalmente por una sola persona acompañada de una guitarra portuguesa, con su característica caja en forma de pera, el fado es desde 2011 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y aunque las nuevas tecnologías permiten escucharlo en cualquier momento y lugar, nada como hacerlo en los pequeños locales diseminados por todo el barrio de la Alfama, de donde es originario. Un barrio de origen humilde en el que, pese a la presencia habitual de turistas, es habitual ver a sus habitantes hacer su vida diaria con quietud y alegría: regando las plantas, alimentando a los numerosos y afables gatos del lugar o subiendo las interminables escalinatas. Y aunque las casas de fado son múltiples (Coraçao de Alfama, Availa do Fado, Parreirinha de Alfama), lo mejor es olvidarse del mapa y dejarse llevar por los sentidos para encontrarse con uno de ellos. Si sabe a poco, nada como visitar el Museo do Fado, también en la Alfama.

[Este reportaje forma parte de la edición impresa de Ciclosfera #28- Lee el número completo aquí]