La bicicleta es un motor de cambio, pero no sólo en lo que se refiere a la movilidad urbana. En la ciudad francesa de Nantes, el proyecto La Tricyclerie lo demuestra a la perfección con una idea que incluso lo ha llevado a optar a un premio de la ONU: recoger la basura y convertirla en compost.
El proyecto, tras el que se encuentra la joven ingeniera medioambiental Coline Billon, está formado por un nutrido grupo de ciclistas de la ciudad, que se pasean recogiendo la basura orgánica que generan los restaurantes de la urbe. Después transforman estas cáscaras, hojas, restos de café y peladuras en compost que destinan a espacios verdes urbanos.
El proyecto ha sido nominado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente al galardón Young Champion of the Earth, dotado de 15.000 dólares para cada uno de los seis ganadores y otorgado a jóvenes de entre 18 y 30 años que impulsan soluciones novedosas en materia ambiental.
“Estaba muy involucrada en asociaciones que recolectaban excedentes de comida de los supermercados para dárselos a la gente”, cuenta Billon al diario El País. “Pero quería hacer algo que vinculara campo y ciudad. Pensé en recoger los residuos orgánicos de la gente ya que en Nantes no había ningún sistema implementado, pero me di cuenta de que era demasiado para una sola persona”. Billon decidió centrar el tiro en los restaurantes, y a finales de 2015 se subió a un triciclo con remolque para recoger la basura de ocho locales que aceptaron probar el servicio.
A finales de 2015, Billon se subió a un triciclo con remolque para recoger la basura de ocho locales que aceptaron probar el servicio
En cuatro meses, Billon recolectó dos toneladas y decidió fundar La Tricyclerie, una asociación con objeto de poner en valor estos desechos y evitar su quema, sistema aún extendido para su eliminación. Todo a bordo de bicicletas, un medio de transporte integrado en la vida nantesa y parte del juego de palabras que nombra la idea. Casi dos años después son 30 los establecimientos adheridos al proyecto, que ha extendido su área de acción a tres barrios de la urbe francesa. En la asociación trabajan unas 15 personas, gran parte de ellos voluntarios que colaboran habitual u ocasionalmente. Al mes ya recogen unas dos toneladas de residuos.
“Los establecimientos pagan por el servicio, pero esto no es como un basurero”, detalla Billon. “Ellos también forman parte del proyecto: hacemos mucha comunicación y les implicamos, y ellos trasladan el mensaje a sus clientes”. Cada local paga una cuota (por ejemplo, entre 40 y 60 euros para los pequeños) que da derecho a dos recogidas a la semana. La Tricyclerie también trabaja con empresas, que generan en su mayoría restos de café, y con ellas realiza una tarea eminentemente de sensibilización. Pero son los restaurantes los principales prescriptores y protagonistas de este fenómeno.
En España, los desechos orgánicos representan aproximadamente el 40% de la bolsa de basura
De los desechos orgánicos, una partida de residuos que en España representa aproximadamente el 40% de la bolsa de basura, saldrán kilos y kilos de compost, un oro negro que abonará con eficacia el nacimiento de nuevos alimentos. Billon explica que ellos hacen su propio abono y que hasta ahora lo reparten gratuitamente. “Trabajamos con paisajistas que nos dan la madera necesaria para mezclarlo y elaborarlo”, amplía. “Luego lo repartimos a agricultores, huertos urbanos, jardines comunitarios y la escuela de horticultura local”. El fomento de las relaciones entre el campo y la ciudad y la sensibilización alimentaria es otro de sus objetivos. “Es importante saber cuánto vale lo que comemos y lo que tiramos”, afirma.