Ciudades

La conquista de Granada

Obras o atascos. Salud o ecología. Moda o placer. El motivo es lo de menos: muchos granadinos han desempolvado su bici o se han comprado una nueva para subirse a las dos ruedas. Faltan infraestructuras y cultura pero, poco a poco, las bicis están tomando las calles de la ciudad.

No soy una chica 0,0 sino una superviviente: saqué mi bici del trastero por la crisis. Sufrí el boom inmobiliario y me marché a un pueblo del cinturón metropolitano granadino. No sólo eso: antes dependía del coche y la moto. Ahora tengo bici y libertad.

¿Pagar dos seguros y llenar dos depósitos? No. Pero no es eso lo único que me ha llevado al transporte público y la bicicleta: también un cambio de mentalidad hacia posturas más cívicas. El cambio de chip es anterior a la crisis: quizá viene de viajar, de salir de Granada. De ver, como muchos granadinos, cómo se movía la gente en otras ciudades de España y Europa.

Un cambio de mentalidad

Mi bautizo como ciclista urbana habitual fue como becaria en Ascoli Piceno (Italia). Allí todo el mundo se movía en bici: tanto los estudiantes como las personas más mayores se manejaban, incluso los días lluviosos, aferrados a su manillar(con una mano: con la otra sostenían el paraguas). La ciudad no era llana ni especialmente bike-friendly: su casco histórico y monumental se parecía al de Granada con sus calles estrechas, adoquinadas y parcialmente peatonales.

El interruptor se pulsó. Volví a Granada, evité coger el coche a diario y empecé a probar a ir caminando, en bus o en moto. Por fin, probé también con la bici. Nada nuevo: un proceso parecido, supongo, al de tantos otros granadinos que ayer agarraban un volante y hoy prefieren el pedal.

El fenómeno queda algo deslucido si nos ceñimos a los datos: las cifras oficiales aseguran que sólo el 1% de los viajes urbanos en Granada se realizan en bicicleta. Sin embargo, el número de ciclistas ha crecido exponencialmente en los últimos años, como corroboran desde la asociación defensora de la movilidad sostenible Granada al Pedal. “Lo más interesante es que se percibe un cambio de mentalidad, cómo padres y madres que incorporan la cultura de la bicicleta a su vida y, con ello, la inculcan a sus hijos”, explica su portavoz Jesús García. La última Marcha Ciclista por Granada reunió, en septiembre, a 3.000 participantes. Lo más esperanzador es que muchos eran familias enteras.

“La llegada de estudiantes foráneos ha traído más bicis”

Ya van 15 ediciones de la “Fiesta de la bici urbana”, de carácter lúdico pero, cada vez más,también reivindicativo. Los primeros carteles exigían “Carril-bici ya”: ahora, imperan lemas como “Mejor en bici”, con el que piden un mayor papel de la bici en la ciudad como alternativa sostenible de transporte. El mensaje cala, y la bicicleta cada vez entiende menos de usos, edades o sexos.

Sin embargo, impera un perfil de ciclista urbano en Granada: el joven que combina el ocio y el transporte diario. Algo tendrá que ver, como explica Jesús García, la influencia del Erasmus. La llegada constante de estudiantes foráneos, con su cultura y hábitos de vida europeos, ha traído más bicis a nuestras calles. Lo mismo pasa con los jóvenes granadinos que salen a estudiar por ahí: cuando vuelven, traen interiorizada la cultura de la bici. Y lo saben resumir: “Ahora somos más europeos”, aseguran.

Mirando a Europa

Para diseñar sus actividades, Granada al Pedal se fija en España y Europa, con ejemplos como Vitoria, Barcelona y Sevilla u Holanda y Dinamarca. Estrasburgo, por ejemplo, es ejemplar Biciudad Granada por su sistema de intermovilidad. Ferrara, por su cultura ciclista. Por suerte, muchos granadinos también trabajan intensamente por la concienciación social.

En 2005, por fin la ciudad estuvo preparada para ver su primera Bici Crítica. De ese evento mensual nació el colectivo Granada Vía Verde, que entre otras acciones abrió el primer taller autogestionado en el Centro Social Okupado Los 15 Gatxs (sigue abierto cada jueves). La idea se trasladó cada sábado a la céntrica Fuente de las Batallas, y se copió en el CSOA Fábrica de Sueños, ya desaparecido. En estos talleres, la mecánica es gratuita y sencilla: te enseñan a arreglar y mantener tu bici, ofreciendo herramientas y consejos.

Más que las estadísticas, lo que llama la atención es el cambio de mentalidad

Del colectivo Vía Verde, disuelto en 2008, surgió la Asociación de ciclistas Biciescuela Granada, especialmente activa y crítica hacia cualquier medida sobre el uso de la bici en Granada, como la Ordenanza Municipal que permite, por ejemplo, circular por aceras anchas. En Biciescuela tampoco son partidarios del carril-bici, salvo que sean muy seguros (algo que, con el trazado urbano granadino, pocas veces se da). Según Rafa Román, uno de sus fundadores, “el objetivo es mantener el derecho de los ciclistas a circular por la calzada, y ofrecer los conocimientos necesarios para hacerlo con seguridad”. Lo consiguen a través de cursos, charlas y manuales de conducción. Su programa de formación se inspira en el Bikeabbility de Londres.

Puntos críticos

Y por fin… Llegó el PMUS. El pasado febrero el Ayuntamiento de Granada aprobó su Plan de Movilidad Urbana Sostenible, presunto pilar básico en el impulso de la bicicleta. Pero el plan es polémico: entre otras cosas, sugiere una polémica reordenación del tráfico en el eje Gran Vía- Reyes Católicos, que dejaría a los ciclistas fuera de juego… ¡En una de las calles más transitadas por bicis de la ciudad! “Pasan más de dos ciclistas por minuto”, explica Román, “lo que vendrían a ser unos 3.000 tránsitos al día”.

La posible prohibición de circular en bicicleta por Gran Vía provocó una movilización histórica, organizada por Biciescuela. Apoyados por tiendas de bicis y grupos ecologistas, 2.000 personas se reunieron para pedalear y protestar. Sirvió: el Ayuntamiento reculó, y no expulsó a la bici del centro histórico.

“No es un carril-bici… Sino una ratonera”

El mismo efecto tuvo una campaña en change.org contra otra propuesta municipal, la de crear un “pasillo preferente” (la concejal de movilidad evita hablar de carril-bici) para ciclistas. Granada al Pedal aceptó la medida, pero Biciescuela se opone porque el corredor no respeta la distancia de seguridad. “No es un carril-bici… Sino una ratonera”, aseguran, generando una polémica que llevó a cancelar el plan.

Sí siguen adelante otras medidas del PMUS, previstas para 2014 y 2015. Aparcamientos por toda la ciudad, ampliación de la red de carril-bici a 52 kilómetros, mejora y conexión de los tramos, más formación… Y, por supuesto, pacificar el tráfico en el centro, limitando la velocidad a 30 km/h en la mayor parte del casco urbano, creando calles 20 e, incluso, ciclocalles con prioridad ciclista. No es urgente, en cambio, retomar Grana-Bici, el sistema público de alquiler, pese a que más de la mitad de los granadinos no tiene bicicleta propia.

Rubén, dueño de la tienda-taller 126Fixed y uno de los organizadores de Alleycat de Granada. Ignacio, jefe (y único empleado) de Cometa, una mensajería ciclista. María, propietaria de Bicicletas La Estación, que trae Brompton, Earlyrider y otras marcas a la ciudad. Reciclámara y sus accesorios, Bicicletas Eléctricas… Ocio, cultura y negocio. Después de conocer, de charlar, de cruzarme cada día con todos estos apasionados del pedal, termino por convencerme: el auge de la bicicleta aquí es un hecho. Sí, nos hemos apuntado tarde y aún pesamos poco en las estadísticas, pero del sillín ya no nos baja nadie. Bueno, sí: llega el momento de apearme de la bici, y escribir este reportaje.