“Viviré con esto el resto de mis días. Daría mi vida por la gente que asesiné, maté y mutilé, y solo quiero decir que lo siento”. Ni siquiera las palabras de arrepentimiento de Charles Pickett Jr al juez que instruyó el caso han servido para suavizar la sentencia: 40 años de prisión por arrollar a un grupo de nueve ciclistas, de los que cinco perdieron la vida.
El caso ocurrió en el estado de Michigan (EEUU), y la sentencia ha dado la vuelta al mundo por ser una de las más severas que se recuerdan por casos similares. Pickett, de 52 años y original de la ciudad de Battle Creek, circulaba aquel día bajo los efectos de las drogas, algo que ha reconocido ante el tribunal, lo que ha contribuido sustancialmente el caso y ha contribuido a endurecer la pena, que le condena por asesinato en segundo grado.
Paul Bridenstine, el juez que ha impuesto la ejemplarizante condena, ha sido contundente al calificar las disculpas de Picket de “inapropiadas”. Lo hizo tras espetarle al acusado de haber causado pérdida “masiva e inconmensurable y tildarle de un “egoísta que innecesariamente asesinó a cinco personas y alteró las vidas de otras cuatro”.
En el juicio también declararon varios familiares de las víctimas. El de Madeline Bradley, hija de la fallecida Debbie Bradley, fue uno de los testimonios más duros y emotivos.”La historia de mi madre no termina en tragedia. Ella vive dentro de mí. Puedo sentirlo”, declaró Madeline Bradley. “Puedo sentirlo en mis huesos y en las lágrimas que ruedan por mis mejillas y en cada respiración. Esa es la historia que quiero que la gente sepa”.
La sentencia coincide con la inauguración, la semana pasada, de un monumento en recuerdo de las víctimas que incluye las imágenes de cinco bicicletas hechas con metal.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte analizó el accidente y afirmó que una mejor comunicación entre las autoridades podría haber alertado a la policía para detener a Pickett, que condujo erráticamente a través de varios municipios antes de que se produjera el fatal accidente.