Estimado Javier Marías:
Soy Dani Cabezas, periodista y redactor jefe de la revista *Ciclosfera * y colaborador, como usted, en la Cadena Ser. Dudo que usted me conozca, pero yo a usted sí. Sigo y admiro desde hace años su dilatada trayectoria periodística y he disfrutado con muchos de sus artículos y columnas de opinión.
No puedo decir lo mismo, sin embargo, de una de sus últimas colaboraciones para El País Semanal, titulada ‘La capital maldita‘, en la que en la que tilda usted de ‘fanáticos’ a los ciudadanos que, como yo, han optado por utilizar la bicicleta como medio de transporte habitual.
En sus desafortunadas líneas, y con el legítimo y respetable objetivo de atacar a la alcaldesa, Manuela Carmena, argumenta usted que los ciclistas urbanos somos “una minoría en una ciudad de casi tres millones”, por lo que aboga por dejar de “complacerles”. Califica a los ciclistas de “gritones y exigentes”, y denuncia la “discriminación” que sufren el resto de ciudadanos que no han cedido al “capricho” de moverse en bicicleta, al tiempo que defiende su derecho a usar el vehículo privado para “llegar al aeropuerto, a la estación o ir a almorzar”.
“Argumenta usted que somos una minoría y nos define como gritones y exigentes”
Señor Marías: el uso de la bicicleta no es ningún capricho. Al contrario: es una necesidad imperiosa en cualquier ciudad que pretenda ganar en calidad de vida, y un modelo por el que están apostando decididamente las ciudades más avanzadas del mundo. En España, y especialmente en Madrid, vamos con retraso. En parte por culpa de gobernantes que no han visto la bicicleta como una solución a muchos de nuestros problemas de movilidad, sino como un vehículo puramente recreativo para el fin de semana o, como mucho, una foto en plena campaña electoral. Pero también debido a la actitud hostil de muchos ciudadanos que, espoleados por columnas como la suya, muestran un profundo desconocimiento de la realidad de nuestras ciudades y sus necesidades en materia de movilidad.
Cada año se producen, según la Organización Mundial de la Salud, 7 millones de muertes en el planeta por culpa de la contaminación atmosférica, que en Madrid está causada en un 80% por el tráfico a motor que usted defiende con vehemencia. En las ciudades españolas se registran, de media, 27 atropellos al día por parte de esos mismos vehículos motorizados. La contaminación acústica es responsable directa de graves dolencias cuya incidencia no para de crecer entre los ciudadanos. Y el coche sigue siendo, con diferencia, el bien de consumo más desaprovechado de la sociedad: se calcula que pasa un 95% de su tiempo estacionado, ocupando un importante espacio público que nos pertenece a todos. También a los que hemos decidido no usarlo en la ciudad por una cuestión de sentido común.
No quiero abrumarle con datos y estadísticas que, por otra parte, caen por su propio peso. No voy a llamarle fanático. Más bien al contrario: prefiero invitarle a subirse a la bicicleta y a redescubrir sobre ella su propia ciudad. A darse cuenta de que el ciclismo urbano es sano, barato, divertido, eficiente y sostenible. Y a comprobar por sí mismo que, sobre una bicicleta, Madrid puede dejar de ser una “capital maldita” para convertirse en un lugar más amable para todos.
Reciba un afectuoso saludo.