Un lugar para disfrutar de la mejor comida casera y la pasión por la bicicleta. Y si vas pedaleando, te invitan al vino. ¿Qué más se puede pedir?
Hace cinco años, Pepe Morán, dueño del restaurante madrileño De la Riva (calle Cochabamba, 13. Metro: Colombia), hizo una suculenta propuesta a sus empleados: “si venís a trabajar en bicicleta, os subo el sueldo un 10%”, les dijo. “¿Te puedes creer que ninguno aceptó?”, se pregunta incrédulo. Uno de los camareros interrumpe: “¡Eh! ¡yo estoy a punto de comprarme una bici!”.
La anécdota sirve para hacerse una idea de la pasión por las bicicletas que destila Morán. A sus 57 años, pedalea todos los días desde su domicilio, en el lejano barrio de Puerta de Hierro, hasta el restaurante, que regenta desde hace más de una década. “Este es un negocio muy familiar: tengo la gran fortuna de conocer personalmente a prácticamente todos nuestros clientes”, cuenta. Y damos fe de ello: a medida que se acerca la hora de comer (De la Riva sólo abre a mediodía), el restaurante se va llenando y Pepe recibe a los comensales como el que invita a comer a casa a un viejo amigo. Todos saben lo que van a encontrarse en el plato: una cocina casera, preparada con mimo e ingredientes de primerísima calidad. Pero ante todo, un servicio cercano e impecable.
Gastronomía y pedales
Pero hay más: sobre las paredes del restaurante De la Riva cuelgan, hasta el próximo día 19 de diciembre, una serie de espectaculares bicicletas. Desde la que utilizó Fabian Cancellara en el tour de Francia hasta una preciosa reliquia de los años 30, pasando por plegables, bicicletas de descenso, para niños… Buena parte de ellas proceden de la tienda Calmera, en la calle Atocha, con cuyos dueños mantiene una estrecha amistad. “Mi objetivo es trasladar a los clientes mi pasión por la bicicleta”, cuenta Morán. Y se nota. Entre plato y plato, debate con ellos sobre las virtudes de moverse en bici: “ni tráfico, ni gasolina, ni nada. Y sobre todo, salud y buen humor. De hecho… ¡lo que me pone de mal humor es no poder coger la bicicleta un día!”, asegura entre risas.Para abrir boca, Morán hace una oferta a todos los lectores de Ciclosfera: un exquisito menú de 30 euros para todo aquel que se pase por De la Riva. Él invita al vino. “Eso sí: hay que venir en bicicleta. Si no, nada”. Ese es el trato. Y nosotros lo firmamos encantados.
“Oda a la bicicleta” (por Pepe Morán)
Cuando vas en bicicleta
a todos has de explicar,
la causa de tu “rareza”,
de esa conducta “anormal”.
Si tienes la mala suerte,
de sufrir un atropello,
la mayor parte de gente,
ya lo sabia hace tiempo.
Todo el mundo conocía
eso que te iba a pasar,
¿acaso por ser ciclista
menos suerte en el azar?
Pues bien, paso a relatar,
esa historia cotidiana,
en la que pedalear,
no es una lucha espartana.
La bicicleta equilibra,
te mantiene en equilibrio,
la montas sin gasolina,
no requiere de permisos.
Es versátil, divertida,
barata y original.
Sencilla y agradecida
el vehículo genial.
Te ahorrara mucho dinero
y no contamina nada,
es un gimnasio de acero,
hace la vida mas sana.
Humilde y aventurera,
mítica,gran corredora,
por el medio ambiente vela
y humaniza a las personas.
Te devuelve la poesía,
los juegos de la niñez,
la alegría, la sonrisa,
te cura la estupidez.
Pone a todos por igual,
sin distinguir sexo o clase,
no es importante la edad
cuando ciclista te haces.
Conquista la libertad,
descubre la fortaleza,
mientras que tu pedaleas
a través de la ciudad.
Y si caes o te accidentas,
porque el destino lo quiso,
recuerda que en bicicleta,
es donde mas has vivido.