Recorrer un espacio urbano en bici no es ejercicio suficiente para conocer a fondo la ciudad. Hay que abrir el ojo, estar atento, estar alerta a los mensajes que se pueden encontrar en una esquina, un semáforo, una casa abandonada o una pared, donde el paisaje semiótico urbano nos muestra lo que está pasando con la gente, los animales yel medio ambiente. Lo que sobra, lo que falta, lo que sucedió, lo que esta pasando y va a pasar; aquello que maquilla la televisión y esconden los medios.
Es así que mientras las ruedas de nuestras bicis giran por las calles de ciudades como Bogotá, Valencia o Estambul. Nuestros ojos se abren a la lectura de expresiones artísticas como el graffiti o el streetart, las cuales surgen como una forma de apropiarse de las ciudades. A partir del spray se propone una mirada diferente que transforma el paisaje seco, gris y deprimente en una galería al aire libre donde cualquier persona, sin importar su condición social o estado financiero, puede apreciar otro concepto de arte.
Este ejercicio tiene dos componentes; el físico (rodar la bici por las ciudades) y el visual (apreciar la ciudad desde la perspectiva del graffiti), y genera una mirada diferente del espacio público donde las interacciones sociales se producen de manera incluyente e ilimitada.
Protagonistas del ecosistema urbano
Todos asumimos un rol. Los que damos pedal y apreciamos esta forma de arte vivo, los ciudadanos de a pie que se transforman en público y las siempre presentes autoridades locales y policiales, que juegan el papel de curador dando el aval o prohibición de la obra. Y cómo olvidar los biketours de ciudades como Bogotá y Barcelona, donde se ofrecen recorridos por los sitios donde se muestran el graffiti y street art.
El paso del tiempo y el cambio en las dinámicas sociales en los espacios urbanos nos muestran que éstas experiencias artísticas urbanas son necesarias para señalar aspectos políticos, sociales y culturales, generando así diferentes reacciones; de rechazo, de culto, aceptación, admiración, o de simple indiferencia
Así que la próxima vez que camine por la calle, ruede en bici o este frente a la ventana del transmilenio, abra el ojo: los muros están hablando para usted.