El mundo necesita un cambio, y éste debe ser radical y urgente. Con este planteamiento en mente, 220 organizaciones de 55 países distintos han firmado la Declaración de Lofoten, en la que exigen a los gobiernos del planeta la eliminación de los combustibles fósiles, uno de los principales responsables del cambio climático.
El objetivo del documento es poner fin a nuevos proyectos de expansión y exploración de yacimientos de combustibles fósiles. En palabras de Ecologistas en Acción, una de las organizaciones firmantes, se trata de “un cese clave para iniciar el descenso del uso de petróleo, carbón y gas e impulsar con ello un futuro más seguro”. La organización ecologista explica que “gobiernos y empresas fósiles tienen la responsabilidad y la obligación de liderar este fin de las exploraciones fósiles. En este sentido, es imperativo dar apoyo a todas aquellas comunidades afectadas por estos proyectos que llevan años luchando contra estos proyectos con graves repercusiones sociales y ambientales”.
El nombre de la declaración no es casual: hace referencia a las islas noruegas de Lofoten, un paraíso natural donde las empresas petroleras llevan años presionando para que se permita la exploración de nuevas bolsas de combustibles fósiles.
En opinión de Ecologistas en Acción, se trata de “un problema que no está alejado de la realidad española, ya que hemos visto durante estos años como se siguen permitiendo exploraciones petroleras, como en las Islas Canarias, se importan devastadores técnicas como la fractura hidráulica (fracking) o incluso se intentan inyectar en el subsuelo combustibles fósiles (Castor o Doñana). Una serie de proyectos que son el problema climático que debemos impedir. Por todo ello, es necesario poner fin a todas las nuevas infraestructuras asociadas a un modelo fósil obsoleto”.
Por su interés, reproducimos íntegramente el documento:
LA DECLARACIÓN LOFOTEN
El liderazgo climático exige una disminución gestionada de la producción de combustible fósil
El cambio climático global es una crisis a una escala sin precedentes, y supone tomar medidas excepcionales para evitar las peores consecuencias de nuestra dependencia del petróleo, el carbón y el gas. Tan importante como reducir la demanda y las emisiones es la necesidad de actuar de manera inmediata y ambiciosa para detener los proyectos de exploración y expansión de combustible fósil y gestionar la disminución de la producción existente en línea con las acciones necesarias para alcanzar los objetivos climáticos de París.
Los combustibles limpios, seguros y renovables ya están redefiniendo cómo vemos la energía y es el momento de que las naciones suscriban plenamente el siglo XXI y eliminen gradualmente los combustibles fósiles.
La Declaración Lofoten afirma que los productores acaudalados de combustible fósil tienen la responsabilidad urgente y la obligación moral de tomar el liderazgo en poner fin al desarrollo del combustible fósil y de gestionar la disminución de la producción existente.
Nos solidarizamos y ofrecemos nuestro apoyo total a la ola creciente de comunidades afectadas por todo el mundo que emprenden acciones para defender y proteger sus vidas y sus medios de subsistencia frente a la extracción de combustibles fosiles y así luchar contra el cambio climático. Aumentar estos esfuerzos es una prioridad. Debemos mirar hacia las comunidades que están en primera línea mientras trabajamos juntos por un futuro más seguro.
Ya está en marcha una transición global hacia un futuro bajo en carbono. La expansión continua del petróleo, el carbón y el gas solo están sirviendo para obstaculizar la transición inevitable, y al mismo tiempo agravando conflictos, corrupción en el sector de los combustibles, amenazando la biodiversidad, la limpieza del agua y el aire, y vulnerando los derechos de los pueblos indígenas y de comunidades vulnerables.
El acceso y la demanda de energía son y deben ser ahora cubiertos totalmente con energías limpias del siglo XXI. La afirmación de que los nuevos combustibles fósiles son necesarios para esta transformación no solo es inexacta; también perjudica la velocidad y penetración de la energía renovable.
Admitimos que una transición hacia la ausencia total de combustibles fósiles llevará décadas, pero también que este cambio es una oportunidad más que una carga. Estamos en un hoyo profundo en lo que se refiere al clima. Debemos empezar por no sumergirnos en un hoyo aún mayor.
La investigación muestra cómo el carbono incluido en la producción existente de combustible fósil nos llevará mucho más allá de unos límites climáticos seguros. Por tanto, nuevas exploraciones y nuevas producciones no son solo incompatibles con la limitación del calentamiento global por debajo de los 2ºC (y tan próximo a 1,5ºC como sea posible), sino que muchos de los proyectos existentes deben ser eliminados gradualmente antes de que se agoten.
Esta debe ser la primera tarea abordada por países, regiones y actores responsables que son los que mejor posicionados están en términos de recursos y capacidad para afrontar una ambiciosa transición equitativa hacia la ausencia de producción de combustible fósil. En concreto, el liderazgo debe venir de países con elevados ingresos, que se han beneficiado de la extracción de combustible fósil y son históricamente responsables de un volumen elevado de emisiones.
Hacemos un llamamiento a estos gobiernos y compañías para reconocer que la exploración y producción continua de combustible fósil sin una estrategia de decrecimiento y una transición justa es irreconciliable con una acción climática significativa. También hacemos notar que hay oportunidades enormes de liderazgo para estos países, demostrando que superar el petróleo, el carbón y el gas –tanto en demanda como en producción– no es solo posible, sino que además puede hacerse protegiendo el empleo, las comunidades y las economías.