Bicicletas

El Recomendador de Bicis: Héctor Muñoz (Manual Art Work)

Héctor Muñoz, del taller madrileño Manual Art Work, se convierte en el Recomendador de Bicis para responder a todas vuestras dudas.

Vuelve el Recomendador de Bicis. Nuestra nueva sección dedicada a resolver todas las consultas de los lectores cuenta en esta ocasión con Héctor Muñoz, responsable del taller madrileño Manual Art Work (c/ Écija, 7). Un taller de customización, diseño y restauración de bicicletas y skateboards.

"¡Hola! Tengo una Genesis Croix de Fer y aunque sé que es muy buena máquina (yo quería una bici muy polivalente), la verdad es que el manillar se me hace incómodo (no estoy yo muy deportiva) e incluso creo que me está un poco pequeña. Mis dudas son: cambiar el manillar, pedales…y convertirla en una bici más de paseo, que es más lo que estoy buscando ahora, o directamente venderla para que alguien le pueda sacar más jugo y yo comprarme una nueva. En ese caso, ¿cuál me recomendarías? Al final mis paseos se reducen casi a ir al trabajo o salir con los niños, y me gusta salir por pista al campito. ¡Mil gracias!" (Océano Roci).

La Croix de Fer de Genesis es una bicicleta estupenda de gama media alta. Muy versátil y polivalente. Como base es muy buena bici. Yo, antes que plantearme el cambiarla por otro modelo, valoraría el precio de mercado que tendría en segunda mano para ver qué capacidad de amortización tiene sobre lo invertido de base, y ahí vería si interesa venderla por ese dinero o simplemente es mejor invertir un poco más y modificar ciertos elementos que te van a cambiar totalmente el uso de la bicicleta.

Al final, una bici es como un coche: viene con un equipamiento de serie que siempre es susceptible de ser modificado para adaptarse mejor a tu uso. En una bici como esa te vas a encontrar normalmente un manillar de carretera. Si lo que haces es un uso más lúdico y de paseo, yo miraría de cambiar ese manillar por uno de doble altura, como los de las mountain bike de toda la vida, que nos va a elevar un poquito la posición de los puños, nos va a permitir ir más erguidos y nos va a despejar de esa postura grácil que nos pide la bici de por sí. ¿Por qué digo esto? Porque, en realidad, con el manillar puedes cambiar mucho el uso de esa bicicleta. Sería cuestión de cambiarle simplemente las manetas de freno y el cambio para tenerlo en el manillar y la tendríamos completamente convertida. Así que, teniendo tan buena bici, me animaría a cambiar simplemente esos elementos y adaptarla a mi uso, porque es una bici que te puede hacer un uso de trekking y urbana muy bueno y que también te permite meterte en terrenos de pista forestal y darle un poquito más de caña en lo que ahora mismo se viene a llamar gravel.

“Una bici es como un coche: viene con un equipamiento de serie que siempre es susceptible de ser modificado para adaptarse mejor a tu uso”

Lo que sí miraría bien es el asunto de la talla. Teniendo en cuenta cuánto mido, entraría en la web de Genesis y comprobaría qué tamaño tiene la bici. Si una bici es un poquito pequeña o un poquito grande siempre se puede adaptar con elementos como la longitud de la potencia. Cambiar de cuadro no suele hacer falta a no ser que la diferencia sea muy grande. Si lo que tienes que ajustar son un par de centímetros arriba o abajo lo puedes conseguir de una forma muy económica.

Héctor Muñoz, de Manual Art Work.
Héctor Muñoz, de Manual Art Work.

¡Hola, Héctor! Una duda: me muevo por Madrid en una bicicleta de carretera. Tengo dudas sobre si cambiarle o no el manillar por uno recto o bullhorn, para así tener los frenos un poco más a mano. ¿Lo ves recomendable? ¿Con qué bici te mueves tú por Madrid? (Joaquín MrX).

Lo veo totalmente recomendable. Estamos en el mismo caso que con la Genesis, porque sería el mismo tipo de conversión. Tenemos una bicicleta que de serie viene equipada de una manera muy deportiva, con un manillar de cuernos pensado para ir acoplado y cortar el aire sin tener mucha resistencia. ¿Qué sucede? Que realmente le estamos dando un uso de bicicleta urbana.

Yo cambiaría esos elementos contando con que lo que persigues en una bicicleta para moverte por la ciudad suele ser una postura más cómoda de conducción y, sobre todo, mejorar mucho la visibilidad. Cuando vamos rodando por carretera o en una pista cerrada no estamos tan pendientes del tráfico que hay alrededor, pero siempre que circulamos por la ciudad es necesario ser consciente de quién está circulando a cada lado y tener facilidades para poderte girar en los cruces y no llevar una postura tan agachada. Si podemos estar un poquito más erguidos, con los hombros más abiertos, vamos a sentirnos más estables y más seguros.

“Siempre que circulamos por la ciudad es necesario ser consciente de quién está circulando a cada lado”

En ese caso, haría lo mismo: buscaría un manillar de doble altura, con lo que ganaríamos un par de centímetros que se traducen en una espalda más erguida. Por otro lado, en lugar de los frenos curvados alrededor de la curva del manillar, vamos a tener dos manetas de freno rectas de las de toda la vida, por lo que va ser más sencillo si tenemos que echar mano de ellas en cualquier circunstancia. Exactamente igual con los cambios: lo mejor será pasarlos directamente al manillar para que sin necesidad de levantar las manos del manillar podamos cambiar de marcha según haga falta. No es una conversión que resulte demasiado cara, y probablemente el uso que hagas de la bici te permita disfrutar mucho más de esas rodadas por la ciudad.

En cuanto a mi bici, me muevo en una Schindelhauer Ludwig. La tengo muy mimada Es una bicicleta con el cambio interno, con correa en lugar de cadena y manillar recto. Los frenos son convencionales, aunque ahora los voy a convertir a disco. Y si no uso esa uso una Brompton, que también me parece una de las bicicletas más versátiles que hay ahora mismo en el mercado.

¿Qué bici es la mejor para ciudad? ¿Plegable o normal? ¡Gracias! (Vija_43).

Para mí normales al final acaban siendo todas, pero hay que tener en cuenta que una bici no es mejor para una cosa o para otra, sino que es mejor o peor para el usuario. Es importante definir muy bien qué es lo que necesitamos y las capacidades que tenemos, por ejemplo, para guardarla en casa, o para aparcarla, o si la podemos subir o no al trabajo. Esas van a ser algunas de las circunstancias que modifiquen ese planteamiento de “qué bici me va bien”.

“Muchas veces no se trata solamente de moverte en bici, sino de otros muchos factores, como llegar al trabajo y poder dejarla en cualquier rincón”

Para las ciudades las plegables son muy prácticas, porque en cualquier momento te permiten un modo de transporte combinado: ir hasta un punto y tomar un tren, o haciendo lo mismo enlazando con un metro o un autobús. Pero por otro lado las plegables adolecen de rigidez respecto a una bicicleta normal. Cuando estás hecho a una normal es posible que te encuentres más incómodo en una plegable, porque suelen llevar una rodada más pequeña. Elementos como el sillín o el manillar están muy elevados respecto al cuadro, y ese cambio de pesos, de gravedad y de inercias hace que te sientas diferente. Yo me siento más cómodo con las bicicletas rígidas de toda la vida: me parecen las más optimizadas para tener un buen pedaleo y una buena comodidad, pero es verdad que una plegables es muy buena elección para una ciudad. Por lo que estamos comentando: muchas veces no se trata solamente de moverte en bici, sino de otros muchos factores, como llegar al trabajo y poder dejarla en cualquier rincón. Al final es elegir un vehículo: a lo mejor no te fijas sólo en los caballos: también en otras cosas como el maletero.

Una última cosa respecto a las plegables: para que sean buenas hay que gastarse un poco de dinero. En proporción, son más caras que las bicicletas convencionales. El rendimiento de una Brompton, cuyo precio conocemos todos, es altísimo, pero su coste también. Sin embargo una bicicleta normal de cuadro rígido podemos encontrarla por mucho menos dinero con unas prestaciones iguales o superiores a las de una plegable de gama alta. En ese sentido, si inviertes en una plegable, que sea buena. Sufren más, tienen un traqueteo constante que hace que se fomenten las holguras, y  generalmente se pliegan infinidad de veces. Por eso tienen que ser de buena calidad para que todos los elementos funcionen bien.

Héctor Muñoz, de Manual Art Work.
Héctor Muñoz, de Manual Art Work.

Me han dicho mis padres que en una caseta de mi pueblo hay una caseta con varias bicicletas abandonadas desde hace ni se sabe. Creo que una es una Motoreta de cuando éramos pequeños y también un par de bicis de las que no sé marca ni modelo, porque aún no las he podido ver. Pero no creo que sean gran cosa. ¿Crees que merece la pena rescatarlas para restaurarlas? ¿En qué te fijarías tú? (Luna_43).

Normalmente hay que valorar el tipo de bici que es y el valor que le vamos a dar. Por un lado está el hecho de que puedas tener una bicicleta realmente histórica que merezca la pena restaurar porque tiene 80 o 100 años y todos los elementos originales. En ese caso se podría rescatar para devolverle todo su esplendor. En ese caso, adelante. Pero muchas veces, cuando tenemos bicicletas que tienen 30 o 40 años pero tienen mucho valor sentimental tenemos que pensar que restaurar no es económico.

Yo lo compararía al mundo del arte o la restauración de muebles: muy poca gente puede permitirse el coste de tener un cuadro a medida o que le restauren un mueble que tenga una determinada manufactura que le aporte un valor real. Son trabajos muy artesanales que llevan muchas horas, requieren mucha implicación y procesos muy largos y costosos. Restaurar una bicicleta… si quieres devolver al estado original, suele ser caro. Igual te toca invertir tus 700 o 1.000 euros. Muchas veces no requerimos eso: simplemente lo que buscamos es recuperar aquella bici en la que aprendimos a montar aquel verano. En ese caso yo valoraría los elementos básicos, como el cuadro o las llantas para ver que no estén demasiado oxidados, y plantearme hacer una limpieza y una puesta a punto para ponerla a funcionar. A menudo no es necesario ni tocar el aspecto cosmético. Puedes limpiarla totalmente y dejar su parte de óxido y sus desconchones, manteniendo la pátina propia de la edad que tiene, y simplemente invirtiendo en los elementos que va a necesitar cambiar una bicicleta de 30 o 40 años: los cables, las fundas de los cables, las zapatas de los frenos, las cubiertas y las cámaras.

Normalmente, con todo ello conseguimos poner a funcionar una bicicleta de una forma segura y fiable y con un coste entre los 80 y los 200 euros, lo que resulta mucho más asumible. Yo lo recomiendo como proyecto personal: no siempre es necesario acudir a un profesional como yo. A menudo, estas bicicletas tienen una mecánica bastante sencilla. Es un bonito proyecto para los domingos de invierno, o los días de confinamiento, ir desmontando todos los elementos, desengrasando poco a poco  y montándolos.

“Madrid es una ciudad idónea para moverse en bici. Como cualquier lugar del mundo”

Madrid vuelve a estar lleno de coches ¿Crees que algún día esta puede ser una buena ciudad para moverse en bici? ¿Qué le hace falta? (Javi_8383).

Realmente, yo creo que Madrid es una ciudad idónea para moverse en bici. Como cualquier lugar del mundo. Una bicicleta es uno de los vehículos con menor impacto ambiental y que aporta un mayor beneficio para su usuario y para el entorno. Si atendemos a factores como la seguridad, la ecología, la economía… la bici lo tiene todo. Con un sólo motor, que es el corazón humano, estamos moviendo dos vehículos: tu propio cuerpo y la bicicleta. Ese es el futuro hacia el que deberíamos ir. En una ciudad, lo más lógico debería ser movernos en bicicleta. Porque las distancias que recorremos suelen rondar los 5 o 10 kilómetros, lo que en bicicleta podemos hacer en 15 minutos a lo sumo.

Por orografía, Madrid tiene cuatro colinas, pero no tiene puertos. No es tan exigente, más allá de la primera semana que pueda hacerse dura. En bici progresas muy rápidamente y te das cuenta de que cada vez te cuesta menos. La bici es muy alentadora. No hay ciudades buenas para uno u otro vehículo: las ciudades tienen que ser buenas para las personas. Ya lo dice Ciclosfera: “más bicis, mejores ciudades”. Es un axioma que se cumple en cualquier lugar del mundo, en cualquier economía, en cualquier tipo de comunidad social. La bici es un elemento totalmente democratizador, que te hace sentirte empático con quien tienes al lado y medir tus propias posibilidades. Porque tú vas a 60 en un coche acosando al de enfrente porque tienes prisa por llegar al trabajo y eso genera un estrés. Esa violencia está infligida por la inercia del cochismo. El coche es lo primero. Pues no, señores: lo primero son las personas. Y eso es algo que debemos tener claro en cualquier urbe, porque la densidad de población no permite que cada uno de nosotros privaticemos cuatro metros cuadrados de espacio público para ir sentados calentitos escuchando la radio. No es lógico ni razonable. Es matar moscas a cañonazos. Es mover un vehículo de 1.200 kilos que tiene un coste extraordinario a todos los niveles, para mover a una persona de 70, 80 o 90 kilos. Es ridículo y una óptica que tenemos que cambiar.

Al final, todas las bicis son buenas para las ciudades. Cualquier carril es bueno para moverse en bici. Sí: puedes tener tu carril bici, o un carril 30 señalizado. Pero el problema no está en la bici, sino en cómo compartimos los elementos de nuestra sociedad. Si todos vamos a utilizar la calle, lo suyo es que lo hagamos de una manera razonable y justa. Porque todos tenemos derecho a movernos. De acuerdo: el carril bici está bien y te hace sentir protegido y seguro, pero el objetivo tiene que ser hacer seguras las calles. No hacer carril bici. Porque mañana iremos en patinete o en hooverboard y hará falta un carril hoverboard. No: estamos hablando de que ya tenemos una serie de recursos, que son unos carriles pavimentados, asfaltados y construidos. Vamos a compartirlos. Vamos a hacer que lo que hay pueda ser aprovechado por todo el mundo por igual.